Una Iglesia fiel reflejo de la voluntad de Cristo.

“Si hay un título que me enorgullece es este: el catequista.  Yo quiero ser eso: el catequista de mi diócesis. El que trata de dar, con la sencillez de una catequesis, la instrucción que nos hace conscientes de ser una Iglesia de Cristo y, desde esa Iglesia de Cristo que se afirma, que se consolida en la fe, iluminar los contornos que nos rodean, sin los cuales no sería verdadera Iglesia servidora del mundo.  Una Iglesia que nosotros queremos, pues, fiel a la palabra de Dios, fiel reflejo de la voluntad de Cristo, para iluminar desde nuestra misma naturaleza de Iglesia – que la somos todos nosotros – la realidad, para que sea una iluminación evangélica.”

Hace unos días era el 42 aniversario de Alfonso Acevedo, animador de CEBs en el sector de San Ramón, Mejicanos (El Salvador).  En algún momento se le ha llamada “catequista”, no en el sentido de quien da explicaciones doctrinales (como aun hoy se acostumbra en algunas parroquias en preparaciones para la primera comunión y la confirmación), sino en el sentido de las y los catequistas en las zonas rurales: animadores/as, verdaderos pastores de su comunidad, muy cercanos a la gente, serviciales, dando su vida para que otros/as vivieran.  

Con las palabras de Monseñor Romero de hoy, podemos decir que Alfonso ha hecho hasta lo imposible para  (1) “consolidar la Iglesia en la fe”.  El tiempo pastoral de Alfonso estaba destinado a animar a las familias en las colonias de San Ramón a ser esa Iglesia de Cristo, en medio de la creciente opresión y represión.  Alfonso ha sido discípulo “fiel de la voluntad de Cristo”.   Recordemos como Alfonso dedicaba tiempo a visitar a las familias.  Todos los días visitaba.  Eran tiempos de mucho miedo, de mucha angustia, de mucho duelo, de mucha pobreza.   Sabía escuchar y acompañar. No condenaba y siempre abría puertas para nuevas oportunidades de vida.   (2) En las reuniones del equipo pastoral y en las reuniones de las diferentes comunidades de la zona Alfonso daba ejemplo de “iluminar los contornos que nos rodean”.  Monseñor lo describe así: “iluminar desde nuestra misma naturaleza de Iglesia – que la somos todos nosotros – la realidad, para que sea una iluminación evangélica”.  En tiempos de crisis es tan importante que la comunidad eclesial sea capaz de dejarse iluminar por el Espíritu de Jesús (y no por lecturas ideológicas, ni desde los ojos de líderes políticos). Monseñor recuerda que debe ser una iluminación evangélica de nuestra realidad.   Alfonso vivió de esa manera.

Durante los casi tres años que he podido compartir con Alfonso el cuido pastoral en esa zona (1978-1980), he sido testigo de cómo estaba realizando esa misión: consolidar la fe e iluminar desde el Evangelio la realidad.  Y todo esto Alfonso lo vivía en acciones solidarias muy concretas, compartiendo de su salario, ayudando a unos jóvenes para el pago de sus estudios, gestionando ayudas de Caritas, trabajando juntos para aliviar el dolor y la desesperación. 

La cita de la homilía de Monseñor Romero nos ha permitido hacer memoria de la vida y del martirio de Alfonso.  Pero no basta recordarlo, sino debemos revisar nuestro camino de CEBs el día de hoy y en la realidad de hoy.   Si  en las CEBs la edad promedia es bastante alta y si no se logra formar nuevas comunidades, significa esto que  hemos descuidado una dimensión fundamental de nuestra misión: consolidar la fe.  Es decir, sin un trabajo intenso de invitar a otras personas y familias a vivir la experiencia de CEBs (visitar, reflexionar la realidad a la luz del Evangelio, formar comunidad, aprender a ser solidarios,…).  Lastimosamente en la historia de la Iglesia vemos como en muchas partes del mundo se ha impuesto el cristianismo como una dimensión del colonialismo destructor. Nuestro continente es un claro ejemplo de esto. Hoy muchos/as son cristianos/as por tradición, por herencia. Otros se dejaron llevar por corrientes religiosas más emocionales y carismáticas, sin compromiso concreto y real.   De ahí que desde las CEBs es urgente retomar la iniciativa de ser ”fiel reflejo de la voluntad de Cristo”.  Urge evangelizar desde la cercanía fiel, desde el servicio concreto, desde la presencia animadora, desde una manera diferente de vivir, desde la invitación a ser parte del modelo de Iglesia que nuestros obispos, bajo la luz y la fuerza del Espíritu Santo, han promovido desde Medellín (1968)  y Puebla ( 1979).  No tengamos miedo.

Reflexión revisada para el domingo 15 de septiembre de 2024 (  Reflexión original escrita para el domingo 12 de septiembre de 2021.  )       Cita de la homilía de la liturgia del 24 domingo ordinario del ciclo B, 16 de septiembre de 1979.   Homilías, Monseñor Oscar A Romero, Tomo V, Ciclo B, UCA editores, San Salvador, p. 316

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