Un paquete caído del cielo (Entremés para Navidad)
NARRADOR:(Voz en off) Genaro, el vagabundo, había pasado el día caminando por las calles de aquella viaja ciudad. Un bocadillo, una cerveza, unas monedas y basta. Se acercaba la noche y amenazaba con ser muy fría. Un cielo encapotado, blanquecino y muy cubierto y una brisa helada presagiaban que nevaría. Genaro, cubierto con unos periódicos y al calor de una botella de aguardiente se disponía a enfrentarse a la noche sin miedo alguno. Más que el frío le preocupaba el llanto de Rosa, una mujer vagabunda muy joven que esperaba un hijo. Estaba acurrucada al descampado. Quiso consolarla un poco pero no encontró las palabras oportunas. ¿A dónde iría Rosa? ¿Quién podría entender el drama de aquella mujer?
En ese momento se durmió bajo el techo más hermoso del mundo: un cielo lleno de nubes blancas. Una soledad aplastante paseaba sola por las viejas calles de la ciudad, entre anuncios coloristas de neón y estrellas navideñas de hermoso diseño. En las primeras luces de la mañana, el barrendero tropezó con Genaro, el vagabundo.
BARRENDERO: ¿Qué hay Genaro? Un día de éstos vas a amanecer pajarito. ¡Vete al albergue, hombre¡ Allí, al menos tendrás una cama y una sopa caliente.
GENARO: ¡Déjame de sermones¡ No estoy dispuesto a perder mi libertad. Si me muero, me barres y al cubo.
NARRADOR: Genaro se dio media vuelta y siguió durmiendo como si nada hubiera pasado. No estaba dispuesto a madrugar en un día de fiesta. De repente el barrendero se encontró con un paquete extraño en la acera. No, no era un simple envoltorio. Era un paquete sospechoso. Después de mirarlo y remirarlo decidió avisar a la Policía, por si acaso. Él ya tenía experiencia en esos asuntos.
Un agente, amable y dispuesto, apareció por allí y comenzó a hacer las primeras pesquisas, elaboró el informe preceptivo, y decidió que nadie podía acercarse al paquete hasta que fuera examinado por el cuerpo científico. Podría - ¿Quién sabe?- ser necesaria una desactivación. Toda prudencia era poca. El lugar fue acordonado de inmediato con balizas y cintas de peligro para evitar posibles desgracias. Ahora tocaba esperar. La alarma cundió por el barrio y un sinfín de curiosos se acercaron hasta la zona para seguir los acontecimientos. Todos los comentarios coincidían: el paquete era muy sospechoso y podía tenerse lo peor.
(Se acerca un periodista, con su micrófono en mano. Ojea el lugar y se dirige al público)
PERIODISTA: ¡Buenos días, señoras y señores! El barrio de la Natividad se ha despertado hoy alarmado por la presencia de un paquete misterioso, abandonado en una de las aceras más concurridas. Nos hemos acercado al lugar de los hechos para ofrecerles la noticia de primera mano. Les tendemos al tanto de cuanto suceda. El paquete, como pueden comprobar, es voluminoso y se encuentra ligeramente humedecido en la parte inferior. La policía ha descartado que pueda ser explosionado con mando a distancia, pero, visto lo visto, todas las precauciones son pocas. Estamos a la espera de informarles de cuanto suceda. Crema antiarrugas “Vitalarga”, quien la usa no cambia. Para “Telemanga” Gustavo Ruiz.
NARRADOR: A media mañana la gente se agolpaba alrededor de aquel extraño paquete y la expectación aumentaba por momentos. La situación era propicia para “Catell”, el adivino, que se acercó invitando a la gente para adivinarles el futuro y el contenido de aquel paquete si alguien se lo solicitaba, después de pagar lo establecido. Después de consultar al tarot todo parecía más tranquilizador. No había motivo de alarma: el contenido parecía ser algo inofensivo y no había que tomarlo demasiado en serio. Precisamente hoy Saturno estaba en paralelo con Júpiter y la séptima morada de Acuario auguraba que todo seguiría igual, o incuso mejor si teníamos en cuenta que Géminis entraba en periodo de sombra. Un suspiro de alivio se oyó entre los presentes pero nadie se marchó de allí esperando que el secreto final fuera revelado.
ADIVINO: ¡Cartas en oferta! Sepa lo que le espera y lo que aún no sabe. ¡Ancianos, estudiantes, parados y niños tienen descuentos de un cincuenta por ciento¡
NARRADOR: Al técnico científico de la Conserjería le pidieron un informe. Los resultados obtenidos, después de las pruebas realizadas, eran irrefutables: Materia orgánica que cubre un objeto no identificado, que no emite radiaciones peligrosas ni contaminantes, ni atenta contra la ley municipal de medio ambiente. El envoltorio es reciclable y presenta buen aspecto de conservación. Lleva en la acera unas tres horas, lo que quiere decir que fue abandonado sobre las cinco de la mañana. No se aprecian huellas por simple observación. Una vez que se pueda tocar, el microscopio y los rayos laser entrarán en acción para un análisis más pormenorizado.
El empresario de “Almacenes la Gloria” descubrió, en un improvisado estudio de mercado, que los vecinos demandaban ciertos productos en su espera y el momento no podía ser más oportuno para lanzar una campaña publicitaria que entusiasmara a los consumidores y se puso manos a la obra. (Instala un tenderete con objetos para la venta: camisetas, gorras, llaveros, con el paquete impreso)
EMPRESARIO: ¡Haga su espera más agradable! ¡Descuento por liquidación! Llévese un recuerdo del paquete misterioso: llaveros, pegatinas, gorras, camisetas, encendedores..¡Tirada limitada!
NARRADOR: El concejal del barrio, asesorado por sus adjuntos de imagen, decidió darse un rodeo por la zona y aprovechar el gancho electoral del asunto.
POLÍTICO:(En tono de arenga) ¡Ciudadanos. Es un compromiso de mi coalición mejorar sustancialmente nuestro barrio y evitar que situaciones embarazosas como ésta –que no dejan de ser peligrosas para los ancianos y los niños- se produzcan. Con vuestro voto podríamos ajardinar toda esta zona e incluso levantar un monumento al paquete desconocido, que podría ser inaugurado antes de las próximas elecciones. Frente a la incapacidad de otros para asumir sus responsabilidades inmediatas, nuestra coalición ofrece soluciones rápidas y eficaces que estimulan el progreso y el bienestar de todos los ciudadanos. Un voto y la utopía será una realidad. (Se oyen aplausos)
NARRADOR. Don Acacio, el cura, iba corriendo a celebrar la misa de doce cuando vio el alboroto y no pudo menos que acercarse a ver qué pasaba. Tal vez alguien podía necesitar una unción de enfermos.
CURA: ¿Qué es lo que pasa?
ESPECTADOR: Que hay un paquete misterioso que parece caído del cielo.
NARRADOR: Por si acaso, y a petición de doña Remigia, la presidenta de las damas blancas, sacó el bendicional y roció con agua bendita el paquete misterioso, no fuera a ser algo satánico que, en estos tiempos, todo era posible.
CURA: Dominus vobiscum. Pater nostri qui est in coeli….
NARRADOR: y se marchó acelerado porque era la hora de misa y las campanas ya habían dado el segundo toque. En ese momento apareció por allí Marelu, la presidenta de la asociación “mujeres para el futuro” e irrumpió entre los presentes lanzando consignas feministas.
MARELU: Mujeres, ha llegado la hora de nuestra oportunidad. Es el momento de gritar basta. No recojáis el paquete; que lo recojan ellos, los machos. Fuera los delantales y abajo las cofias. Estamos en un tiempo nuevo que es nuestro tiempo. (Se oyen aplausos)
NARRADOR: Entre tanto barullo, el Sr. Anthony, de la secta fraterna llamados los Testigos del jorobar, arengaba a las gentes, quisieran o no, y repartía octavillas con la dirección del salón de recogida de diezmos y los horarios de culto.
SECTARIO:¡Es un signo del tiempo final! Ya estaba escrito. Ya lo dice el Apocalipsis. Habrá signos en la tierra antes del final de las naciones. Lo habíamos anunciado. Tú puedes estar entre los 150.000 elegidos para el paraíso. Abandonen el error que domina vuestras vidas y abracen la verdad que está en nuestra religión. Veréis un cielo nuevo y una tierra nueva, podréis viajar a Nueva York donde está nuestra sede central para recibir un cursillo gratis a cargo de nuestra fraternidad. Aproveche esta última oferta. Mañana ya puede ser tarde.
NARRADOR: Jonás, el filósofo, miraba desde lejos y guardaba silencio. Sin duda, el paquete era un ente, pero físico. Producto filogenético de la evolución de la materia a través de los siglos. Una entelequia intranscendente que no aporta nada a la reflexión intrahistórica del devenir humano. Parménides, sin duda, lo había previsto “Panta rei”. Un paquete en una acera es como un cuerpo en la cárcel del alma. El mundo inferior en la gruta engañosa de este mundo nos hace inferir lo eterno del ser que se difumina en partículas infinitas que configuran el universo en su totalidad. Cogito ergo sum. En conclusión: ¡Mejor no tocar el paquete!
Héctor, el poeta, se sintió inspirado por un hecho tan original y no pudo menos que componer un poema para la ocasión, allí, in situ, para animar a la concurrencia y, si se terciaba, recibir el aplauso del público allí congregado, que era lo que más deseaba:
POETA:
Un día en mi barrio, al salir el sol
se encontró un paquete ¡ay la que se armó!
Todos los vecinos, llenos de emoción,
salieron a verlo con gran precaución.
Pasó la mañana, llegó el mediodía
y aquello no daba señales de vida.
Todos preguntaban qué sucedería
con aquel paquete. Nadie lo sabía.
Se fue el barrendero, llegó el policía
el cura, el alcalde y la chiquillería.
todos se agolpaban, nada se veía,
el paquete estaba tirado en la vía.
y cuando se aclare todo este disgusto
cogeré mi pluma por cuatro monedas
y os haré un poema, que tengo buen gusto.
Firmado por Héctor, amigo y poeta. (Aplausos)
NARRADOR: Casualmente pasaba por allí un turista y se quedó prendado de aquella escena costumbrista que, sin duda, podía ayudar a entender más la idiosincrasia española.
TURISTA: ¡Oh yes! Qué suceder, please?
ESPECTADOR: Pues mire, que ha aparecido un paquete y no sabemos ni quién lo ha dejado ni qué puede contener. Estamos a la espera de que se aclare el misterio.
TURISTA. ¡Oh, sorpresa interesante! ¡Olé!
ESPECTADOR: Lo que no se puede es tocar porque puede ser peligroso. ¡Danger! ¡Danger!
TURISTA: Ok, yes, yes. ¿Photo, yes?
ESPECTADOR: Lleva ahí desde las doce.
TURISTA. ¿Doce? ¿Século doce? ¡Viejo, yes, viejo. (Echa muchas fotos)
ESPECTADOR; ¡Sin faltar¡ ¿Eh?
TURISTA: ¡Thank you¡!
ESPECTADOR: ¡Son diez euros!
TURISTA: (Se los da de mala gana)
NARRADOR: De repente, Genaro, el vagabundo, despertó de su siesta matutina y no se explicaba aquel ruido que apenas le había dejado dormir.
GENARO: ¡Pero bueno! ¿Qué pasa aquí que no se puede dormir ni en la propia calle? ¿A qué viene tanto escándalo?
ESPECTADOR: ¡El paquete! Hay un paquete sospechoso en medio de la acera.
(El vagabundo se inquieta todo nervioso)
NARRADOR: En un instante, Genaro sintió que se le venía el mundo encima. El paquete era de Rosa, la madre soltera que esperaba un hijo. Después de llorar junto a él toda la noche se había marchado y le había dejado allí, sabiendo que Genaro se encargaría de él y no le faltaría nada. Ella solo podía ofrecerle una chabola y nada más.
GENARO: ¡Es mío! ¡Es mío! Sr. Policía se paquete es mío. Lo dejé ahí mientras dormía.
(Crece un murmullo de desencanto entre los espectadores que comienzan a marcharse poco a poco. El vagabundo coge el paquete en sus brazos y lo acuna. La policía retira la cinta de seguridad que acordonaba el lugar. El vagabundo abre el paquete y aparece una imagen de un niño que acuna en sus brazos)
GENARO: Es mío, es mío… tranquilo pequeño, nadie te hará daño. Es Navidad. Hoy por vez primera en mi vida es Navidad. Y tú y yo lo vamos a celebrar. (La escena permanece inmóvil mientras suena una música de gloria)
Autor: Alejandro Fernández Barrajón, mercedario.
En ese momento se durmió bajo el techo más hermoso del mundo: un cielo lleno de nubes blancas. Una soledad aplastante paseaba sola por las viejas calles de la ciudad, entre anuncios coloristas de neón y estrellas navideñas de hermoso diseño. En las primeras luces de la mañana, el barrendero tropezó con Genaro, el vagabundo.
BARRENDERO: ¿Qué hay Genaro? Un día de éstos vas a amanecer pajarito. ¡Vete al albergue, hombre¡ Allí, al menos tendrás una cama y una sopa caliente.
GENARO: ¡Déjame de sermones¡ No estoy dispuesto a perder mi libertad. Si me muero, me barres y al cubo.
NARRADOR: Genaro se dio media vuelta y siguió durmiendo como si nada hubiera pasado. No estaba dispuesto a madrugar en un día de fiesta. De repente el barrendero se encontró con un paquete extraño en la acera. No, no era un simple envoltorio. Era un paquete sospechoso. Después de mirarlo y remirarlo decidió avisar a la Policía, por si acaso. Él ya tenía experiencia en esos asuntos.
Un agente, amable y dispuesto, apareció por allí y comenzó a hacer las primeras pesquisas, elaboró el informe preceptivo, y decidió que nadie podía acercarse al paquete hasta que fuera examinado por el cuerpo científico. Podría - ¿Quién sabe?- ser necesaria una desactivación. Toda prudencia era poca. El lugar fue acordonado de inmediato con balizas y cintas de peligro para evitar posibles desgracias. Ahora tocaba esperar. La alarma cundió por el barrio y un sinfín de curiosos se acercaron hasta la zona para seguir los acontecimientos. Todos los comentarios coincidían: el paquete era muy sospechoso y podía tenerse lo peor.
(Se acerca un periodista, con su micrófono en mano. Ojea el lugar y se dirige al público)
PERIODISTA: ¡Buenos días, señoras y señores! El barrio de la Natividad se ha despertado hoy alarmado por la presencia de un paquete misterioso, abandonado en una de las aceras más concurridas. Nos hemos acercado al lugar de los hechos para ofrecerles la noticia de primera mano. Les tendemos al tanto de cuanto suceda. El paquete, como pueden comprobar, es voluminoso y se encuentra ligeramente humedecido en la parte inferior. La policía ha descartado que pueda ser explosionado con mando a distancia, pero, visto lo visto, todas las precauciones son pocas. Estamos a la espera de informarles de cuanto suceda. Crema antiarrugas “Vitalarga”, quien la usa no cambia. Para “Telemanga” Gustavo Ruiz.
NARRADOR: A media mañana la gente se agolpaba alrededor de aquel extraño paquete y la expectación aumentaba por momentos. La situación era propicia para “Catell”, el adivino, que se acercó invitando a la gente para adivinarles el futuro y el contenido de aquel paquete si alguien se lo solicitaba, después de pagar lo establecido. Después de consultar al tarot todo parecía más tranquilizador. No había motivo de alarma: el contenido parecía ser algo inofensivo y no había que tomarlo demasiado en serio. Precisamente hoy Saturno estaba en paralelo con Júpiter y la séptima morada de Acuario auguraba que todo seguiría igual, o incuso mejor si teníamos en cuenta que Géminis entraba en periodo de sombra. Un suspiro de alivio se oyó entre los presentes pero nadie se marchó de allí esperando que el secreto final fuera revelado.
ADIVINO: ¡Cartas en oferta! Sepa lo que le espera y lo que aún no sabe. ¡Ancianos, estudiantes, parados y niños tienen descuentos de un cincuenta por ciento¡
NARRADOR: Al técnico científico de la Conserjería le pidieron un informe. Los resultados obtenidos, después de las pruebas realizadas, eran irrefutables: Materia orgánica que cubre un objeto no identificado, que no emite radiaciones peligrosas ni contaminantes, ni atenta contra la ley municipal de medio ambiente. El envoltorio es reciclable y presenta buen aspecto de conservación. Lleva en la acera unas tres horas, lo que quiere decir que fue abandonado sobre las cinco de la mañana. No se aprecian huellas por simple observación. Una vez que se pueda tocar, el microscopio y los rayos laser entrarán en acción para un análisis más pormenorizado.
El empresario de “Almacenes la Gloria” descubrió, en un improvisado estudio de mercado, que los vecinos demandaban ciertos productos en su espera y el momento no podía ser más oportuno para lanzar una campaña publicitaria que entusiasmara a los consumidores y se puso manos a la obra. (Instala un tenderete con objetos para la venta: camisetas, gorras, llaveros, con el paquete impreso)
EMPRESARIO: ¡Haga su espera más agradable! ¡Descuento por liquidación! Llévese un recuerdo del paquete misterioso: llaveros, pegatinas, gorras, camisetas, encendedores..¡Tirada limitada!
NARRADOR: El concejal del barrio, asesorado por sus adjuntos de imagen, decidió darse un rodeo por la zona y aprovechar el gancho electoral del asunto.
POLÍTICO:(En tono de arenga) ¡Ciudadanos. Es un compromiso de mi coalición mejorar sustancialmente nuestro barrio y evitar que situaciones embarazosas como ésta –que no dejan de ser peligrosas para los ancianos y los niños- se produzcan. Con vuestro voto podríamos ajardinar toda esta zona e incluso levantar un monumento al paquete desconocido, que podría ser inaugurado antes de las próximas elecciones. Frente a la incapacidad de otros para asumir sus responsabilidades inmediatas, nuestra coalición ofrece soluciones rápidas y eficaces que estimulan el progreso y el bienestar de todos los ciudadanos. Un voto y la utopía será una realidad. (Se oyen aplausos)
NARRADOR. Don Acacio, el cura, iba corriendo a celebrar la misa de doce cuando vio el alboroto y no pudo menos que acercarse a ver qué pasaba. Tal vez alguien podía necesitar una unción de enfermos.
CURA: ¿Qué es lo que pasa?
ESPECTADOR: Que hay un paquete misterioso que parece caído del cielo.
NARRADOR: Por si acaso, y a petición de doña Remigia, la presidenta de las damas blancas, sacó el bendicional y roció con agua bendita el paquete misterioso, no fuera a ser algo satánico que, en estos tiempos, todo era posible.
CURA: Dominus vobiscum. Pater nostri qui est in coeli….
NARRADOR: y se marchó acelerado porque era la hora de misa y las campanas ya habían dado el segundo toque. En ese momento apareció por allí Marelu, la presidenta de la asociación “mujeres para el futuro” e irrumpió entre los presentes lanzando consignas feministas.
MARELU: Mujeres, ha llegado la hora de nuestra oportunidad. Es el momento de gritar basta. No recojáis el paquete; que lo recojan ellos, los machos. Fuera los delantales y abajo las cofias. Estamos en un tiempo nuevo que es nuestro tiempo. (Se oyen aplausos)
NARRADOR: Entre tanto barullo, el Sr. Anthony, de la secta fraterna llamados los Testigos del jorobar, arengaba a las gentes, quisieran o no, y repartía octavillas con la dirección del salón de recogida de diezmos y los horarios de culto.
SECTARIO:¡Es un signo del tiempo final! Ya estaba escrito. Ya lo dice el Apocalipsis. Habrá signos en la tierra antes del final de las naciones. Lo habíamos anunciado. Tú puedes estar entre los 150.000 elegidos para el paraíso. Abandonen el error que domina vuestras vidas y abracen la verdad que está en nuestra religión. Veréis un cielo nuevo y una tierra nueva, podréis viajar a Nueva York donde está nuestra sede central para recibir un cursillo gratis a cargo de nuestra fraternidad. Aproveche esta última oferta. Mañana ya puede ser tarde.
NARRADOR: Jonás, el filósofo, miraba desde lejos y guardaba silencio. Sin duda, el paquete era un ente, pero físico. Producto filogenético de la evolución de la materia a través de los siglos. Una entelequia intranscendente que no aporta nada a la reflexión intrahistórica del devenir humano. Parménides, sin duda, lo había previsto “Panta rei”. Un paquete en una acera es como un cuerpo en la cárcel del alma. El mundo inferior en la gruta engañosa de este mundo nos hace inferir lo eterno del ser que se difumina en partículas infinitas que configuran el universo en su totalidad. Cogito ergo sum. En conclusión: ¡Mejor no tocar el paquete!
Héctor, el poeta, se sintió inspirado por un hecho tan original y no pudo menos que componer un poema para la ocasión, allí, in situ, para animar a la concurrencia y, si se terciaba, recibir el aplauso del público allí congregado, que era lo que más deseaba:
POETA:
Un día en mi barrio, al salir el sol
se encontró un paquete ¡ay la que se armó!
Todos los vecinos, llenos de emoción,
salieron a verlo con gran precaución.
Pasó la mañana, llegó el mediodía
y aquello no daba señales de vida.
Todos preguntaban qué sucedería
con aquel paquete. Nadie lo sabía.
Se fue el barrendero, llegó el policía
el cura, el alcalde y la chiquillería.
todos se agolpaban, nada se veía,
el paquete estaba tirado en la vía.
y cuando se aclare todo este disgusto
cogeré mi pluma por cuatro monedas
y os haré un poema, que tengo buen gusto.
Firmado por Héctor, amigo y poeta. (Aplausos)
NARRADOR: Casualmente pasaba por allí un turista y se quedó prendado de aquella escena costumbrista que, sin duda, podía ayudar a entender más la idiosincrasia española.
TURISTA: ¡Oh yes! Qué suceder, please?
ESPECTADOR: Pues mire, que ha aparecido un paquete y no sabemos ni quién lo ha dejado ni qué puede contener. Estamos a la espera de que se aclare el misterio.
TURISTA. ¡Oh, sorpresa interesante! ¡Olé!
ESPECTADOR: Lo que no se puede es tocar porque puede ser peligroso. ¡Danger! ¡Danger!
TURISTA: Ok, yes, yes. ¿Photo, yes?
ESPECTADOR: Lleva ahí desde las doce.
TURISTA. ¿Doce? ¿Século doce? ¡Viejo, yes, viejo. (Echa muchas fotos)
ESPECTADOR; ¡Sin faltar¡ ¿Eh?
TURISTA: ¡Thank you¡!
ESPECTADOR: ¡Son diez euros!
TURISTA: (Se los da de mala gana)
NARRADOR: De repente, Genaro, el vagabundo, despertó de su siesta matutina y no se explicaba aquel ruido que apenas le había dejado dormir.
GENARO: ¡Pero bueno! ¿Qué pasa aquí que no se puede dormir ni en la propia calle? ¿A qué viene tanto escándalo?
ESPECTADOR: ¡El paquete! Hay un paquete sospechoso en medio de la acera.
(El vagabundo se inquieta todo nervioso)
NARRADOR: En un instante, Genaro sintió que se le venía el mundo encima. El paquete era de Rosa, la madre soltera que esperaba un hijo. Después de llorar junto a él toda la noche se había marchado y le había dejado allí, sabiendo que Genaro se encargaría de él y no le faltaría nada. Ella solo podía ofrecerle una chabola y nada más.
GENARO: ¡Es mío! ¡Es mío! Sr. Policía se paquete es mío. Lo dejé ahí mientras dormía.
(Crece un murmullo de desencanto entre los espectadores que comienzan a marcharse poco a poco. El vagabundo coge el paquete en sus brazos y lo acuna. La policía retira la cinta de seguridad que acordonaba el lugar. El vagabundo abre el paquete y aparece una imagen de un niño que acuna en sus brazos)
GENARO: Es mío, es mío… tranquilo pequeño, nadie te hará daño. Es Navidad. Hoy por vez primera en mi vida es Navidad. Y tú y yo lo vamos a celebrar. (La escena permanece inmóvil mientras suena una música de gloria)
Autor: Alejandro Fernández Barrajón, mercedario.