La "noche en blanco", una sorpresa
Una carambola no pretendida me hizo pasar en la noche del sábado, unos pocos minutos antes de la una de la noche, por la calle Larios de Mñalaga, y pude constatar la movida en todo su auge de La noche en blanco. Me quedé del todo sorprendido.
Sorprende mucho, ya avanzada la noche, encontrarse con una impresionante masa de gente por las calles. No eran personas aisladas, sino bloques compactos de gente llenando todos los espacios. De todas las edades, pero dominando la gente joven. Aire de diversión, de paseo despreocupado, de ganas de pasar un buen rato en la noche espléndida.
La noche en blanco es una iniciativa del Ayuntamiento de Málaga, que lleva ya años repitiéndose en las primaveras. El intento es atraer a la gente para divertirse sanamente en la noche, redimir el espacio nocturno del sambenito de horas malas, reuniendo en la calle muchas diversiones y abriendo los museos y locales públicos para las visitas multitudinarias. El lema Todo libre, Todo gratis penetra fácilmente en amplios sectores, motivándoles para salir de casa y lanzarse al paseo y a la diversión nocturna.
Este año, parece que el motivo eran los cuentos populares, bajo el lema Érase una vez... En la calle Larios y en otros emplazamientos, estaba instalada una serie de amplios y elevados escenarios, con personajes de los cuentos más famosos, escenificando las historias y contactando y haciéndose fotos con los que se acercaban. Una gran orquesta interpretaba músicas en la Plaza de la Constitución. Los museos estaban abiertos, ofreciendo visitas gratuitas. Otras atracciones estaban también instaladas en otros emplazamientos de la ciudad. En el Thysen, a la una de la noche, había una cola de más de cien metros, en filas de muchas personas en fondo, esperando para la entrada ordenada en el museo.
Lo que más me ha llamado la atención del contacto directo con esta realidad es palpar las ganas de divertirse que tiene el pueblo. Una oferta algo estructurada y con cierta organización obtiene una acogida inmensa por parte de la multitud. La gente está deseosa de salir de sus casas, de encontrarse con los demás, de divertirse. Contrasta este afán expansivo de la población con el retraimiento manifestado ante otras convocatorias, tanto religiosas como políticas. La respuesta proviene de todos los estamentos, de todas las zonas de la ciudad, de todas las edades. Dominan los jóvenes (los que más se retraen ante otras convocatorias), pero no falta la mediana edad y los matrimonios con niños. Invita a la reflexión la respuesta masiva ante esta convocatoria a la sana diversión. El pueblo sabe elegir cuando se le convoca, y esta manifestación tan multitudinaria sorprende y admira. Dejo testimonio de mi sorpresa.
Sorprende mucho, ya avanzada la noche, encontrarse con una impresionante masa de gente por las calles. No eran personas aisladas, sino bloques compactos de gente llenando todos los espacios. De todas las edades, pero dominando la gente joven. Aire de diversión, de paseo despreocupado, de ganas de pasar un buen rato en la noche espléndida.
La noche en blanco es una iniciativa del Ayuntamiento de Málaga, que lleva ya años repitiéndose en las primaveras. El intento es atraer a la gente para divertirse sanamente en la noche, redimir el espacio nocturno del sambenito de horas malas, reuniendo en la calle muchas diversiones y abriendo los museos y locales públicos para las visitas multitudinarias. El lema Todo libre, Todo gratis penetra fácilmente en amplios sectores, motivándoles para salir de casa y lanzarse al paseo y a la diversión nocturna.
Este año, parece que el motivo eran los cuentos populares, bajo el lema Érase una vez... En la calle Larios y en otros emplazamientos, estaba instalada una serie de amplios y elevados escenarios, con personajes de los cuentos más famosos, escenificando las historias y contactando y haciéndose fotos con los que se acercaban. Una gran orquesta interpretaba músicas en la Plaza de la Constitución. Los museos estaban abiertos, ofreciendo visitas gratuitas. Otras atracciones estaban también instaladas en otros emplazamientos de la ciudad. En el Thysen, a la una de la noche, había una cola de más de cien metros, en filas de muchas personas en fondo, esperando para la entrada ordenada en el museo.
Lo que más me ha llamado la atención del contacto directo con esta realidad es palpar las ganas de divertirse que tiene el pueblo. Una oferta algo estructurada y con cierta organización obtiene una acogida inmensa por parte de la multitud. La gente está deseosa de salir de sus casas, de encontrarse con los demás, de divertirse. Contrasta este afán expansivo de la población con el retraimiento manifestado ante otras convocatorias, tanto religiosas como políticas. La respuesta proviene de todos los estamentos, de todas las zonas de la ciudad, de todas las edades. Dominan los jóvenes (los que más se retraen ante otras convocatorias), pero no falta la mediana edad y los matrimonios con niños. Invita a la reflexión la respuesta masiva ante esta convocatoria a la sana diversión. El pueblo sabe elegir cuando se le convoca, y esta manifestación tan multitudinaria sorprende y admira. Dejo testimonio de mi sorpresa.