Objetividad, ¿imposible para la prensa?
¿Es imposible dar una noticia con total objetividad, sin intervención de lo subjetivo? La discusión es eterna, pero ahora se ha actualizado con el tsunami de la revolución tecnológica.
La irrupción del internet, con el que en pocos segundos se da a conocer a todos lo captado por un teléfono móvil, altera esencialmente el sentido de la noticia y permite a cualquier ciudadano convertirse en un periodista. Del periodismo profesional, en el que había unas depuradas técnicas de obtención y de acreditación de la noticia, se ha pasado al que se ha llamado periodismo ciudadano, en el que todos pueden intervenir y en el que la pretendida noticia se puede verter en cortos mensajes de twitter o en improvisados comentarios en los blogs que se canalizan a través de facebook. La cara y la entraña del periodismo han sufrido profundos cambios. Se ha llegado a decir que de los "medios de masas" (mass media) se está pasando sin más a la "masa de medios"
Frente a la opinión clásica de la necesaria objetividad de la información expuesta por The New York Times, recientemente el inglés The Guardian ha reivindicado que la información aséptica hay que aliñarla también con el condimento más sabroso de las propias ideas. Acreditados periodistas de ambos medios (Bill Keller y Glenn Greenwald, respectivamente) han defendido sus posturas , en un debate que se ha entablado también en otros medios y por otros profesionales.
Alguno ha destacado que es muy difícil -o imposible- eliminar de la información "el rastro personal-subjetivo" (Ana Azurmendi, profesora de la Universidad de Navarra). Es cierto que la elección de la noticia -la historia, en la acepción más amplia del habla inglesa-, o su enfoque cuando la noticia se impone por sí misma, llevan casi inevitablemente la impronta de la valoración personal. El Decano de la Facultad de Comunicación de San Pablo CEU ha llegado a afirmar, arriesgando tal vez demasiado, que "la profesión periodística no debe estar tan obsesionada por la objetividad sino por la intencionalidad", y, coherente con este principio, este profesor, José Francisco Serrano, ejerce un periodismo ciertamente muy combativo en un medio muy parcial hacia sus ideas, Alfa y Omega. Para algunos, la revolución informática determina una inclinación de los medios hacia la subjetividad, hacia la transmisión de la noticia ya enfocada e interpretada.
Esta movida hacia la subjetividad es un hecho evidente, que no considero precisamente que honre a la prensa y a los restantes medios españoles. Me resulta lamentable conocer con anticipación qué van a decir sobre las diferentes informaciones los principales medios de nuestro país. Están muy sesgados los medios, según sean su afiliación o sus simpatías, hasta el punto que parece haber dos Españas diferentes según se siga EL PAÍS-SER o ABC-COPE. Esta radicalización de los medios alaga a muchos oídos a los que les gusta que le digan lo que les gusta oír, pero no creo que suponga un beneficio real ni para la recta información ni para la mutua comprensión y acercamiento entre las diversas mentalidades españolas.
Sin entrar en el problema filosófico de si es posible el acceso a la verdad completa, de si después de Kant la realidad no la percibimos siempre subjetivada, prefiero seguir pensando que la noticia debe ser siempre lo más objetiva que resulte posible -en la elección, en la extensión, en la titulación, en el tratamiento informativo que se le dé-, dejando para los editoriales y para los artículos firmados la valoración y la interpretación de los mismo. Modestamente considero que esto puede y debe seguir siendo verdad, incluso después de la revolución tecnológica.
Nota: Muchas de la referencias y citas aportadas están tomadas de una lejana y amplia información, firmada por Rosario G. Gómez en EL PAÍS, del 29 Diciembre 2013. Las interpretaciones, con todo, son personales.
La irrupción del internet, con el que en pocos segundos se da a conocer a todos lo captado por un teléfono móvil, altera esencialmente el sentido de la noticia y permite a cualquier ciudadano convertirse en un periodista. Del periodismo profesional, en el que había unas depuradas técnicas de obtención y de acreditación de la noticia, se ha pasado al que se ha llamado periodismo ciudadano, en el que todos pueden intervenir y en el que la pretendida noticia se puede verter en cortos mensajes de twitter o en improvisados comentarios en los blogs que se canalizan a través de facebook. La cara y la entraña del periodismo han sufrido profundos cambios. Se ha llegado a decir que de los "medios de masas" (mass media) se está pasando sin más a la "masa de medios"
Frente a la opinión clásica de la necesaria objetividad de la información expuesta por The New York Times, recientemente el inglés The Guardian ha reivindicado que la información aséptica hay que aliñarla también con el condimento más sabroso de las propias ideas. Acreditados periodistas de ambos medios (Bill Keller y Glenn Greenwald, respectivamente) han defendido sus posturas , en un debate que se ha entablado también en otros medios y por otros profesionales.
Alguno ha destacado que es muy difícil -o imposible- eliminar de la información "el rastro personal-subjetivo" (Ana Azurmendi, profesora de la Universidad de Navarra). Es cierto que la elección de la noticia -la historia, en la acepción más amplia del habla inglesa-, o su enfoque cuando la noticia se impone por sí misma, llevan casi inevitablemente la impronta de la valoración personal. El Decano de la Facultad de Comunicación de San Pablo CEU ha llegado a afirmar, arriesgando tal vez demasiado, que "la profesión periodística no debe estar tan obsesionada por la objetividad sino por la intencionalidad", y, coherente con este principio, este profesor, José Francisco Serrano, ejerce un periodismo ciertamente muy combativo en un medio muy parcial hacia sus ideas, Alfa y Omega. Para algunos, la revolución informática determina una inclinación de los medios hacia la subjetividad, hacia la transmisión de la noticia ya enfocada e interpretada.
Esta movida hacia la subjetividad es un hecho evidente, que no considero precisamente que honre a la prensa y a los restantes medios españoles. Me resulta lamentable conocer con anticipación qué van a decir sobre las diferentes informaciones los principales medios de nuestro país. Están muy sesgados los medios, según sean su afiliación o sus simpatías, hasta el punto que parece haber dos Españas diferentes según se siga EL PAÍS-SER o ABC-COPE. Esta radicalización de los medios alaga a muchos oídos a los que les gusta que le digan lo que les gusta oír, pero no creo que suponga un beneficio real ni para la recta información ni para la mutua comprensión y acercamiento entre las diversas mentalidades españolas.
Sin entrar en el problema filosófico de si es posible el acceso a la verdad completa, de si después de Kant la realidad no la percibimos siempre subjetivada, prefiero seguir pensando que la noticia debe ser siempre lo más objetiva que resulte posible -en la elección, en la extensión, en la titulación, en el tratamiento informativo que se le dé-, dejando para los editoriales y para los artículos firmados la valoración y la interpretación de los mismo. Modestamente considero que esto puede y debe seguir siendo verdad, incluso después de la revolución tecnológica.
Nota: Muchas de la referencias y citas aportadas están tomadas de una lejana y amplia información, firmada por Rosario G. Gómez en EL PAÍS, del 29 Diciembre 2013. Las interpretaciones, con todo, son personales.