NAVIDAD, ¿fiesta pagana?



Me sorprende cada año más el proceso de laización al que está sometida la Navidad. De ser una fiesta religiosa ha pasado a ser una celebración meramente secular, en la que el olvido del elemento religioso está esmeradamente perfeccionado. Sólo algunos ejemplos.

Nacimiento vs Árbol. El enfrentamiento más antiguo entre los símbolos navideños está entre estos dos elementos. El Nacimientosigue siendo la manifestación navideña más representativa, y se sigue poniendo no sólo en los hogares y en las iglesias, sino en lo locales públicos para ser visitados y contemplados por las personas más diversas. El Nacimiento tiene por centro el Portal de Belén (con María, José y el Niño), y tiene cubiertos sus caminos y su montañas de serrín y de corcho por los motivos directamente evangélicos (pastores, Reyes Magos, Herodes...). El Árbol ha ido introduciéndose progresivamente en todos los espacios sin símbolos religiosos expresos, sino con su verde intenso y sus bolitas y sus cintas de colores, cubiertas muchas veces de las felicitaciones navideñas. Evidentemente algunos exclusivizan intencionadamente uno solo de los dos elementos, pero no está exacerbado el enfrentamiento entre ambos y en muchos espacios conviven amorosamente el Nacimiento y el Árbol. Un signo de madurez, que se extiende incluso a los sitios religiosos.

Reyes vs Papá Noel. Estos dos elementos también al principio fueron antitéticos, sobre todo en España pues en muchos otros países la fiesta de los Reyes se celebra sólo en la liturgia católica, sin connotaciones populares. Tradicionalmente en España, sin embargo, los regalos a los niños los traían los Reyes Magos, resultando la Cabalgata de la víspera una apoteosis de la imaginación infantil en torno a estas figuras emblemática. Contra esta más antigua costumbre, la figura cordial del barrigudo y cubierto de rojo, Papá Noel, ha ido invadiendo también los hogares, trayendo los regalos más tempranamente, normalmente el mismo día de la Nochebuena. También estos dos símbolos conviven pacíficamente en muchos casos, sin establecer rivalidad entre ambos. El exceso, con todo, también ha surgido, con una insólita cabalgata de Reyes el año pasado en Madrid, que excluía y mixtificaba los signos de identidad tradicionales de los Reyes Mago; o como el presente año en Barcelona, donde al Ayuntamiento ha puesto una inverosímil "nacimiento" repleto de elementos nada religiosos. ¡Muy propio de España esta mescolanza entre lo laico o secular y lo irreligioso!.

Cambiante iluminación de las calles. En lo que tal vez se advierte más la progresiva transición hacia elementos exclusivamente laicos en los adornos navideños es en la forma de iluminar las calles de las ciudades. Hace ya bastantes años, la iluminación se reducía a un ¡FELIZ NAVIDAD! compuesto por luces de colores, acompañado por figuras de ángeles o estrellas elaboradas también con bombillas relucientes. En la actualidad, la iluminación de las calles ha llegado a una sofisticación extrema de búsqueda de elementos luminosos no figurativos, eludiendo la mención de la Navidad o la representación de las figuras evangélicas del entorno navideño. Es notable la belleza que consiguen las iluminaciones callejeras en algunas ciudades: en Vigo, el Alcalde -el socialista Abel Caballero- reconoce que -"el concepto de Navidad ha cambiado sociológicamente... Hace tres años, se me ocurrió hacer de las luces un atractivo para la ciudad y el turismo". La excepción que confirma la regla es la iluminación de las calles de Málaga en el presente año: no la he visto personalmente, pero las luces de la calle Larios reproducen a la Catedral y hay incluidos además elementos figurativos relativos a los motivos navideños, con lo cual ya han surgido airadas protestas por no respetar el carácter no confesional de la Constitución y también la respuesta de su Alcalde, revindicando el derecho a representar y defender los valores de sectores respetables de la ciudadanía. ¡Muy español también este enconamiento entre ambas posturas contrapuestas!.

Revistas y escaparates. El eco de toda esta evolución histórica se advierte cada año particularmente en los números extraordinarios de ls revistas en el tiempo navideño, y también en la variedad del exorno de los escaparates.

Los números extraordinarios de Navidad de los periódicos -muy engordados de páginas, para recoger la publicidad de los productos "navideños": perfumes, comestibles, complementos, regalos...- constituyen un ejemplo paradigmático a este respecto. El número de EL País Semanal recoge en su portada una imagen nada navideña, una auténtica orgía de muy bien compuestas piernas femeninas, porque en el llamado "Especial Navidad" (el título de este número no puede evitar la palabra "navidad", que casi se elimina en las 96 páginas siguientes)se incluye un amplio reportaje sobre "la fiesta de las series" televisivas, y todo el número constituye además una constante referencia a la "celebración", sin concretar expresamente a qué celebración se refiere: "las citas más hedonistas del año están a punto de llegar... para el día después, los cuidados faciales ayudan a recuperarse y a seguir con la celebración"; "un menú, a base de vegetales de temporada..., una celebración de equilibrio con el medio ambiente"; "el poner la mesa está a punto de convertirse en el eje central en torno al que pivotarán las celebraciones"...; hasta para recomendar lecturas navideñas, se evita el término especifico Navidad: "tiempo de paz, tiempo de lectura". Los restantes periódicos, en sus informaciones y en sus anuncios, inciden en la misma tendencia: las referencias a la Navidad se obvian, sustituidas por las solas alusiones al consumismo y a la celebración de las fiestas... Una corriente imparable.

En la decoración de los escaparates, cada cual opta por sus preferencias. No es tan general la eliminación de los motivos religiosos navideños, porque el instinto comercial intuye que todavía está presente en buenos sectores de la población -en el escaparate ¡de una zapatería!, este año, he visto instalado un Belén grande, en toda regla-, aunque la gran mayoría sigue la costumbra actual de referirse a la celebración de las "fiestas", sin alusiones expresas a qué es lo que se está celebrando.

VALORACIÓN DEL FENÓMENO
La tendencia está muy clara en la sociedad española actual, aunque no resulta lo más procedente levantar siempre por ello voces indignadas al cielo. El crecimiento del laicismo -cuando no se reduce a ser anti-religiosidad o anti-catolicismo-, la invasión del secularismo, pueden ser también miradas con otros ojos.

El actual P. General de los jesuitas, Arturo Sosa, en el reciente Sínodo de los Obispos celebrado en Roma, se atrevió a sugerir que el proceso de la secularización no tiene por qué considerarse como sólo negativo: "Se trata de ver la secularización, y el mundo secular que surge de ella, como uno de los modos como el Espíritu nos está hablando y guiando en este tiempo. En lugar multiplicar lamentos por el pasado idealizado que se fue, preguntémonos sinceramente qué nos está diciendo el Señor a través de la secularización, hacia dónde nos lleva el Espíritu Santo a través de ese camino que está viviendo la humanidad". Positivamente afirmó también que "percibir el proceso de secularización como signo de los tiempos nos lleva a hacernos conscientes de cómo el mundo secular nos libera de ser cristianos automáticamente, por costumbre, porque vivimos en un ambiente cristiano, porque se es parte de una familia cristiana en una sociedad cristiana. En una sociedad secular -sigue afirmando Arturo Sosa- se es cristiano porque se quiere, porque se ha hecho la pregunta, se ha informado, se ha discernido, y se elige ser cristiano". El sentido positivo que tiene la secularización de los modos y de las costumbres sociales actuales es patente: "La sociedad secular nos libera también de fundar en la religión la identidad tribal, la identidad nacional o cualquier otra identidad ajena a la experiencia espiritual que nos invita a reconocernos humanos, hermanos y hermanas, hijos e hijas del mismo Padre. La sociedad secular nos lleva a recuperar la importancia del anuncio de la fe y del acompañamiento pastoral de la maduración humana y cristiana". Una valiente actitud frente al crecimiento de lo laico y del secularismo, todavía no muy frecuente en los ambientes cristianos más tradicionales.

Causa ciertamente alguna pena todo el fenómenos descrito. Apena sobre todo el que hay mucha gente que no llega a percibir el sentido más hondo de la Navidad. Como he encontrado en un Misal, al introducir el Tiempo de la Navidad, "ninguna otra fiesta ha sufrido más un proceso de secularización: todos celebran la Navidad, pero pocos saben por qué lo hacen". Para muchos, la Navidad es ya sólo fiesta pagana. Pero este elemento negativo del fenómeno actual abre a un redescubrimiento de la Navidad para aquellos a los que les ha sido revelada como manifestación del Amor de Dios hacia los hombres. Para el que busca y encuentra este sentido, que es gracia y don de Dios, el gozo de la Navidad es más pleno e intenso.
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