Desgracias evitables e inevitables

Cuando uno piensa en un país como Japón, no lo une precisamente al termino “pobreza”, ya que es, o era hasta ahora, la tercera economía mundial.
A los japoneses, normalmente, les han enseñado a no mostrar sus frustraciones públicamente, de ahí, su ejemplar comportamiento y saber estar ante una situación tan extrema como la que están padeciendo en estos momentos.
El día 11 de marzo sus vidas dieron un vuelco. Un terremoto de 8.9 grados unido a un tsunami asoló por completo el país. Ante una tragedia de esa magnitud, la sensación de impotencia era inevitable. Miles de muertos, desaparecidos, pueblos asolados… la madre naturaleza volvía a rugir y esta vez, sin precedentes, pero en poco tiempo parece que esto pasó a un segundo lugar empezando a copar la actualidad de todos los medios de comunicación del mundo lo que venía después.
No eran las desgracias humanas, sino los once reactores de Fukushima, con fuga de radiación y energía atómica, la posibilidad de más de una explosión y desastre nuclear. Esto se unió de inmediato a un desplome bursátil, el índice Nikkei bajaba como nunca lo había hecho, así que lo primero era inyectar miles de millones para controlar esta situación y volver a la normalidad con la mayor brevedad posible.
Hasta la fecha es ahí donde se está centrando gran parte de la información dejando a las personas en un segundo plano.
Antes de todo esto Japón tenía la cuarta tasa más alta de pobreza entre los países desarrollados, pero ¿cómo es posible, siendo la tercera potencia?, pues lo es. Una vez más, se confirma que son múltiples las formas de pobreza que pueden asolar a un país y muchos los tipos de desigualdades, de reconocimiento de la realidad y causas que lo originan, pero lo que está claro, es que están ahí con mayor o menor presencia…
Hay cosas que no se pueden impedir como son las tragedias naturales, pero otras desgracias sí pueden ser evitables y no parece que al mundo le importe demasiado pararlas como puede ser el hambre, la muerte de niños, venta de armas, prostitucion… ¿seguimos? ¿Qué es lo que está pasando, qué mundo estamos haciendo? Quizá deberíamos de pensarlo con más detenimiento…
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