Oremos como discípulas, conscientes de nuestra llamada a movilizar todos los esfuerzos necesarios para dar testimonio de una Divinidad amorosa, inclusiva y justa, que habita en las historias de esperanza, dolor, resistencia y alegría de cada ser humano, y en especial de cada mujer que ha enfrentado opresión y violencia.
Nos comprometemos profundamente a luchar este 25 de noviembre, y cada día, contra toda forma de violencia, injusticia y desigualdad, recordando a las mujeres que nos precedieron y fortaleciendo a quienes hoy alzan sus voces por un mundo donde reine la equidad y el respeto. Que nuestra fe y acción reflejen siempre el rostro de una Divinidad que ama, abraza y transforma.