El Papa reclama, tras el ángelus, que "los ataques y las armas se detengan, por favor" Francisco, sobre el conflicto en Israel: "El terrorismo y la guerra no llevan a ninguna solución, sólo a la muerte"
"Sigo con aprensión y dolor lo que está sucediendo en Israel, donde la violencia ha explotado aún más fuertemente, provocando centenares de muertos y heridos. Expreso mi cercanía a las familias de las víctimas, rezo por ellos y por todos los que están viviendo horas de terror y de angustia", señaló finalmente tras el rezo del ángelus Francisco, en una intervención que ya se esperaba tras la ofensiva lanzada ayer por Hamás desde Gaza contra Israel y la contundente respuesta del ejército judío, que ha causado más de 600 muertos en ambos bandos
"Los ataques y las armas se detengan, por favor, y que se comprenda que el terrorismo y la guerra no llevan a ninguna solución, sólo a la muerte, al sufrimiento de tantos inocentes. Cada guerra es una derrotar. Recemos para que haya paz en Israel y Palestina", destacó
La del dueño de la viña, "una parábola dramática con un final triste", fue la que glosó el Papa desde el balcón apostólico este domingo, 8 de octubre, antes del rezo del ángelus, y ello a pesar de que, como señaló Francisco, "el propietario hizo todo bien, con amor". Sin embargo, todo se torció porque, en la mente de los viñadores, "se insinúan pensamientos ingratos y ávidos" y donde "la ingratitud alimenta la avidez, y crece en ellos un sentimiento progresivo de rebelión que los lleva aver la realidad de manera distorsionada".
Estos sucede, señaló el Papa, "cuando el hombre se cree que se hace a sí mismo y se olvida de la gratitud, olvida la realidad fundamental de la vida: que el bien viene de la gracia de Dios, de su don gratuito"
"Cuando uno olvida esto, termina por vivir la propia condición y el propio límite no ya con la alegría de sentirse amado y salvado, sino con la triste ilusión de no tener necesidad de amor ni de salvación. Uno ya no se deja querer, y se encuentra prisionero de su propia codicia", indicó Francisco.
"De ahí -quiso enfatizar el Papa- provienen muchas insatisfacciones y recriminaciones, tantas incomprensiones y envidias; y, a causa del rencor, se puede caer en el torbellino de la violencia. Sí, queridos hermanos y hermanas, ¡la ingratitud genera violencia, nos quita la paz y nos hace sentir y hablar gritando, sin paz -improvisó-, mientras que un simple “gracias” puede restablecer la paz!".
En este sentidos Francisco, en su clásico estilo de lanzar preguntas al aire, pero que tienen destino en el corazón de cada uno de los que las escuchan, se preguntó: "¿Sé decir 'gracias' como respuesta a la gracia? Es una palabra pequeña que esperan cada día Dios y los hermanos. Gracias, permiso y perdón, las tres palabras para la convivencia humana. ¿Sé pronunciar estas tres palabras" -volvió a improvisar-. Preguntémonos si esa pequeña palabra, 'gracias', está presente en nuestras vidas".
"Aprensión y dolor"
"Sigo con aprensión y dolor lo que está sucediendo en Israel, donde la violencia ha explotado aún más fuertemente, provocando centenares de muertos y heridos. Expreso mi cercanía a las familias de las víctimas, rezo por ellas y por todos los que están viviendo horas de terror y de angustia", señaló finalmente tras el rezo del ángelus Francisco, en una intervención que ya se esperaba tras la ofensiva lanzada ayer por Hamás desde Gaza contra Israel y la contundente respuesta del ejército judío, que ha causado hasta el momento más de 600 muertos en ambos bandos.
"Los ataques y las armas se detengan, por favor, y que se comprenda que el terrorismo y la guerra no llevan a ninguna solución, sólo a la muerte, al sufrimiento de tantos inocentes. Cada guerra es una derrotar. Recemos para que haya paz en Israel y Palestina", destacó el Papa, leyendo unos papeles que llevaba escritos.
Francisco también pidió, acto seguido, que "no nos cansemos de invocar, por la intercesión de María, el don de la paz, en tantos países del mundo marcados por guerras y conflictos y no nos cansamos de recordar a la querida Ucrania, que cada día sufre tanto y está tan martirizada". Finalmente, antes de despedirse, Francisco agradeció a todos los que "están acompañando con la corazón el Sínodo en curso, evento eclesial de escucha y compartir comunión fraterna en el Espíritu".