“La primera impresión fue fabulosa, de exuberancia, los ríos, del paisaje, la naturaleza, y las comunidades que habitaban… y me despertaron un interés muy especial los pueblos indígenas” confiesa monseñor David Martinez de Aguirre Guinea, actualmente obispo del Vicariato Apostólico de Puerto Maldonado, en la selva del río Madre de Dios, en la Amazonía peruana, en el suroriente del país.
Durante esos meses iniciales, el entonces joven misionero, quedó impactado por la diferente concepción de la vida y del tiempo que tenían pueblos indígenas. “Me di cuenta que había una cosmovisión, una forma de entender el mundo, de leer la naturaleza muy diferente a lo que yo siempre había conocido”.
“Quedé impactado. Y fue cuando tome la decisión, después de aquel viaje al que me habían invitado a venir precisamente para ver si me animaba a venir a las misiones, ¡que era mi sueño! Después de aquelo le dije a los misioneros: ‘quiero consagrar mi vida a estos pueblos, a esta realidad, a esta gente’.”
El padre David comienza su actividad pastoral en la misión de Kirigueti, en el interior de la selva cuzqueña. Allí vive en comunidad nativa, y todo su trabajo pastoral se desarrolla con los pueblos indígenas machiguengas, ashánincas, kakinte. “Esto me obligó a ‘bucear’ en estas culturas, me obligo a un poquito ‘desnudarme’ de mí mismo y a intentar aprender y a comprender la vida de los otros”. Y es allí donde desplegará su misión durante 14 años, hasta que el Papa Francisco el 8 de julio de 2014 lo nombró obispo coadjutor del Vicariato Apostólico.
“Yo, que tengo una vocación misionera, siempre he soñado con estar en ‘primera línea’. Ahora de alguna manera tengo que sacrificar un poquito eso, esa ilusión, para permitir que sean otros los que estén en esa ‘primera línea’, en ese primer contacto con la gente. Y a mí me toca animándoles, facilitándoles, empujándoles… No obstante, siempre intento también darme una cuota, un ‘regalito’, de poder tener un contacto directo con las comunidades, con la gente, con las parroquias, con todo el pueblo de Dios a quien queremos regalar nuestra vida, a quien pues hemos entregado todo lo que somos.”
Hoy día el Vicariato de Puerto Maldonado cuenta con 24 parroquias y 25 sacerdotes, de los cuales 20 son nativos de las comunidades campesinas. Monseñor David, reconoce que su principal tarea es animar la obra de la evangelización, en sentido amplio, acompañando a sus principales colaboradores: los sacerdotes y las religiosas. Siente como una misión prioritaria el acompañar, atender y cuidar de los sacerdotes, animándoles “para que puedan seguir regalando su vida con alegría”, intentando fortalecerlos en lo espiritual y en todas las dimensiones de la vida.
Al mismo tiempo, otra de sus tareas fundamentales es la cultural, para la promoción de los pueblos, especialmente a través de las instituciones educativas. Uno de los ejemplos en el ámbito educativo, es la Red Escolar de la selva del suroriente peruano, formada por cerca de 90 instituciones educativas en comunidades indígenas distribuidas en todo el Vicariato, cuya misión es fortalecer la cultura de estos pueblos. “Fortalecer la educación es uno de los mejores servicios que la Iglesia católica hoy está brindando en la Amazonía peruana” afirmó monseñor Martínez.