“Los hombres salen a hacer turismo para admirar las crestas de los montes, el oleaje tempestuoso de los mares, el fácil y copioso curso de los ríos, las revoluciones y los giros de los astros. Y, sin embargo, se pasan de largo a sí mismos. No hacen turismo interior.
Entra en ti mismo. Examínate. Júzgate. Espero que demuestres categoría suficiente como para no pretender engañarte a ti mismo. ¿No te dice nada tu conciencia? Me parece que sí, que te ha dicho algo, aunque, tal vez, tú te empeñes en negarlo. No pienses que yo tengo interés en saber lo que te grita tu conciencia. Me basta con que te oigas a ti mismo. A solas. Y sin testigos.” (S. Agustín)
¡Cuánto trabajo nos cuesta hacer este ejercicio y qué razón tenía y tiene este doctor de la Iglesia!
Somos un país a la cabeza de las críticas, de juzgar, de mirar la paja del otro y no mi viga, como nos dice el evangelio. Pero de vez en cuando no estaría de más pararnos un poco, entrar en mi interior con la mayor nobleza y humildad, intentando admitir y aceptar aquello que hace daño a quienes más cerca tengo e intentar limarlo. Creo que sería una buena cura para con nosotros mismos al inicio del año donde todo el mundo lo empieza con buenos propósitos como: adelgazar, Ir al gimnasio, aprender inglés (ahora alemán), no fumar etc, etc… entre todos ellos también podría estar el aprender a juzgarme en lugar de juzgar ¿no os parece?