Conversión ecológica Las congregaciones responden a desafíos de la crisis climática

La vida
La vida

En un momento de creciente preocupación mundial por el clima, las acciones inspiradas por la fe y los compromisos concretos son fundamentales para abordar los desafíos ambientales

Congregaciones de todo el mundo han respondido activamente al llamado del papa Francisco a una gestión ambiental transformadora

Este mes, hemos preguntado a nuestras panelistas: ¿Cómo está implementando tu comunidad las recomendaciones de Laudate Deum sobre la crisis climática?

Las hermanas María Magdalena Bennásar, Daylenis Lara Rodríguez (SSJ), Quispe Tenorio, y Helga Leija responden con su testimonio

(Global Sisters Report).- En un momento de creciente preocupación mundial por el clima, las acciones inspiradas por la fe y los compromisos concretos son fundamentales para abordar los desafíos ambientales. Congregaciones de todo el mundo han respondido activamente al llamado del papa Francisco a una gestión ambiental transformadora. Este mes, hemos preguntado a nuestras panelistas: ¿Cómo está implementando tu comunidad las recomendaciones de Laudate Deum sobre la crisis climática?

La Vida, testimonios de la vida consagrada

Hna. Magda Bennásar, Hermanas para la Comunidad Cristiana. (Foto: GSR)

María Magdalena Bennásar (Magda), de las Hermanas para la Comunidad Cristiana, es española. Sus estudios de teología le dieron una base para el carisma de la oración y el ministerio de la palabra con un énfasis en la espiritualidad y las Escrituras: enseñando, dirigiendo retiros y talleres, creando comunidad y formando líderes laicos en Australia, EE. UU. y España. Actualmente trabaja en la ecoespiritualidad y busca un espacio para crear un centro o colaborar con otros.

En mi comunidad no tenemos propiedades en común, por lo que los cambios estructurales los vivimos a nivel individual. A partir de la experiencia de un curso intensivo sobre la realidad del planeta, mi ministerio sufrió un impacto que se basa en dos ejes:

-Deconstruir imágenes arraigadas de los sistemas políticos y religiosos que nos han inculcado la creencia de que el ser humano es el centro de la creación y Dios está fuera, observando.

-Construir una nueva espiritualidad inclusiva de todo lo vivo, porque todo está impregnado de la Ruah, presente desde los orígenes de la explosión de la vida.

"El gemido de Madre Tierra se escucha desde los éxodos por calentamiento global que tantos hermanos sufren, pero también en la muerte diaria de decenas de especies animales y vegetales por sobreexplotación o sequía": Hna. Magda Bennásar. (Foto: Magda Bennásar)

"Hna. Magda Bennásar: El gemido de Madre Tierra se escucha desde los éxodos por calentamiento global que tantos hermanos sufren, pero también en la muerte diaria de decenas de especies animales y vegetales por sobreexplotación o sequía"

Desde hace cerca de 15 mil millones de años, todo evoluciona impulsado por el Espíritu de la Vida. A partir de ese trabajo personal de apertura de mente y corazón, fui dando un giro de inclusión de todo lo creado en mi experiencia de Dios y de la vida. 

En comunidad, hemos creado un ministerio inspiradas por autoras y autores, utilizando la Laudato Si como base y guía para salvar el planeta. El principio que nos motiva y urge es ayudarnos a dar el paso de "dominar la tierra" a "cuidarla".

Se ha desarrollado una corriente de pensamiento que nos invita a ver que la gran oprimida y explotada hoy es la Tierra. Con nuestros estilos de vida, quebramos el equilibrio del universo, fruto de un proceso de evolución de millones de años. Hemos explotado la vida de nuestra madre por intereses egoístas de consumo y enriquecimiento rápido.

Aquí entra la dimensión profética: detener la explotación empezando por nuestras vidas y nuestros estilos de comunidades, viviendas y ministerios. En mi comunidad, tratamos de vivir el siguiente proceso. Desde nuestros estudios de Teología y desde el ministerio de formación de personas y comunidades en ecoespiritualidad feminista, trabajamos lo que llamamos 'la trenza': una combinación de tres aspectos de nuestra persona cuyo efecto es inmediato en el medio en el que vivimos:

-Recuperar el sentido de nuestro cuerpo: su cuidado desde una alimentación respetando la Madre Tierra, hasta la integración de nuestra energía vital a través de meditación consciente, paseos en la naturaleza. El beneficio más potente de ambos es la transformación de nuestra manera de sentir y pensar.

-Recuperar el valor de la sabiduría: para comprender nuestro llamado a ser profetisas en el mundo de hoy. Para ello, necesitamos desaprender antiguos esquemas y visibilizar otros nuevos, de acuerdo con la urgencia del planeta.

-Recuperar el amor primero: aquel que nos capacitó a dejar todo y seguir a Jesús. La dimensión de este amor, presente desde los orígenes de la vida, hoy llega a nosotras, mujeres consagradas a ese amor, como manantial para que transformemos nuestros entornos utilizando los talentos recibidos.

El gemido de Madre Tierra se escucha desde los éxodos por calentamiento global que tantos hermanos sufren, pero también en la muerte diaria de decenas de especies animales y vegetales por sobreexplotación o sequía. Es un proceso lento, pero empoderador y liberador.

"Hna. Magda Bennásar: En mi comunidad no tenemos propiedades en común, por lo que los cambios estructurales los vivimos a nivel individual"

Daylenis Lara Rodríguez (SSJ), novicia de las Siervas de San José

Daylenis Lara Rodríguez (SSJ), novicia de las Siervas de San José y arquitecta cubana, se forma actualmente en Colombia. Graduada de la Universidad Central Marta Abreu en Cuba, su enfoque arquitectónico se destacó en un proyecto sobre la regeneración integral de barrios precarios. Contribuyó como animadora en el Taller Arcoíris de Nazaret, una obra de la congregación en Cuba. Apasionada por las ciencias bíblicas, Lara Rodríguez encuentra expresión en la música, la guitarra, la lectura y la poesía.

En mi comunidad uno de los aspectos que más cuidamos es lo cotidiano. Descubrimos a Dios en lo pequeño y sencillo, permaneciendo atentas a la vida. En lo diario y cotidiano nos sentimos llamadas al cuidado: cuidado personal, de nuestras hermanas, de nuestras relaciones y también del planeta.

Siento que, desde lo pequeño, vamos dando respuestas a través de nuestras opciones y elecciones diarias, como comprar en el mercado en el barrio, adquirir solo lo necesario y aprovechar al máximo los alimentos para generar menos desperdicios. Cada una aporta desde donde puede. Reutilizamos cosas que ya cumplieron su función original. Algunas reutilizamos botellas de plástico, empaques de cartón y otros materiales para hacer manualidades y actividades para la catequesis; otras reutilizan el papel con una cara limpia para hacer carteles o trabajos sencillos.

El reciclaje también es una de nuestras prácticas diarias. Separar los residuos según su material, limpiar los envases de alimentos y, finalmente, cuando tenemos una cantidad determinada, los compartimos a una familia necesitada cuya principal fuente de ingresos es justamente el reciclaje. 

Hna. Nelly Jaramillo, SSJ, cuida las plantas de la comunidad en Bogotá, Colombia, regándolas con agua de lluvia  y abonándolas con residuos orgánicos. (Foto: Daylenis Lara, SSJ)

En la comunidad tenemos muchas plantas, especialmente en la terraza. Es hermoso poder contemplar en ellas la belleza de Dios, que si se abre el corazón lleva a la alabanza y el agradecimiento. Una de nuestras hermanas mayores es la encargada de su cuidado. Verla tratar las plantas con tanto amor es un regalo. Esta hermana siempre está pendiente de recolectar agua de lluvia en recipientes para regar las plantas. También aprovecha parte de los residuos orgánicos para prepararles un abono natural que cuidadosamente aplica. Ella, a sus ochenta años, es ejemplo e inspiración para nosotras.

En general, todas estamos atentas a cuidar los recursos que tenemos a nuestra disposición, aprovechar al máximo la luz natural para reducir el gasto de energía eléctrica, intentar no desperdiciar y ahorrar el agua; además de cuidar los bienes materiales de que disponemos, ya sean personales o comunitarios, alargando en lo posible su vida útil.

Siento que estos pequeños gestos cotidianos, que de un modo u otro todos podemos practicar, son el primer paso para un cambio más grande, para asumir entre todos la responsabilidad por el cuidado de la vida en todas sus manifestaciones.

"Hna. Daylenis Lara Rodríguez: Todas estamos atentas a cuidar los recursos que tenemos a nuestra disposición, aprovechar al máximo la luz natural para reducir el gasto de energía eléctrica, intentar no desperdiciar y ahorrar el agua"

Hna. Marlene Quispe, Hermanas Agustinas Contemplativas.

La Hna. Marlene Quispe es miembro de la comunidad de hermanas agustinas del Monasterio de la Encarnación en Lima, Perú, en donde se desempeña como coordinadora de la pastoral catequética y social Puente de Comunión.

Laudate Deum, la nueva encíclica del papa Francisco, es un llamado urgente que realmente me toca el corazón. Siguiendo los principios de Laudato Si', el papa nos alerta sobre la inacción política y los intereses económicos que agravan la crisis ambiental y nos urge a tomar medidas significativas y rápidas para proteger nuestra casa común.

Este tema no es nuevo para mi comunidad. Desde que entré al monasterio en España, la ecología ha sido un tema de reflexión y práctica. Anécdotas como las de hermanas que ahorran energía hasta el punto de tropezar en la oscuridad nos enseñaron que ahorrar no significa poner en riesgo nuestra salud o bienestar.

Estamos comprometidas con el cuidado del medio ambiente y hemos implementado diversas acciones:

Educación y sensibilización

-Se formó una comisión de justicia y paz que ofrece reflexiones sobre diversos temas a toda la federación. Se comparten artículos y documentales, y las hermanas comentan estos temas con nuestras familias, amigos y visitantes.

-Promovemos la contemplación de la naturaleza en nuestros espacios verdes o a través de documentales.

-Ofrecemos talleres para redescubrir la creación como lugar teológico.

Reducción del consumo de energía

-Instalamos electrodomésticos de bajo consumo energético.

-Apagamos luces y dispositivos electrónicos cuando no los utilizamos.

-Aprovechamos la luz natural durante el día para reducir el uso de iluminación artificial.

Las Hermanas Agustinas Contemplativas del Monasterio de la Encarnación en Lima, Perú, han fabricado bancas para su claustro reutilizando materiales. (Foto: cortesía Begoña Costillo)

Uso responsable del agua

-Reparar fuga en grifos y tuberías constantemente para evitar el desperdicio de agua

-Colocamos dispositivos de ahorro de agua en grifos y duchas, como botellas en los tanques de agua.

-Procuramos reutilizar el agua de distintas formas.

Promoción de la movilidad sostenible

-Optamos por caminar, andar en bicicleta, utilizar el transporte público o compartir viajes en automóvil para reducir las emisiones de carbono.

Fomento de la alimentación sostenible

-Consumimos productos locales y de temporada para reducir la huella de carbono.

-Participamos en programas que nos donan alimentos a punto de caducar que aprovechamos en comunidad, en ollas comunes y casas hogares.

Cuidado del entorno natural

-Recuperamos espacios verdes en el monasterio donde anidan diversos pájaros y ardillas.

-Adoptamos dos tortugas, lo que atrae a niños y fomenta el cuidado de la naturaleza.

Apoyo a iniciativas ecoamigables

-Compramos productos ecológicos y de comercio justo siempre que podemos.

-Elegimos productos de empresas con prácticas respetuosas con el medio ambiente.

Prácticas de consumo consciente

A los plásticos le damos un solo uso y reciclamos y reutilizamos productos cuando es posible. 
Fabricamos bancos para el huerto y el claustro a partir de materiales reciclados.

Aunque sabemos que aún tenemos mucho por hacer, creemos que estas prácticas fomentan una cultura de sostenibilidad. Nos gustaría optar siempre por productos duraderos y de calidad, pero no contamos con presupuesto para ello. Aun así, con nuestras pequeñas acciones reflejamos nuestro compromiso y responsabilidad hacia la creación, tal como nos invita el papa Francisco en Laudate Deum

"Hna. Quispe Tenorio: Desde que entré al monasterio en España, la ecología ha sido un tema de reflexión y práctica"

Hna. Helga Leija, Hermanas Benedictinas. (Foto: GSR)

La Hna. Helga Leija es una traductora titulada y con experiencia, y una hermana en transición con las Hermanas Benedictinas del Monte Santa Escolástica en Atchison, Kansas, Estados Unidos. Se unió a Global Sisters Report como enlace en español en julio de 2022. Obtuvo una licenciatura en Estudios de Traducción de la Universidad de Texas en Brownsville y una maestría en Estudios Religiosos de la Universidad del Verbo Encarnado. Se ha desempeñado como maestra de preescolar, primaria y secundaria en aulas bilingües y de lenguaje dual. Es voluntaria de Traductores sin Fronteras. Le gusta escribir y dibujar en su diario y cocinar comida mexicana.

En mi comunidad tratamos de responder de muchas maneras al delicado llamado que nos hizo el papa Francisco hace ocho años en Laudato Si' a cuidar de la creación. Podría hablar de nuestros esfuerzos comunitarios y de las muchas maneras en que estamos respondiendo, como por ejemplo reciclando, utilizando paneles solares, instalando inodoros de bajo consumo, etc. Sin embargo, una de las cosas que a mí más me ha tocado el corazón es precisamente que ahora, con su encíclica Laudato Deum, el papa ya no nos hace un llamado delicado, sino que nos habla con voz profética a la conversión por haber descuidado nuestra relación con la creación, con los seres vivos que la habitan y con Dios mismo.

Esta es una de las cosas en las que yo me doy cuenta de mi necesidad de conversión. Yo crecí en una ciudad grande de la frontera donde la inmigración y la violencia siempre han sido temas más importantes y urgentes que el cuidado de la Tierra. Ahora, al vivir una vida monástica, donde tengo la oportunidad de trabajar la tierra y cultivar alimentos en nuestro huerto, me doy cuenta del privilegio tan enorme que tenemos y que muchos de nuestros hermanos que salen de sus países no tienen. Todo está íntimamente ligado. La falta de tierra, el cambio climático, la inmigración, la violencia, etc. 

Hna. Helen Mueting, OSB, cosecha vegetales del huerto comunitario en el Monasterio del Monte Santa Escolástica en Atchison, Kansas, Estados Unidos, para donar a Caridades Católicas, donde se reparte a personas necesitadas. (Foto: Helga Leija)

Ahora, trato de contribuir, junto con mi comunidad, de forma sencilla, siendo más consciente de la gran responsabilidad que tenemos frente a la crisis ambiental. Hemos iniciado un huerto comunitario en nuestro monasterio que nos permite compartir nuestro espacio con quienes no tienen donde cultivar, así como trabajar con personas que comparten nuestro amor por la tierra. Nos permite también donar las cosechas a quienes necesitan alimentos frescos, sanos y orgánicos a través de las Caridades Católicas. Y a mí, me permite aprender la noble labor, muchas veces oculta, de los campesinos que traen los alimentos a nuestra mesa.

Poco a poco, la conversión en mí está sucediendo, y aunque parezca poco, estos pequeños esfuerzos de cultivar la tierra, de compartir espacios, aportan. El mismo papa nos dice que hay que recordar que "...todo suma, y evitar entre todos un aumento de una décima de grado en la temperatura global ya puede ser suficiente para evitar algunos sufrimientos a muchas personas. Pero lo que importa es algo menos cuantitativo: recordar que no hay cambios duraderos sin cambios culturales, sin una maduración en la forma de vida y en las convicciones de las sociedades, y no hay cambios culturales sin cambios en las personas" (Laudate Deum 70).

"Hna. Helga Leija: Trato de contribuir, junto con mi comunidad, de forma sencilla, siendo más consciente de la gran responsabilidad que tenemos frente a la crisis ambiental"

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