Francesca di Giovanni es subsecretaria en la Secretaría de Estado “Las mujeres en el Vaticano trabajan en red de forma diferente, es un estilo fraternal”
“Sin querer generalizar, creo que las mujeres tienen algo especial que aportar a este tipo de estilo de trabajo. Es un estilo de trabajo fraternal. Se podría comparar con una madre: Una madre intenta mantener unidos a los hijos, incluso cuando se pelean; encontrar lo bueno de cada uno, hablar con cada uno”
“También hay hombres muy capaces que saben trabajar bien en red. Igual que hay mujeres que no son aptas para ello”, pero subraya que “está más en la naturaleza de las mujeres establecer contactos; intentar que se oigan las distintas voces y esforzarse por llegar a un punto de vista común en la medida de lo posible"
Niega que sea la mujer más poderosa del Vaticano, pero Francesca di Giovanni sí reivindica el trabajo que la mujer desempeña en la Curia vaticana: “Sin querer generalizar, creo que las mujeres tienen algo especial que aportar a este tipo de estilo de trabajo. Es un estilo de trabajo fraternal. Se podría comparar con una madre: Una madre intenta mantener unidos a los hijos, incluso cuando se pelean; encontrar lo bueno de cada uno, hablar con cada uno”.
Subsecretaria en la Secretaría de Estado, cargo para el que fue nombrada por el papa Francisco, quien en los últimos años ha dado más responsabilidades en el entramado de la burocracia vaticana, Di Giovanni añade -en entrevista concedida a Katholisch- que “las mujeres trabajen en red en el Vaticano de manera diferente” a como lo hacen los hombres.
Eleanor Roosevelt, modelo a seguir
“También hay hombres muy capaces que saben trabajar bien en red. Igual que hay mujeres que no son aptas para ello”, añade al instante, pero subraya que “está más en la naturaleza de las mujeres establecer contactos; intentar que se oigan las distintas voces y esforzarse por llegar a un punto de vista común en la medida de lo posible. Un modelo a seguir es Eleanor Roosevelt que, como jefa de la comisión preparatoria de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, demostró unas dotes diplomáticas muy especiales”.
Partidaria de que sigan aumentando los puestos de liderazgo de mujeres en la Iglesia, “especialmente en el Sur global”, estima que, para ello, “antes, es importante facilitar el acceso de las mujeres a la educación. Por eso la Iglesia insiste en que se permita a las niñas ir a la escuela. Mi mayor deseo es una educación de calidad para todas las niñas”.
"Nada debe degenerar en servidumbre"
Y con respecto a si percibe que en la Iglesia hombres y mujeres son compañeros en igualdad de condiciones, responde al estilo paulino: “Veo más hermanos y hermanas, no hombres y mujeres”, porque “hay diferentes papeles para los que uno u otro es más o menos adecuado. Sin embargo, nada debe degenerar en servidumbre. Todo el mundo debe poder aportar su contribución en libertad; todo el mundo debe poder ser lo que es. Eso va más allá de un papel, y si es así, siempre un papel de servicio”.
Y con respecto a la mujer que quiera trabajar en el Vaticano, en la Curia, señala que lo primero es la formación. “Debe educarse, adquirir conocimientos, que luego podrá aportar como contribución a la Iglesia. Hoy vivimos en una época en la que debe valorarse la contribución de la mujer a la Iglesia. Es cierto que hay resistencia, pero veo progresos, sobre todo en el caso de las mujeres profesionales y con estudios. El Papa quiere una mayor presencia femenina también en la Curia Romana. Con sus nombramientos, intenta subrayarlo. Además de profesionalidad, en todos debe haber fidelidad a la Iglesia y al Evangelio. Yo lo llamo ‘fidelidad en libertad’”.