Un santo para cada día: 19 de septiembre S. Genaro (Patrón de Nápoles, cuyo misterio, la ciencia es incapaz de desvelar)
Hay vidas como la de S. Genaro de las que, prescindiendo de la historicidad de los datos que se manejan, hay una cosa totalmente cierta cual es la influencia que estas vidas han tenido a lo largo de la historia en las gentes y los pueblos que han venido detrás. Sin duda, la historia de la ciudad de Nápoles no se podría escribir sin una alusión a Genaro, su santo Patrón, incluso hoy día en que vivimos con una religiosidad a la baja, este santo sigue teniendo tirón entre sus gentes que le veneran y le quieren. Siempre que el Vesubio amenaza desgracias, todas las miradas se dirigen a S. Genaro y el día de su fiesta los habitantes de esta hermosa ciudad se reúnen para cantar alegremente en torno suyo. San Genaro es una garantía de que Nápoles seguirá siendo cristiana por mucho tiempo.
Se supone que Genaro nació en Nápoles o Benevento el 21 de abril del 272 . De él sabemos con certeza que fue obispo de Benevento y que sufrió el martirio en la persecución de Diocleciano hacia el año 305. Esta sería la última que iban a sufrir los cristianos hasta que vino la paz con Constantino. Todo sucedió de esta manera. Cuando Genaro tuvo conocimiento de que su amigo Sossio estaba apresado junto con otros compañeros, fue a visitarlos con frecuencia para reconfortarles y proporcionarles auxilio, hasta que los guardianes se percataron del hecho y lo notificaron a sus superiores, quienes inmediatamente dieron órdenes para que se les detuviera a todos ellos también. A los dos días Genaro y sus colaboradores Festo y Desiderio eran conducidos hasta Nola, para rendir cuentas ante el Gobernador. Como era la costumbre comienzan los interrogatorios y las torturas.
Cuando el gobernador se trasladó a Pozzuoli, los presos tuvieron que acompañarle caminando delante con cadenas y aquí sería el lugar donde se habría de cumplir la condena, siendo decapitados los tres, después de que en el anfiteatro las fieras no hubieran acometido contra ellos. Los cristianos, como era costumbre, recogieron parte de la sangre vertida y la guardaron como una preciosa reliquia que encontró acomodo definitivo en una preciosa capilla, joya artística del 700, en la catedral de Nápoles, donde reposan los restos del mártir.
Este es el lugar en que todos los 19 de septiembre se conmemora el martirio del santo patrón napolitano y sus conciudadanos son testigos de cómo esta sangre. vertida por el mártir, se torna líquida y de un color rojo intenso. La preciada reliquia se encuentra dentro de dos cubetas. Este hecho prodigioso es similar al fenómeno que se produce en Madrid en el interior del Real Monasterio de la Encarnación cada 27 de Julio, en referencia al mártir S. Pantaleón. El portentoso acontecimiento en torno a la sangre de S. Genaro ha sido estudiado, sin que ningún científico haya podido explicarlo hasta ahora satisfactoriamente, después de haber barajado 19 hipótesis. El suceso tiene lugar con regularidad tres veces al año: el 19 de septiembre, como se ha dicho, el primer domingo de mayo y el 16 de diciembre (Celebración de la fiesta patronal). Como es de imaginar el acontecimiento es acogido por los asistentes con gran alborozo. Las cubetas son presentadas a las autoridades civiles y religiosas y luego a todos los fieles presentes al acto, quienes manifiestan su júbilo y su admiración y así será sin duda durante mucho tiempo, porque los napolitanos difícilmente podrán olvidar lo que sucedía siempre que el Vesubio entraba en erupción, especialmente en aquel año de 1635, en que la lava del volcán amenazaba sepultar a Nápoles, fue entonces cuando el arzobispo sacó en procesión la santa reliquia de S. Genaro y el rio incandescente de lava derretida cambió de curso y de esta forma pudo salvarse la ciudad.
Reflexión desde el contexto actual:
Nuestro mundo, que se ha abierto a todo tipo de esoterismos, desde la brujería hasta la lectura de manos, pasando por el horóscopo, interpretación de los sueños, güija, tirada de cartas, tarot, etc., es el mismo que se muestra indiferente ante manifestaciones y fenómenos religiosos serios, con visos de sobrenaturalidad. Hoy existe gente que da crédito y confía su destino en manos de adivinos y en cambio se muestra reticente y crítico ante hechos admirable, como éste, que pueden ver con sus propios ojos, lo cual no deja de ser un tanto incongruente. Mírese por donde se mire, pareciera como que existe en algunos ámbitos culturales, una cierta aversión a la religiosidad tradicional, mientras se acoge con entusiasmo un tipo de religiosidad salvaje, más propia de pueblos primitivos, que la que debiera corresponder a una sociedad supercivilizada como la nuestra.