El día 2 de Febrero la Iglesia celebra la jornada de la Vida Consagrada.
A pesar del momento que estamos viviendo en todos los sentidos, la Vida Consagrada sigue teniendo mucho que decir. Para muchos hombres y mujeres, sigue siendo un sueño empeñados cada día por hacerse realidad en un amor encarnado. Un sueño lleno de esperanza e ilusión que les empuja cada mañana a morir un poco enterrando su grano de trigo para que en un futuro pueda ser testigo de una nueva espiga.
No podemos dejar de reconocer que ellos son la luz que sigue manteniendo viva a la Iglesia, sin dejar de caminar al lado del pueblo de Dios. Son quienes hoy día están junto a los más necesitados, en los lugares más recónditos donde nadie está dispuesto a ir. Allí están ellos, arriesgando y dando su vida incluso hasta la muerte.
La Vida Consagrada no surgió por casualidad, sino para curar heridas, en ocasiones, demasiado sangrantes que siempre acompañaran a muchas personas, por eso, hoy más que nunca, creo que necesitan el apoyo de todos nosotros, no solo por su bien, sino también por el de la Iglesia, porque allí donde desaparece la Vida Religiosa, se abre una brecha espiritual muy difícil de cerrar.
Son personas a las que hay que agradecer profundamente su generosidad, su respuesta a Dios en el único lenguaje que entienden: el amor. Ésta es la única forma de entender su radicalidad y entrega.
Gracias a quienes optasteis por dejar vuestra vida y como María, dar un “Sí” incondicional.