¡Cuántas veces no habremos escogido este atajo a lo largo de nuestra existencia!
Cuando no queremos enfrentarnos a una situación que nos supera, el ser humano lo que hace es buscar algún tipo de “recoveco” para evitarla, seguida de un montón de razones que lo justifiquen y nos auto convenzamos de seguir teniendo la conciencia “tranquila”. Seguro que todos conocemos a más de una persona que durante toda su vida ha preferido vivir con “orejeras” evadiendo cualquier tipo de acontecimiento que le supusiese un esfuerzo extra, sin enfrentarse a aquello que no le resulte demasiado atractivo, optando por la comodidad o por el que “lo hagan otros”. Sin darnos cuenta de que el tiempo que podamos emplear en buscar solución y enfrentar esas situaciones, es lo que nos ayuda a crecer y desafiar los retos de la vida. El problema es que no todo el mundo sabe o puede o quiere actuar así, por eso seguimos encontrándonos adultos que nunca dejarán de ser como niños.
Los cristianos tenemos el mejor ejemplo: Jesús. Él no optó por lo fácil, lo podía haber hecho y salir del paso, sin embargo, prefirió optar por la verdad. Por la dedicación de su tiempo y su vida a lo que creía.
Quizá deberíamos pararnos por unos momentos y pensar cuantas veces he actuado así en mi vida, escogiendo lo fácil y a qué consecuencias me han llevado…