Aniversario de la muerte del cardenal Lustiger, judío y católico (I) Pasar a los judíos al dicasterio de la Unión de los Cristianos, ¿guiño de Lustiger a Francisco?

Cardenal Lustiger
Cardenal Lustiger

"En tiempos abrumadores de sucesión de escándalos es de sanidad y justicia recordar a figuras de la Iglesia católica, tal como Lustiger, que dejaron una importante huella por haber sido benefactores y grandes eclesiásticos"

"Es de destacar que Lustiger nunca publicó un libro, predicó, escribió sermones y concedió entrevistas. Fue, esencialmente,  un hombre de la palabra como buen judío"

"Francisco, en su trascendental Motu Proprio Praedicate Evangelium, en el artículo 146 (y 147) creó en el Dicasterio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, una Comisión para las Relaciones Religiosas con el Judaísmo. Judaísmo que “sale”, pues, del Dicasterio para el Diálogo Interreligioso"

El pasado 5 de agosto se recordó el quince aniversario de la muerte de la singularidad que fue Aron Lustiger, nombrado cardenal por San Juan Pablo II en 1983, siendo judío por ser hijo de madre judía, muerta en el exterminio de Auschwitz. Fue de familia polaca, que emigró a Francia. Con motivo de tal aniversario, me acordé de un artículo que publiqué el domingo 19 de agosto de 2007, en el diario La Nueva España,  que titulé: En la muerte de dos judíos: André Chouraqui y el cardenal Lustiger –dicho artículo se puede leer hoy, en abierto, en Internet-.

Por entonces Planeta ya había editado en España, el libro de entrevistas a Aron Jean Marie Lustiger, titulado La elección de Dios. Cuando en Francia se publicó L´Alliance, ya había fallecido Lustiger.   

Libro sobre Lustiger
Libro sobre Lustiger

Aquel artículo se encabezó con la siguiente frase de Henri Heine: Ningún judío puede en verdad convertirse al cristianismo. ¿Cómo podría llegar a creer que otro judío es hijo de Dios? Y se concluyó con la pregunta al entrevistador judío que fue de la CNN, Larry King, y su respuesta: ¿Qué pregunta haría si pudiera sentar en su programa a Dios? y respondió: ¿Tenéis un hijo? El genuino humor judío, de Heine y de King, fue indudable, y un humorismo clave para entender el Judaísmo.  

En tiempos abrumadores de sucesión de escándalos es de sanidad y justicia recordar a figuras de la Iglesia católica, tal como Lustiger, que dejaron una importante huella por haber sido benefactores y grandes eclesiásticos. Es como si se anhelase la excelencia entre tanta miseria. Ahora bien, no me interesan ahora hechos concretos, que ya están en libros y en Internet, sino lo que son categorías, sedimentos de conceptos en busca de una mejor comprensión; más difíciles y en un tema muy difícil. 

A dicho efecto, dedicaremos dos partes, la presente (1ª) y la siguiente (2ª), a la figura central del cardenal  Lustiger en relación con el Judaísmo, así como al Judaísmo y Francisco, dedicando la siguiente (3ª) a un filósofo y teólogo muy vinculado al cardenal, caso de Jean Luc Marion, filósofo y teólogo. Y Jean-Luc Marion, premio Ratzinger de Teología, nos conducirá, en la cuarta y última parte (4ª), al Papa emérito, Ratzinger, tratando de profundizar, filosóficamente (Fenomenología), en su renuncia al Vicariato de Cristo. 

El Papa y Jean-Luc Marion

I.- El judaísmo de base de Aron Lustiguer:

Al judaísmo en su relación con el catolicismo nos referiremos en la segunda parte (2ª). Sabemos del judaísmo de nacimiento de Lustiger, y también por él sabemos que sus padres, judíos ambos, no frecuentaban la sinagoga aunque hablaban el yiddish. No hizo el joven Lustiger el periplo fetén de un niño judío-ortodoxo, que hubiera estudiado La Torah (o los cinco libros del Pentateuco); tampoco fue educado en El Talmud, que contiene numerosos elementos de la ley oral, completando la ley escrita de la Biblia y, desde luego no profundizó siguiendo las enseñanzas rabínicas. 

Esas “carencias” serían luego determinantes para rebajar a Lustiger “quilates de genuino judaísmo” al momento de convertirse al catolicismo por parte de la ortodoxia judía, que lo juzgó traidor a la fe de Moisés. Y eso, no obstante, hace innegable la “sabiduría judía” de Lustiger, tal como Jean-Luc Marion afirmó, que presenció debates, de gran altura, entre Lustiger y el también judío Derrida. A Lustiger no se puede exigir un pensamiento sobre la religión judía o sobre el estado de Israel de tal profundidad como a otros sabios judíos, caso, por ejemplo, del profesor Yeshayahou Leibowitz (1903-1994).

En cualquier caso y tal vez la no profundización en la esencia religioso/cultural judía, pudo ser determinante al paso del judaísmo al catolicismo por Lustiger: tránsito del Mesías de La Promesa judía al Cristo Salvador, con un nuevo Testamento que explica el Antiguo, no admitiendo que el cristianismo pueda ser un antijudaísmo. 

Judaismo
Judaismo

“Cristianismo en cuanto fruto del judaísmo. Creí en Jesucristo, el Mesías de Israel”, escribió en la entrevista recogida en La elección de Dios (página 38). 

II.- Lustiger, hombre de acción: 

Convertido al catolicismo, bautizado y ordenado sacerdote en 1954, destinado primero en La Sorbona hasta 1969, luego cura párroco en Paris hasta ser nombrado Obispo de Orleans (1979) y finalmente Arzobispo Cardenal de Paris (1981-2005), todo ello patentiza su condición de hombre de acción; no fue un simple teórico o contemplativo, aunque siempre con la ayuda de una buena formación a base de figuras eminentes, como Danielou, Lubac y Hans Von Balthasar. Fue también fundador de la Revista Communio.

Es de destacar que Lustiger nunca publicó un libro, predicó, escribió sermones y concedió entrevistas. Fue, esencialmente,  un hombre de la palabra como buen judío. Por una parte, en el no escribir libros y en el sermonear siguió a los Santos Padres de la Iglesia y, además, en el “escarbar” en los textos, en interpretarlos y reinterpretarlos, siguió una tradición muy rabínica. 

Un hombre que, por ser de acción, tal como predicó el sucesor de Lustiger, el cardenal Ving-Trois, en el funeral de aquél: “Cualesquiera que fueren las incomprensiones bien explicables, cualesquiera los sufrimientos secretos con los que fue herido, jamás renunció a lo que entendió como su misión propia”. 

Juan Pablo II y Lustiger

Los obispos franceses, aún sabiendo lo próximo que era Lustiger a Juan Pablo II, nunca lo quisieron de Presidente de su Conferencia episcopal. Basta ese ejemplo.    

III.- Una terrible enfermedad:

Para un hombre de palabra, de sermones y meditaciones orales, fue llamativo que su grave enfermedad dañara las cuerdas vocales, haciendo inaudible su palabra. ¡Misterio de vida y misterio de muerte! Una grave enfermedad contra la que luchó, siendo naturalmente derrotado, haciendo creer a muchos que aguantaba, siendo ejemplar su presencia en el funeral del Papa Juan Pablo II, de tanto viento, cuya visible enfermedad (en el cuello y voz) le hizo perder la condición de papable, como en el mismo Conclave (año 2005), el bastón mostrado por Martini, hizo perder a éste la condición de papable. 

¡Qué interesante hubiese sido que el Papa elegido hubiese sido, en vez de Ratzinger, Aron Jean Marie Lustiger, un ashkenazi judío, que, acaso, hubiese elegido el nombre de Arón I! ¡Qué impresionante fue su funeral, católico y judío, y el entierro el 5 de agosto de 2007 en la Catedral de Paris! Con ocasión del incendio de esa Catedral en 2019, muchos se acordaron, nos acordamos  de que allí, en los sótanos, estaban enterrados los restos del que fuera cardenal, seguramente ya polvo, y, ciertamente, los polvos no son flamígeros. ¡Qué acertada fue su divisa episcopal: “Todo es posible en Dios”. 

Entierro del cardenal Lustiger

IV.-  Lustiger y San Juan Pablo II:

De la profunda Polonia llegaron ambos, y ambos ya católicos, se encontraron uno Obispo de Roma y otro de Orleans y París. La influencia de Lustiger en Woytila, en el acercamiento de éste, ya Papa, al Judaísmo fue capital. Se dijo que detrás de la primera visita de un Papa a la Sinagoga romana, en 1986, estuvo Lustiger; como también en 1993 con ocasión del establecimiento de relaciones diplomáticas entre el Vaticano e Israel, y en el viaje en el año 2000 del Papa a Jerusalen. Fue llamativa la portada del libro de La Promesa, viéndose a Juan Pablo II ante el Muro de las Lamentaciones. Fue muy atrevida la acción de Juan Pablo II nombrando a Lustiger obispo de Orleans y luego Arzobispo de París, y su inclusión posterior en el Colegio Cardenalicio. 

Y hablando del Papa en La elección de Dios, Lustiger recordó: “La autoridad en la Iglesia pertenece a Cristo; los apóstoles y sus sucesores, los obispos, comparten esta autoridad que les ha sido concedida por Cristo”. Cita muy importante, aplicable a otro Papa, Francisco, que en su trascendental Motu Proprio Praedicate Evangelium, en el artículo 146 (y 147) creó en el Dicasterio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, una Comisión para las Relaciones Religiosas con el Judaísmo. Judaísmo que “sale”, pues, del Dicasterio para el Diálogo Interreligioso.

¿Ese cambio, de enormes consecuencias, que recuerdan a otros cambios en el mismo Motu Proprio, habrá sido, acaso, un guiño de Lustiger, Santo, desde el Cielo, al Papa Francisco?

Lustiger

Continuará.

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