Preparando la visita de Papa Francisco en Timor Oriental Que vuestra fe sea vuestra cultura
"Se espera que el viaje sirva para que esta fe sea más ardorosa y lleve unidad al pueblo. Y, en todo caso, el pueblo recibirá al Papa como una manifestación de la bendición de Dios"
"La fe católica era percibida por el pueblo como un “hecho diferencial” frente a la ocupación indonesia, a lo que se añadía el importante papel que tuvo la Iglesia Católica como pilar de la resistencia"
"La cultura tradicional es animista y no sólo quedan sus valores positivos y tradiciones, también permanecen sus miedos a espíritus, maldiciones"
"La cultura tradicional es animista y no sólo quedan sus valores positivos y tradiciones, también permanecen sus miedos a espíritus, maldiciones"
Desde el anuncio de la visita del Papa Francisco, se ha dado a conocer el lema que dará forma a la misma en Timor Oriental: “Que vuestra fe sea vuestra cultura”.
En las diversas reflexiones explicativas se habla de poner la fe como base de la identidad del pueblo, concretamente identidad y cultura católica. Se espera que el viaje sirva para que esta fe sea más ardorosa y lleve unidad al pueblo. Y, en todo caso, el pueblo recibirá al Papa como una manifestación de la bendición de Dios.
Por parte del Vaticano se explica el lema como “vivir la fe en armonía con la cultura según las tradiciones del pueblo de Timor Oriental”.
Para entender un poco del valor de la identidad católica de Timor no basta remontarse a la colonización portuguesa. Ésta trajo la primera evangelización en algunas zonas del país. Pero la vinculación con la identidad se ha fraguado a lo largo de la ocupación indonesia: la fe católica era percibida por el pueblo como un “hecho diferencial” frente a la ocupación, a lo que se añadía el importante papel que tuvo la Iglesia Católica como pilar de la resistencia: conservando las iglesias como ámbito en el que se podía hablar la lengua local más común, el tetun, denunciando abusos, acogiendo perseguidos, dando testimonios valientes. Este papel supuso muchas conversiones al cristianismo, como católicos. También ha supuesto prestigio, influencia y, por ahora, poder para la Iglesia Católica.
Además de este factor histórico y socio-político, podemos considerar la notable acogida que ha tenido la fe en relación con la cultura (o más bien culturas) local: con frecuencia expresan que igual que en Israel tenían el Antiguo Testamento, ellos tienen sus tradiciones que cumplen el mismo papel, llegando a identificar varios aspectos de sus tradiciones como preanuncio de Cristo. No he percibido algo igual en otras culturas animistas de otros continentes.
Ambas realidades son, sin duda, riquezas de este pueblo y de esta Iglesia, pero no están exentas de sus correspondientes peligros.
La cultura tradicional es animista y no sólo quedan sus valores positivos y tradiciones, también permanecen sus miedos a espíritus, maldiciones… y particularmente una verticalidad difícilmente superable, de la que posiblemente sea un eco en la Iglesia su fuerte clericalismo. Estos aspectos de la cultura tradicional necesitan ser iluminados por una fe liberadora, que se apoye en sus profundos valores y desde ahí supere la negatividad. Pero para ello también se debe hacer un estudio profundo de lo que subyace en las culturas y cómo trabajar este diálogo. Apenas hay escrito al respecto y el recientemente fallecido obispo de Baucau quiso poner algunas bases.
De hecho, el modo de acercarse a la fe por parte de las Asambleas de Dios (grupo protestante mayoritario en la isla de Atauro) es muy diferente: en su mayoría rechazan completamente la cultura tradicional. El resultado es agridulce: por un lado tienen más asimilados varios de los valores cristianos, una ética más consistente, mayor solidaridad… pero por otro lado no se han desconectado del todo de su cultura que muchos mantienen a escondidas y, como suele suceder en estos casos, desconfigurada.
Es un buen lema el escogido, una invitación necesaria pero que debe llevar, como señalaba, a una profunda reflexión y a un plan de trabajo. A ello posiblemente se debiera añadir, si es que se puede decir así, cristianizar más la fe católica. Me explico: por su relación con la cultura, ha entrado muy bien el reconocimiento de Cristo como Señor, Salvador, Hijo de Dios y, con ello, la liturgia habitualmente muy bien cuidada y preparada por el pueblo con sus pastores. Pero la catequesis está subordinada a los sacramentos, y la dimensión social cristiana de la fe (atender a Cristo en los más necesitados) es muy débil, como se manifiesta en el escaso papel que se da a las actividades de cáritas, por ejemplo, o la débil estructura de la educación católica, por no hablar del papel auxiliar reservado a los laicos.
En este sentido, la invitación del Papa a la sinodalidad y la reflexión que en esta Iglesia se está haciendo al respecto pueden ser un camino que, por un lado, enlace con lo mejor de las tradiciones timorenses iluminándolas, dejándose enriquecer por ellas y mejorándolas y, por otro, desenvuelva la identidad católica superando una visión de la religión en la que el Reinado de Dios es algo más bien personal e íntimo.
Añadir que en la preparación se ha querido trabajar con las cartas Laudato sii y Fratelli tutti, que también apuntarían a esta línea de cambio, y en todas las comunidades cristianas se ha rezado un largo e inspirado texto para que la visita tenga éxito.
Por la parte política también se ha trabajado notablemente, preparando el lugar, organizando los movimientos y logística, financiando… pero este trabajo ha incluido la realización de obras de la ciudad, eliminando puestos de venta populares, y numerosas viviendas que, posiblemente, no tenían derecho a estar, pero el modo, la rapidez y el volumen de personas afectado han llevado a una dura crítica y decepción por buena parte del pueblo y algunos eclesiásticos.