En el matrimonio vivimos la primera célula de lo que debe ser la sociedad
27º domingo del año - B - Mc 10,2-16
| Luis Van de Velde
¿Qué dice[1] Monseñor Romero sobre este texto?
1.No podemos interpretar los relatos del libro de Génesis (sobre la creación del hombre) como cuentos para niños, ni entenderlos literalmente (materialmente).
2. El matrimonio surge de la iniciativa de Dios mismo.
3. En el matrimonio vivimos la primera célula de lo que debe ser la sociedad.
1.En su comentario a este Evangelio, Monseñor Romero habla del mensaje bíblico relativo a la creación del hombre y la mujer en el libro del Génesis.
Ciertamente, los relatos mitológicos de la Biblia sobre la creación siguen siendo un gran reto para entenderlos de manera correcta, desafiante y esperanzadora. Entre las personas vinculadas de alguna manera a la iglesia, todavía se los leen fácilmente como relatos simpáticos de la "historia sagrada" o con una interpretación literal como si fueran un documento de historia o ciencia natural. La distancia cultural entre los textos escritos hace 3.000 años en una fase totalmente diferente de la historia de la humanidad, allí en Palestina en aquella época, hace que hoy sea muy difícil comprender su propósito y significado originales. Y fuera de la dinámica eclesiástica, pocas personas se interesan por estas narraciones.
Aquí queremos repetir el llamado de Monseñor Romero: No debemos interpretar los relatos del libro de Génesis (sobre la creación del hombre) como cuentos para niños, ni entenderlos literalmente (materialmente). Ciertamente, dentro de las iglesias es necesario acercarnos a estas antiguas narraciones de vida para dejar que hablen por sí mismas hoy. ¿Cómo se pueden volver a contarlas? ¿Cómo pueden dar sentido y ofrecer esperanza, incluso a las generaciones en las que las teorías de la evolución están bien establecidas? Monseñor Romero dice que estas historias son una especie de parábolas vivas en las que el hombre y la mujer comparten la propia vida de Dios. Hay mucho que decir sobre el significado de estas parábolas. Recojamos dos líneas que Romero indica en su comentario.
2. El matrimonio surge de la iniciativa de Dios mismo. En un lenguaje de imágenes, en un lenguaje de sueños, Dios mismo conecta al hombre y a la mujer. Es maravilloso, dice Mons. Romero, pensar que el matrimonio es iniciativa de Dios. En otras palabras, el amor entre el hombre y la mujer es una expresión de la propia presencia de Dios entre nosotros. Y ampliando esto, podemos decir que cualquier forma de amor auténtico entre personas responde a la propia intención de Dios para la humanidad. Por eso también hay verdaderas celebraciones y fiestas cuando las personas juran fidelidad en el amor y comienzan así esa gran aventura. Esa es nuestra vocación. Esa es nuestra esperanza. Ese es nuestro camino. Esa es nuestra fuerza. Es el camino de Dios con las personas reales.
Todo lo que es profundamente humano es también muy frágil. Y lo humano es camino de caerse y levantarse. Una pequeña piedra en el zapato puede causar una gran herida si no se saca a tiempo. La vasija de barro del amor también puede agrietarse y romperse. Entonces hay mucha pena y dolor. Eso también requiere respeto y cuido. Dios siempre nos ofrece, a los seres humanos, nuevas oportunidades de vida y de amar. En comunidad podemos llevarnos los unos a los otros. Es un gesto de Dios.
3. Monseñor Romero dijo este domingo: "En el matrimonio vivimos la primera célula de lo que debe ser la sociedad”. La otra cara de la relación de amor entre las personas es la tarea en la familia de proporcionar los ladrillos para la construcción de una nueva sociedad. No basta con que una familia prepare a sus hijos para entrar en la sociedad. Desde el punto de vista religioso, también tenemos la tarea de proporcionar esa "célula de lo que debe ser la sociedad": justicia, verdad, libertad, solidaridad, fraternidad, misericordia. Cuando el amor entre el hombre y la mujer, el amor entre las personas, brota del corazón de Dios, entonces también se nos encarga que las nuevas generaciones se formen para cambiar radicalmente el mundo "según el propio sueño de Dios". Hoy tenemos una variedad importante de modelos de familia, pero siempre se trata de personas que se aman y quieren dar vida a los demás. Lo más importante no es que los niños aprendan a "ganar", a "ser los mejores", a luchar con los codos, a ser los más fuertes, sino que aprendan en la familia lo feliz que se puede ser cuando se viven concretamente estos valores del Reino de Dios. El amor entre las personas tiene la tarea de ser la semilla de una nueva sociedad. Lo que brota del corazón de Dios también puede conducir al sueño de Dios para las personas: la tierra nueva donde es bueno vivir para todas y todos. Eso es lo que defendemos. Recibimos el regalo de amor de Dios como la semilla de una nueva cosecha. Todo esto requiere una gran atención y un cuidado permanente. Merece la pena arriesgarnos a hacerlo.
Preguntas sugeridas para la reflexión y la acción personal o comunitaria.
- ¿Qué experiencia tenemos en la catequesis (en casa, en la parroquia, en la escuela, ...) o en la predicación sobre los relatos de la creación y especialmente sobre la creación del ser humano: del hombre y de la mujer? ¿Dónde están las dificultades para entender el mensaje hoy en día? ¿Qué obstáculos tenemos que eliminar?
- ¿Hemos experimentado que el amor entre las personas brota del corazón de Dios mismo? ¿Qué tiene que ver el amor entre personas con Dios? ¿Cómo nos habla el Dios de Jesús en nuestra relación de amor?
- ¿Hasta qué punto los problemas de nuestra sociedad son el resultado de las células forjadas en nuestras familias? ¿Qué podemos hacer hoy en nuestras familias para alimentar y formar personas que estén dispuestas a levantarse contra una sociedad de injusticia y por una sociedad de paz y misericordia justas? ¿Qué apoyo podemos darnos desde nuestra comunidad?
Escrito para el 27 domingo ordinario – B en el año 2021
[1] Homilía de Mons. Romero durante la eucaristía del 27 domingo ordinario, el 7 de octubre de 1979