En esta semana Dos signos de increíble decrepitud social
| Luis Espina Cepeda
Ocurren cosas que resultan muy difíciles de creer. Saltan de pronto a la actualidad, se imponen como reales y desbordan el ámbito de la imaginación social. Antes de la que actualidad siguiente se las trague, conviene resaltar estas dos inmediatas noticias para provocar un mínimo de reflexión sobre ellas.
INTENTA SUICIDARSE PARA PERMANECER MAS TIEMPO EN LA CÁRCEL
El hecho ha ocurridoa las puertas de la prisión de Huelva, el sábado 4 de mayo. Un hombre de 56 años, que había sido liberado de la cárcel aquel mismo sábado a las 11,00 de la mañana, regresó en un taxi a las puertas del edificio penitenciario a las 4 de de la tarde para solicitar ser de nuevo admitido como recluso en la prisión. Al decirle los funcionarios que no resultaba posible readmitirlo en la prisión, porque ya se había cumplido su plazo penitenciario de 37 años, reaccionó cortándose seriamente el cuello con un cuchillo, de forma que -tras una inicial cura de urgencia en la misma prisión- tuvo que ser llevado inmediatamente al hospital más cercano para intentar salvarle la vida. Llegó a tiempo al hospital, y se ha podido recuperar su vida en el aspecto físico.
Importa menos la posterior discusión que se ha planteado entre la "Agrupación de los Cuerpos de la Administración de Instituciones Penitenciarias" (ACAIP), por una parte, que difundió la noticia y que aprovechaba la ocasión para denunciar que "existe una contrastada escasez de medios para reclusos con problemas mentales", por una parte. Y por la otra parte, las autoridades de la prisión, que se han apresurado a declarar que el ex-recluso había rechazado las opciones de reinserción que se le habían ofrecido antes de salir de la cárcel, que contaba con un fondo de 13.000 €, que no tenía problemas mentales aunque sí era cierto que no contaba con el apoyo de su familia por la índole de su anteriores delitos y que ya estaba fuera de peligro en la planta del hospital.
Hasta triste resulta este enfrentamiento institucional entre los empleados y los directivos de la prisión, intentando unos dejar mal y los otros salvar la imagen del centro penitenciario. Hasta ha intervenido desde Madrid el Ministro del Interior en funciones, Grande Marlaska, declarando que es "modélico" el sistema penitenciario español y que el protagonista de este suceso "había rechazado las oportunidades de reinsertarse que se le habían ofrecido".
Más allá de las culpas, lo que clama al cielo e invita a la reflexión en este caso es que una persona rechace lo que todos los presos ansían recuperar, la libertad; que pretenda reingresar en la cárcel -"Dejadme entrar... No quiero vivir", dicen que decía- y que, sin saber a dónde ir, se sienta tan desprotegido por la sociedad que pretenda fehacientemente quitarse la vida. Un síntoma evidente de que algo no marcha, una señal de alarma para al menos la reflexión.
UN AÑO MUERTO, SIN QUE NADIE SE ENTERE
La otra increíble noticia también descubierta estos días es que un hombre ha permanecido un año entero muerto en su casa, sin que nadie se de cuenta de ello.
El hecho ha ocurrido en Madrid, en el distrito de Puente de Vallecas, y se ha hecho público el 7 de mayo. El estrambote de este caso es que se ha conocido porque unos vecinos alertaron a la policía de que unos okupas estaban intentando entrar en una vivienda. Lo agentes acudieron, tuvieron que forzar las puertas de la vivienda y se encontraron dentro el espectáculo de una casa llena de basura, con un hombre de unos 70 años, muerto desde hacía un año, prácticamente momificado.
Lo que llama la atención de este caso es su inmediatez y el hecho de que haya estado un año muerto, sin que nadie se de cuenta de ello. Impresiona el grado de soledad de esta persona, sin ningún contacto social, de suerte que su muerte no haya sido percibida por ninguna otra persona, ni parientes, ni vecinos, ni conocidos de ningún tipo. Sólo se le ha descubierto una sobrina, que no mantenía trato frecuente con él. También resulta muy triste constatar que una persona no suponga nada absolutamente para nadie, que su muerte pueda ocurrir sin despertar las alertas de nadie, porque nadie contaba en la práctica con ella. El internet da cuenta de más casos parecidos, más lejanos en el tiempo yen el espacio. Este llama ahora más la atención, porque ha ocurrido ahora y en nuestra España socialmente desarrollada.
REFLEXIÓN MÍNIMA
Impresionan ahora esos casos por lo inmediato. Resultan síntomas de decrepitud social, en un contexto español crecientemente desarrollado. Son aldabonazos a la conciencia, para hacer ver que el bienestar generalizado no llega a todos. Que hay casos sangrantes, que también conviene mirar para no penar que esto es Jauja. No hay que hacer demagogia, pero tampoco dejar de considerar que hay personas que sufren más de lo que resulta pensable en el contexto más normalizado que nos rodea. Una mirada a estos extremos de descomposición social resulta beneficiosa para todos.