Amor como fundamento del ser

Hoy me gustaría en este “minuto para el encuentro” compartir con los que estáis al otro lado algo sobre el verbo AMAR. Verbo que usamos con tanta facilidad

como un sentimiento y a la vez, por qué no, como virtud. Pero para ser capaces de amar a los demás, tenemos que saber amarnos primero a nosotros mismos.
Cuando hablamos del amor, lo primero que nos viene a la cabeza es esa experiencia de “amor pasional”. Ese amor que nos puede llevar a la felicidad, pero también a la desgracia. A la vez señalaría también dos tipos más de amor: el amor de amistad, que es el que se alegra por el otro. Donde te sientes acogido y acoges incondicionalmente si la amistad es verdadera, empapado de confianza y apertura.
Un tercer amor sería el amor de Dios, para los cristianos, fundamento de todo ser que hacía mención al inicio. Es difícil describir este sentimiento, pero para quienes lo sentimos, lo definiría como una energía interior que nos conduce a un sosiego y una paz interior difícil de describir, llegando incluso a controlar nuestra vida en situaciones extremas.
El amor sea del tipo que sea, está claro que nunca nos deja indiferente, es un sentimiento que nos puede arrastra a la dicha o a la desdicha. Te pueda llenar de dolor o de felicidad, pero está claro, que nuestra vida siempre girará en torno a él.
¿Alguien se atrevería a compartir en este espacio como lo siente o vive? Os cedo ese minuto…
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