¿La razón por encima de la emoción?
¿O quizá deberíamos invertir los términos emoción, razón o la preposición que los une?…
¿Podríamos encontrarnos con personas frías y calculadoras y a la vez compararlas con otras que sean pura emoción y sentimiento?
Creo que no podría existir una disyuntiva. Las personas somos una combinación de ambos factores, aunque siempre esté el extremo, donde puede que por su personalidad, tenga más desarrollada una parte que otra. Eso sí que podría suceder, ya que la razón es la que nos facilita las herramientas, sin embargo, las emociones, son las que nos fijan los objetivos.
Una persona racional que no sea capaz de expresar sus emociones o sentimientos, no puede llegar a ser feliz, algo que encontramos frecuente sobre todo en nuestra madre Iglesia, especialmente dentro del clero, a quienes se les está casi prohibido expresarse y sentir con plena libertad determinados sentimientos, teniendo que aprender a ser más racionales que emocionales en algunos temas acechándoles en todo momento la sombra del “miedo”. Aquí me asalta una pregunta: ¿miedo a qué?... Sustantivo demasiado común, haciendo que nuestra Iglesia generalmente no vaya acorde a los tiempos que vivimos.
Quizá la conclusión pueda merecer una segunda o tercera opinión. En vuestras manos está…