Hacer comunidades eclesiales de base
| Luis Van de Velde
“Una reunión del clero esta semana, en que, precisamente, los sacerdotes de la toda la diócesis estudian la manera de hacer comunidades eclesiales de base. Secunden a los queridos sacerdotes, queridos hermanos laicos, incorporándose a esos pequeños grupos de reflexión. No es nada malo lo que estamos haciendo. Es la reflexión de la palabra de Dios y lo que esta palabra exige al hombre en su compromiso histórico, también en la tierra.”
CEBs hicieron memoria del Padre Pedro Declercq en el noveno aniversario de su fallecimiento. Pedro ha sido uno de los pioneros en una rama de comunidades eclesiales de base en El Salvador. En la Iglesia de hoy ya estamos lejos de la originalidad eclesial que nació bajo la fuerza del Espíritu en Medellín (1969). Otros modelos de “pequeñas comunidades” de todo tipo, sobre todo con enfoques más meramente religiosos, devocionales, tradicionales, carismáticas, emocionales,… han sido promovidos. Sin embargo, es tiempo que desde la base de la iglesia católica se retome nuevamente los frutos del Espíritu desde Medellín y Puebla. No hacerlo es traicionar lo mejor (lo más evangélico, lo más jesuánico) de la Iglesia latinoamericana.
Hoy escuchamos a Monseñor Romero que comparte algunos aspectos fundamentales de ese modelo eclesial: comunidades eclesiales de base. (1) se trata de pequeños grupos de hombres y mujeres, adultos, jóvenes. Solamente en un grupo pequeño es posible compartir la vida y la fe. En grupos grandes ya no participan todos/as, solamente unos pocos/as, quienes más fácilmente hablan. En la CEB se quiere valorar a cada uno/a, la opinión y la vida de cada miembro es fundamental para el caminar por las sendas del evangelio. (2) son grupos donde sus miembros reflexionan. Leen y reflexionan la Palabra de Dios, el evangelio, la Biblia, los documentos fundamentales de la Iglesia. No se trata de que alguien (un sabio) llega a explicar para que los demás digan “amen”, “gracias a Dios” o “aleluya”. No. En la CEB escuchamos todos/as la Palabra de Dios y estamos conscientes que el Espíritu nos ilumina para comprender el mensaje de esa Palabra para aquí y hoy. (3) esa reflexión apunta siempre a descubrir y a concretar en compromisos serios “y lo que esta palabra exige al hombre en su compromiso histórico, también en la tierra”. Serán compromisos que tienen que ver con la proclamación del Evangelio, visitando, invitando a otros/as, contagiar con entusiasmo a otras personas y familias a formar comunidad. Tienen que ver con compromisos de servicio a familias en situaciones de necesidad y crisis. Tienen que ver con la participación activa en el movimiento popular organizado en su lucha por la justicia social, por la defensa del derecho al agua, por salarios y pensiones justas,…
Llama la atención que Monseñor menciona que “No es nada malo lo que estamos haciendo”. También en aquel tiempo había personajes eclesiales que demonizaron el modelo eclesial de las CEBs, que no entendían lo que estaba pasando con esos laicos/as que hablaban, opinaban, interpretaban el Evangelio, asumían compromisos sociales y políticos. Lo hemos vivido mucha veces. No pocos sacerdotes se sentían muy incómodos (a veces agresivos) cuando animadores/as de CEBs habían llegado a “su parroquia” (su propiedad) a formar CEB. No faltaban acusaciones inventadas. El mismo Mons. Rivera y Damas, sucesor de Mons. Romero, escribió en una carta que ya no quería que los sacerdotes de Zacamil regresaran a la arquidiócesis porque nuestra pastoral de formar y acompañar CEBs provocaba muchas tensiones y divisiones en la Iglesia. Es bueno recordar lo que Monseñor Romero había dicho antes: “No es nada malo lo que estamos haciendo”.
Deseamos añadir que en las CEBs las personas aprendemos a orar de manera diferente, a escuchar lo que Dios, Madre y Padre, nos dice en la oración y la reflexión. Aprendemos que la oración comunitaria no es un asunto de leer textos de uno u otro libro, sino se trata de ponernos ante Dios, Madre y Padre, como comunidad, compartiendo y reflexionando. El Espíritu viene en ayuda a nuestra debilidad porque nosotros ni siquiera sabemos cómo orar (Rom 8, 26). El Espíritu de Jesús ora en nosotros. Las CEBs hemos desarrollado nuevas formas de vivir la celebración de la eucaristía, con la participación de la comunidad, con signos de compromiso como ofertorio junto con el pan y el vino, con cantos nuevos que expresan como tratamos de vivir con fe, esperanza y amor concreto. Aprendemos juntos/as seguir a Jesús en la realidad de hoy y aquí. No tengamos miedo.
Reflexión revisada para el domingo 8 de septiembre de 2024 (reflexión original escrita para el 5 de septiembre de 2021.) Cita de la homilía de la liturgia del 23 domingo ordinario del ciclo B, 9 de septiembre de 1979. Homilías, Monseñor Oscar A Romero, Tomo V, Ciclo B, UCA editores, San Salvador, p. 302