Cómo hay que seguir a Jesús.

Domingo Trece Año Ordinario C. 26.06.2016.


(Lucas 9, 51-62).


"Te seguiré adonde quiera que vayas. Jesús le respondió: "Los zorros tienen madrigueras y las aves del cielo tienen sus nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde descansar su cabeza".

No se trata de seguir a Jesús de cualquier modo.
El seguimiento de Cristo se hace por amor a Él. Recordemos cómo a Pedro le pidió tres veces con tres preguntas repetidas: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas?".

No se trata de un amor romántico y platónico. Es radical y absoluto. Asume todo el realismo de nuestra vida. Excluye no sólo los pecados, sino también cualquier acomodo o situación vital, aunque sea legítima, y esto es así cuando esos asuntos legítimos, en alguna disyuntiva son incompatibles con el radicalismo de la llamada que Jesús. Alguien que lo va a ayudar o secundar en la misión, no puede hacerle perder el tiempo en una formación, sino está dispuesto a sacrificar todo por el Evangelio y la construcción del Reino de Dios.

Parece, que su primer candidato a seguirlo, no se había dado cuenta que su comodidad lo tenía amarrado y esclavizado. Aquí se aplica: "Muchos son los llamados pero pocos los escogidos".

Se trata de seguir a Jesús sin colocar nada encima por sobre su persona.
Se trata de "amar con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas". Esto es igual que aquella tonada chilena: "Corazones partidos yo no los quiero". Jesús no quiere corazones partidos: "No se puede servir a dos señores".

Nada por encima de Jesús. Él es la Única Verdad Absoluta.
Pienso que si no busco a Jesús, el Amor Encarnado, por encima de cualquier cosa, incluso por sobre el apostolado, por sobre mi sacerdocio, por encima de uno y de nosotros mismos y aún por encima de la Iglesia, no tiene sentido nuestra vida actual.

Así lo escuché y aprendí de mi amigo y padre formador en el seminario, posterior Obispo de Talca, Monseñor Don Carlos González Cruchaga.(Q.E.P.D).


El seguimiento de Jesús es riesgoso. Ni siquiera sabemos dónde nos va a conducir. No nos promete comodidad ni bienestar ni riqueza ni poder; al contrario muchas veces nos despoja de bienes y dinero. Me quiere pobre y para los pobres. ¡No puedo estar más de acuerdo con Francisco I! Quiere lo mismo para la Iglesia. La Iglesia no puede renegar ni avergonzarse de su cuna y origen. Es la cuna y origen de Jesús el Niño pobre "que no tuvo un lugar en la posada" para nacer. La cuna y origen del "Carpintero de Nazaret". La cuna del despojado y desnudado, sin ropas; es la cuna de Jesús Crucificado. Es la cuna del que compartió todo hasta donarse el mismo, dando la vida, entregándose como alimento, Pan de Vida, y como bebida, Bebida de Salvación.Jesús es el Bienaventurado, el pobre de alma y corazón, que nos entregó,por amor, su vida, para que nosotros tengamos vida y vida en abundancia. El Maestro nos indica el camino de seguimiento.
"El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y que me siga. Pues el que quiera asegurar su vida la perderá, pero el que pierda su vida por mí, la hallará. ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero si se pierde a sí mismo? Pues, ¿de dónde sacará con qué rescatar su propia persona?". (Mateo 16,24-26).
Jesús, entonces, no se anda con cosas chicas.

En el seguimiento de Cristo hay que exigirse una actitud de corazón y alma de pobre. Jesús nos exige
"renunciar a todo lo que poseemos". (Lucas 14,33).

Seguir a Cristo tiene un riesgo y también es una fascinante aventura.

"A otro le dijo: "Sígueme". Éste le contestó: "Deja que me vaya y pueda primero enterrar a mi padre". Jesús le Dijo: "Deja que los muertos entierren a sus muertos; pero tú tienes que salir a anunciar el Reino de Dios".

El que sigue a Jesús debe sentirse libre frente a compromisos con su familia y con su ambiente. Difícilmente uno podrá ser libre sino lo ha demostrado nunca, actuando en forma diferente a lo que su ambiente entiende y acepta. El Evangelio nos dice: "que los apóstoles dejándolo todo lo siguieron".

Tal vez este otro candidato, llamado por Jesús, quería enterrar a su padre ya muerto. O tal vez quería atender a su padre ya anciano hasta el momento de su sepultura.

No podemos atender las necesidades o demandas de todos, los que "vivimos" y se dedican con preferencia a las obras de evangelización. Mientras tanto no faltarán entre los "muertos" quienes puedan cumplir con pequeños deberes de solidaridad y de misericordia.

El seguimiento de Cristo, una vez que hemos escuchado su llamado, no puede posponerse. A veces uno coloca toda clase de excusas y pretextos, incluso legítimos, de no mediar el imperativo más radical de seguir a Jesús. Seguir a Jesús implica la convicción de que lo que dejamos atrás queda en manos de Dios o de otros; uno no puede considerarse irreemplazable. Es cierto, uno pasa por el peligro de creerse, poco menos, que la "divina providencia".

A veces, también, queremos escaparnos del seguimiento de Cristo, pensando que mientras no se den, lo que para uno, serían las condiciones más ideales. Otro ambiente, otro trabajo, otro país, otro gobierno, otra situación económica, otro párroco, otros obispos. No. No es así. La llamada de Cristo me llega en el realismo de las condiciones actuales. Si éstas no son ideales, nos queda a nosotros y no a los demás, la responsabilidad de seguir a Jesús a través del único camino que en ese momento tenemos.

"Otro le dijo: "Te seguiré, Señor, pero permíteme que me despida de los míos". Jesús entonces le contestó: "Todo el que pone la mano al arado y mira para atrás, no sirve para el Reino de Dios".

El seguimiento de Jesús exige constancia y fidelidad. Fidelidad en la resurrecciones y en las cruces. En los momentos de ánimo y entusiasmo, como en los momentos depresivos y de desaliento. En los éxitos y en los fracasos. En los triunfos y en las derrotas. Con Cristo no se puede ser fiel por temporadas; ni aun por cinco o diez años, sino por toda la vida.

La grandeza humana consiste en que somos los únicos seres de la tierra que somos capaces de entregarnos y comprometernos, por un ideal, por toda la vida, aun pagando el precio de la suya propia. A veces hay ciertos compromisos "por un tiempo" que son aceptables, pero en lo referente a la fidelidad con Cristo, eso no puede suceder; Jesús no los considera dignos ni aceptables en la causa del Reino que es su propia causa: "El que guarda su vida la perderá pero el que la pierde por causa mía la salvará".

Otros alcances con respecto al seguimiento de Jesús:

- Seguir a Jesús significa seguirlo no como una idea o una ideología.
Jesús es mucho más que eso. Jesús no es algo ni un conjunto de conceptos doctrinales o un código moral o una institución o un cierto sistema ideológico. Jesús es Alguien. Es una persona. Él es Vida que comunica vida en quienes lo han descubierto y amado.

- Seguir a Jesús no es tomar un tranquilizante ni algo para solucionar problemas, es un Alguien a quien seguir, con quien intimar, al cual imitar.

- Seguir a Jesús no significa un punto de llegada y descanso, es un recomenzar desde otro punto de vista y con "Otro" el camino de la vida.

- Seguir a Jesús significa un diálogo con "Alguien" a quien se ama con deseos de encontrarlo cada día más.

- Seguir a Jesús es vivir, y ser consecuente con lo que se piensa y en quién se cree. No es una alienación, ni pasividad ni tampoco una resignación. Su seguimiento tiene proyecciones con la realidad, con la vida y con el mundo de hoy.

- Seguir a Jesús es ser misionero. Es Anunciar su Reino "para que todos los pueblos sean mis discípulos".

- Seguir a Jesús significa descubrir su Reino "que está dentro de nosotros" y que ya ha llegado.

- Seguir a Jesús es vivir en Él. "Para mí el vivir es Cristo". "Ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí"."Es necesario impregnarse de los sentimientos de Cristo que por amor llegó a la muerte y a la muerte de Cruz". "Todo lo he perdido por el amor de mi Señor y sé que no quedaré defraudado". (Filip.1,21. Gal.2,20. Filip.2,6-8.Filip. 3,7-8.).

- El que sigue a Jesús es el habitado por Él. Es triste y devastador comprobar la existencia de cristianos sin Cristo, como lo es la comprobación de teólogos sin Dios, como lo es en sacerdotes, párrocos, religiosas y agentes pastorales laicos sin Cristo.Eso no hace la Iglesia de Jesús, tampoco hace vida en una parroquia, en una Zona Pastoral sin Jesús. Sin Cristo, el Amor Encarnado, no se hace una pastoral ni una evangelización. Sin el Amor Encarnado en uno: sacerdote, párroco, religiosa, agente pastoral, teólogo, vicario episcopal, no hay vida ni vida en abundancia. Es duro constatar que en todos ellos se ha perdido el primer amor y todo se arrastra y se hace infecundo. Esto es causa de otros males y de la pérdida o disminución de credibilidad en la Iglesia.

¡Es urgente la conversión radical!

El de Cristo no es el que sabe sino el que aprende siempre y que ha entendido que Jesús quiere ser aceptado sin reservas y que abandona todo para seguirlo, en un llamado a la radicalidad y al desapego de las riquezas. Pidió al joven rico dar sus bienes a los pobres para seguirlo, pero el joven rico tuvo miedo y se fue "entristecido"."No se puede servir a dos señores... y donde está el tesoro allí está el corazón".

En un texto antiguo, se ha escrito sobre Jesucristo:

"Nació en una oscura aldea,hijo de María, una campesina
de aquel tiempo.
Trabajó en una carpintería hasta los treinta años.
Nunca escribió un libro y nunca formó una familia.
No fue a la Universidad,
nunca viajó a más de 300 kilómetros
del lugar donde había nacido.
Nunca tuvo otra carta de presentación que sí mismo.
tenía sólo treinta y tres años
cuando la marea de la opinión pública
se volcó contra él.
Sus amigos escaparon.
Fue entregado a sus enemigos,
se burlaron de él y lo sometieron a juicio.
Fue clavado en una cruz entre dos ladrones.
Mientras moría, sus verdugos se sortearon entre sí
su túnica, su única posesión en la tierra.
Fue enterrado en una tumba prestada,
gracias a la compasión de un amigo.
Han pasado veinte siglos.
Y todavía Él es la figura central de la raza humana,
y nada ha afectado la vida del hombre en la tierra
tanto como JESUCRISTO,
Dios y Hombre Verdadero". Amén.

Pbro. Eugenio Pizarro Poblete+
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