#sentipensares Somos las viudas persistentes que clamamos día y noche
| Luz Estela (Lucha) Castro
El Evangelio de hoy, la parábola de la viuda persistente (Lucas 18, 1-8), nos confronta con la realidad de un poder judicial que, muchas veces, parece más cercano al juez indiferente de la historia que al Dios justo y compasivo. La viuda es símbolo de tantas mujeres que enfrentan el sistema legal buscando justicia, pero se encuentran con indiferencia, burocracia o incluso complicidad con el poder opresor.
En la parábola, la viuda no se resigna. Su persistencia vence al juez, no porque él sea justo, sino porque ella no cede. Aquí Jesús nos lanza un llamado claro: la justicia no se concede, se exige. Como feministas, reconocemos que esta lucha es nuestra historia y nuestra misión. En un mundo donde las mujeres son invisibilizadas, criminalizadas y revictimizadas, somos las viudas persistentes que claman día y noche. Y lo hacemos desde la colectividad, porque sabemos que ninguna de nosotras puede enfrentarse sola a la inmensidad del sistema.
Las viudas modernas son muchas: las madres que buscan a sus hijas desaparecidas, las mujeres que denuncian la violencia machista y son ignoradas, las trabajadoras que exigen derechos laborales en contextos de explotación, las víctimas de feminicidio cuya voz ha sido silenciada y aquellas que se enfrentan al juicio de una sociedad patriarcal que legitima la impunidad. Todas ellas claman, como la viuda de la parábola, una justicia que aún se les niega.
Pero no basta con esperar que los jueces cambien su corazón. Este Evangelio nos llama a transformar estructuras, a cuestionar sistemas que perpetúan la impunidad y a construir comunidades que acompañen y respalden a quienes buscan justicia. La resistencia por el acceso a la justicia es colectiva, y solo juntas podremos derribar los muros de la indiferencia. No podemos permitir que el desaliento nos paralice.
Desde este horizonte, llamamos a todas las personas comprometidas con la justicia a ser solidarias con las viudas modernas: a acompañarlas, a alzar la voz junto a ellas, a exigir un poder judicial que no sea ciego ni sordo ante el clamor de quienes sufren.
¡Que este pasaje nos impulse a la acción! La justicia no solo es posible, es urgente.