La Iglesia es servicio.

“Cristo les enseñó  a los apóstoles la verdadera característica de la Iglesia. Y, en otro nombre, la Iglesia se llama diaconía. Es una palabra griega que quiere decir “servicio”. …. La Iglesia es servicio.  … Yo invito a todos… que su papel es ser el servidor de la comunidad, el que sabe escuchar los deseos y saber orientarlos hacia Dios para servir a las necesidades del pueblo.   …….   La Iglesia predica una trascendencia desde el corazón del hombre; meterse en el niño, meterse en el pobre, meterse en el andrajoso, en el enfermo, en la cabaña, en la choza; es ir a compartir con él y, desde la entraña misma de su miseria, de su situación, trascenderlo, elevarlo, promoverlo y decirle: “Tú no eres una basura, tú no eres un marginado”.  Es decirle, cabalmente, lo contrario: “Tú vales mucho”. 

Contrario a la dinámica de las sociedades forjadas en el capitalismo neoliberal, Monseñor Romero nos recuerda que la iglesia en su esencia es “diaconía”, es “servicio”.  Pero se debe entender bien.  No es el servicio a su propio bolsillo, ni a sus intereses personales, gremiales o partidarios.  No es servicio (¿) que prestan los políticos en campaña regalando gorras, camisetas, láminas, escobas,… y después se pierden hasta las siguientes elecciones

Monseñor Romero describe y define la Iglesia como la Diaconía desde las entrañas de la miseria.  “meterse en el niño, meterse en el pobre, meterse en el andrajoso, en el enfermo, en la cabaña, en la choza”.  Esto es el primer paso que debe realizar quien desea ser parte de esa Iglesia de Cristo, la Diaconía.  El mensaje está claro: no es desde el templo, no es desde el culto, sino desde la dura realidad (la cruz) que vive la mayoría de nuestro pueblo.  Las CEBs que nacieron desde la experiencia de la parroquia Cristo Salvador en Zacamil, iniciaron a partir de visitas constantes.  Se llamaba a “porteros/as” a tocar puertas.   Eran tiempos cuando congregaciones religiosas hacían nuevas experiencias de inserción en zonas empobrecidas.  La iglesia de Jesús se construye a partir de las “entrañas de la miseria”.  Si no visitamos, si no buscamos a quienes viven en esas “chozas”, no somos aptos para colaborar en la construcción de la Iglesia de Jesús.    Por supuesto, hoy no hablamos solamente de las champas en zonas marginales o familias abandonadas en el campo.  Hoy incluimos toda forma de dolor , exclusión y sufrimiento, no solamente la miseria material.  El “meterse en” y el “compartir con” quienes sufren, es condición para poder seguir a Jesús hoy.

Y la actitud y la acción a realizar es “trascenderlo, elevarlo, promoverlo y decirle: “Tú no eres una basura, tú no eres un marginado”.  Es decirle, cabalmente, lo contrario: “Tú vales mucho”.   Aunque en cierto momento puede ser importante expresarlo con palabras sinceras, lo fundamental es nuestra actitud real y nuestras acciones de solidaridad fraterna constante (no solamente momentánea).   Monseñor menciona estos aspectos como el eje central de la Iglesia que quiere ser Diaconía, o sea, signo e instrumento del Reino de Dios. 

Como ejemplo queremos referir al texto gravado en la tumba de la religiosa Belga Madre Yvonne (+ 17 de julio de 2020) en el templo de Tenancingo, El Salvador: “amando en tiempos de guerra, construyendo en tiempo de destrucción, cuidando en tiempos de abandono, consolidando en tiempos de dolor, enseñando que a Cristo se le ama cuando perdonamos de corazón”.   Eso es el modelo de Iglesia “Diaconía”.   Cada uno/a en su situación y su entorno diferente, pero animándonos unos/as a otros/as a vivir en Diaconía. 

Este mensaje de Monseñor Romero debe llevarnos también a repensar la catequesis, la escuela dominical, y todo proceso formativo con niños/as, adolescentes y jóvenes.  ¿A qué dedicamos más esfuerzos: a que conozcan (1) las oraciones, los credos y unas cuantas doctrinas, o,  (2) a que conozcan y experimenten la manera de vivir de Jesús, la diaconía (= Iglesia)?   Es la triste realidad que muy pocas veces lo primero lleva a lo segundo.  Sin embargo en la medida que vayamos viviendo la práctica de Jesús siendo Iglesia – Diaconía, descubriremos también la bondad de la oración y de la celebración de fe como fuentes de entrega y servicio.  La catequesis para la primera comunión, para la confirmación tendría que ser un proceso más intensivo de tomar contacto con la práctica de Diaconía, de aprendizaje de la praxis de Jesús, de aprender a vivir como creyente cristiano.   No tengamos miedo.

Reflexión revisada para el domingo  22 septiembre de 2024. ( Reflexión original escrita para el domingo 19  de septiembre de 2021.  )       Cita de la homilía de la liturgia del 25 domingo ordinario del ciclo B, 23 de septiembre de 1979.   Homilías, Monseñor Oscar A Romero, Tomo V, Ciclo B, UCA editores, San Salvador, p. 350 y 353.

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