Movimientos populares y Doctrina Social con el Papa Francisco
El mensaje del Papa Francisco, en el III Encuentro de Movimientos Populares (MP) celebrado recientemente en Roma, ha tenido mucha trascendencia e importancia. El Papa recoge lo más valioso de sus otros mensajes en los anteriores encuentros, lo pone en el contexto de la Doctrina Social de la Iglesia (DSI) y lo profundiza para nuestra época e historia. En la línea de su magisterio y enseñanza social, el Papa Francisco está impulsado y renovando la DSI, con una clave muy importante en esta inter-relación con los MP. Se presenta así toda una espiritualidad y teología de los MP, en especial una antropología y moral (ética) social, en la senda de los más significativo de la teología actual y el pensamiento contemporáneo, como es el latinoamericano.
En el ámbito de la metodología de la DSI, con unos principios renovados desde todo este pensamiento y teología, el Papa Francisco nos presenta el ver la realidad, que tiene la primacía sobre la idea, con una mirada espiritual y moral desde El Evangelio de Jesús. Este ver y hacerse cargo de la realidad, lo realiza desde el principio-misericordia y la ética de la compasión, en el que contempla el sufrimiento e injusticia que padecen los pueblos y pobres de la tierra. Una mirada universal y global al mundo e historia, ya que el todo es mayor que la parte, con sus gozos y sufrimientos, sus esperanzas y males. En la línea y empleo de los estudios o ciencias sociales, el Papa analiza las causas de las desigualdades e injusticias de nuestra época, con la globalización de la indiferencia y la cultura del descarte, de la exclusión. Es la inequidad del hambre y de la pobreza, del paro y la precariedad (explotación) laboral con un trabajo basura e indecente. La inequidad de la trata de personas y la esclavitud infantil, el mal e injusticia que padecen esos pobres de la tierra que son los refugiados y migrantes, las guerras y violencias como son los terrorismos, la destrucción de la vida humana y de la ecología, etc.
Todo lo anterior es causado principalmente por el sistema e ideología que domina, el liberalismo economicista con el capitalismo. En donde reina el dinero como dios, el ídolo de la riqueza-ser rico y del poder, el imperialismo internacional del dinero como nos muestra la DSI. Es el mercado, el beneficio y la competitividad convertidos en estos falsos dioses. Cuya mentira lleva a la idolatría del sacrificio de los pueblos, de los pobres y del planeta en el altar del crecimiento económico, de la especulación financiera-bancaria y de la buena vida consumista, hedonista y del lujo-riqueza.
De esta forma, el Papa plantea el juzgar y cargar con la realidad, el juicio de este sistema e ideología que es inhumana, inmoral e idolátrica en su misma raíz. Asumiendo misericordiosa y compasivamente todo este dolor, inequidad e injusticia violenta que sufren los empobrecidos, los pueblos y la naturaleza. El Papa asume todo este conflicto e injusticia, en el horizonte de la unidad y fraternidad pacífica de la humanidad. La unidad es superior al conflicto. Con una valoración moral del sistema e ideología actual, a la que descalifica como violenta y terrorista. Ya que con todas estas desigualdades, inequidades e injusticias: provoca las guerras y las violencias. Y es que en este sentido, para mantener su riqueza y poder- sus privilegios e intereses-, este sistema e ideología necesita generar toda esta cultura de la guerra, de la violencia y del terror, del miedo para seguir imponiendo su dominación e injusticia.
Desde este ver (hacerse cargo) y juzgar (cargar con) la realidad, el Papa presenta el actuar y encargarse de la realidad, una praxis transformadora en la solidaridad y en la paz, en la justicia social-global y ecológica. En donde el tiempo es superior al espacio, con los procesos emancipadores por los que las personas, los pueblos y los pobres son los sujetos protagonistas de su desarrollo y promoción liberadora e integral. Frente a los espacios de poder y dominación de las élites o selectos (del "liderismo") con su paternalismo y asistencialismo, que no dejan a los pueblos y a los pobres ser gestores de su vida, de su destino y realidad (económica, social, política, cultural e histórica). Como se conoce y observa, la teoría e ideas o análisis se enmarcan en la realidad y praxis liberadora de estos movimientos de los pueblos, de los pobres de la tierra, con sus sufrimientos, injusticia y luchas por la paz, por la justicia y una ecología integral.
Lejos de toda filosofía y pensamiento o teología desencarnada con un intelectualismo de "escritorio", el Papa sitúa la ética y la DSI en esta vida y compromiso de los pueblos, de los pobres por su dignidad y derechos. Los pueblos y los pobres, el pueblo de Dios e iglesia universal, son los sujetos de esta realidad de la DSI, de suscitarla o profundizarla y renovarla, historizarla y llevarla a la práctica. Los pueblos, el pueblo de Dios e iglesia, en especial los pobres, poseen el sentido de la fe con su experiencia de encuentro con Dios en Cristo, en el seguimiento de Jesús con su realización del Reino y su justicia liberadora. Este encuentro entre el Evangelio y la realidad, en la vida-praxis del pueblo y de los pobres, es lo que el magisterio y la DSI transmite en la tradición apostólica desde el Evangelio de Jesús; en la vida de santidad de este amor fraterno y justicia con los pobres.
Se va pues profundizando y renovando esta DSI encarnada en la vida del pueblo, de su cultura y espiritualidad. En la experiencia de la fe que lleva a la justicia, en la promoción liberadora e integral de los pobres como sujetos de la transformación que trae la DSI. Los movimientos populares, sociales e históricos, los pobres con su cultura y espiritualidad, van haciendo carne y realidad la DSI con su vida, praxis y militancia pobre en la iglesia por el Reino de Dios y su justicia. Es la más verdadera (honda) caridad y acción, el don (gracia) de la caridad social y política que va las causas o raíces del mal e injusticia; que convierte a los pueblos y pobres en sujetos transformadores de la sociedad-mundo para ir estableciendo el bien común, la justicia y la civilización del amor.
El amor se realiza desde la caridad social y política en la promoción de la justicia con los pobres, que defiende la vida y dignidad de las personas, el bien común y los derechos humanos, políticos, económicos y sociales como son las significativas tres “T”. Tierra para los campesinos y pueblos de la tierra, con el principio y derecho del destino universal de los bienes que está encima de la propiedad. Una tierra y ecología integral con un desarrollo sostenible, una economía al servicio de las necesidades reales de las personas y de los pueblos, frente a toda especulación financiera y usura bancaria. Trabajo decente para la persona trabajadora, que está por encima del capital (beneficio y ganancia), con sus derechos inherentes como un salario justo para el trabajador y su familia. Unas condiciones laborales humanizadas que posibiliten la vida familiar, cultural y espiritual. Techo para toda familia, el derecho a una vivienda digna y un hábitat saludable, que está por encima de las ganancias de los bancos con sus hipotecas abusivas y usureras.
Se realiza así, desde todo lo anterior, el verdadero cumplimiento de los derechos humanos y el bien común, el estado (con justicia) social de derechos con una democracia real. Esto es, los ciudadanos, familias y pueblos son los actores-gestores reales de la vida pública, social, cultura, política y económica. Lo cual haciendo veraz el principio de subsidiariedad. Es la auténtica caridad y santidad socio-política en una existencia austera y sobria. Es decir, la pobreza solidaria y fraterna (evangélica) en la comunión de vida, de bienes y lucha por la justicia con los pobres de la tierra; frente a los ídolos de la riqueza, de ser rico y del poder, de la vida del derroche, lujo y consumismo.
Es la vida buena que va logrando la felicidad y santidad desde este amor que se hace pobreza y pobre, iglesia pobre con los pobres, en la justicia liberadora de todo egoísmo e individualismo, de todo pecado y mal. Lo que culmina en la vida plena y eterna, en la comunión con Dios en Cristo cuando sea todo en todo. Con el triunfo del amor, de la justicia y de la vida. Frente a la geopolítica de la desesperanza y del miedo, que imponen estos poderes con dicho sistema e ideología, la fe nos abre a la confianza y esperanza que, en la lucha por la justicia, espera que el mal e injusticia irán siendo vencidos. Tal como nos enseña, todo lo dicho hasta aquí, esta enseñanza y DSI como nos está transmitiendo Papa Francisco. Gracias a Dios.
En el ámbito de la metodología de la DSI, con unos principios renovados desde todo este pensamiento y teología, el Papa Francisco nos presenta el ver la realidad, que tiene la primacía sobre la idea, con una mirada espiritual y moral desde El Evangelio de Jesús. Este ver y hacerse cargo de la realidad, lo realiza desde el principio-misericordia y la ética de la compasión, en el que contempla el sufrimiento e injusticia que padecen los pueblos y pobres de la tierra. Una mirada universal y global al mundo e historia, ya que el todo es mayor que la parte, con sus gozos y sufrimientos, sus esperanzas y males. En la línea y empleo de los estudios o ciencias sociales, el Papa analiza las causas de las desigualdades e injusticias de nuestra época, con la globalización de la indiferencia y la cultura del descarte, de la exclusión. Es la inequidad del hambre y de la pobreza, del paro y la precariedad (explotación) laboral con un trabajo basura e indecente. La inequidad de la trata de personas y la esclavitud infantil, el mal e injusticia que padecen esos pobres de la tierra que son los refugiados y migrantes, las guerras y violencias como son los terrorismos, la destrucción de la vida humana y de la ecología, etc.
Todo lo anterior es causado principalmente por el sistema e ideología que domina, el liberalismo economicista con el capitalismo. En donde reina el dinero como dios, el ídolo de la riqueza-ser rico y del poder, el imperialismo internacional del dinero como nos muestra la DSI. Es el mercado, el beneficio y la competitividad convertidos en estos falsos dioses. Cuya mentira lleva a la idolatría del sacrificio de los pueblos, de los pobres y del planeta en el altar del crecimiento económico, de la especulación financiera-bancaria y de la buena vida consumista, hedonista y del lujo-riqueza.
De esta forma, el Papa plantea el juzgar y cargar con la realidad, el juicio de este sistema e ideología que es inhumana, inmoral e idolátrica en su misma raíz. Asumiendo misericordiosa y compasivamente todo este dolor, inequidad e injusticia violenta que sufren los empobrecidos, los pueblos y la naturaleza. El Papa asume todo este conflicto e injusticia, en el horizonte de la unidad y fraternidad pacífica de la humanidad. La unidad es superior al conflicto. Con una valoración moral del sistema e ideología actual, a la que descalifica como violenta y terrorista. Ya que con todas estas desigualdades, inequidades e injusticias: provoca las guerras y las violencias. Y es que en este sentido, para mantener su riqueza y poder- sus privilegios e intereses-, este sistema e ideología necesita generar toda esta cultura de la guerra, de la violencia y del terror, del miedo para seguir imponiendo su dominación e injusticia.
Desde este ver (hacerse cargo) y juzgar (cargar con) la realidad, el Papa presenta el actuar y encargarse de la realidad, una praxis transformadora en la solidaridad y en la paz, en la justicia social-global y ecológica. En donde el tiempo es superior al espacio, con los procesos emancipadores por los que las personas, los pueblos y los pobres son los sujetos protagonistas de su desarrollo y promoción liberadora e integral. Frente a los espacios de poder y dominación de las élites o selectos (del "liderismo") con su paternalismo y asistencialismo, que no dejan a los pueblos y a los pobres ser gestores de su vida, de su destino y realidad (económica, social, política, cultural e histórica). Como se conoce y observa, la teoría e ideas o análisis se enmarcan en la realidad y praxis liberadora de estos movimientos de los pueblos, de los pobres de la tierra, con sus sufrimientos, injusticia y luchas por la paz, por la justicia y una ecología integral.
Lejos de toda filosofía y pensamiento o teología desencarnada con un intelectualismo de "escritorio", el Papa sitúa la ética y la DSI en esta vida y compromiso de los pueblos, de los pobres por su dignidad y derechos. Los pueblos y los pobres, el pueblo de Dios e iglesia universal, son los sujetos de esta realidad de la DSI, de suscitarla o profundizarla y renovarla, historizarla y llevarla a la práctica. Los pueblos, el pueblo de Dios e iglesia, en especial los pobres, poseen el sentido de la fe con su experiencia de encuentro con Dios en Cristo, en el seguimiento de Jesús con su realización del Reino y su justicia liberadora. Este encuentro entre el Evangelio y la realidad, en la vida-praxis del pueblo y de los pobres, es lo que el magisterio y la DSI transmite en la tradición apostólica desde el Evangelio de Jesús; en la vida de santidad de este amor fraterno y justicia con los pobres.
Se va pues profundizando y renovando esta DSI encarnada en la vida del pueblo, de su cultura y espiritualidad. En la experiencia de la fe que lleva a la justicia, en la promoción liberadora e integral de los pobres como sujetos de la transformación que trae la DSI. Los movimientos populares, sociales e históricos, los pobres con su cultura y espiritualidad, van haciendo carne y realidad la DSI con su vida, praxis y militancia pobre en la iglesia por el Reino de Dios y su justicia. Es la más verdadera (honda) caridad y acción, el don (gracia) de la caridad social y política que va las causas o raíces del mal e injusticia; que convierte a los pueblos y pobres en sujetos transformadores de la sociedad-mundo para ir estableciendo el bien común, la justicia y la civilización del amor.
El amor se realiza desde la caridad social y política en la promoción de la justicia con los pobres, que defiende la vida y dignidad de las personas, el bien común y los derechos humanos, políticos, económicos y sociales como son las significativas tres “T”. Tierra para los campesinos y pueblos de la tierra, con el principio y derecho del destino universal de los bienes que está encima de la propiedad. Una tierra y ecología integral con un desarrollo sostenible, una economía al servicio de las necesidades reales de las personas y de los pueblos, frente a toda especulación financiera y usura bancaria. Trabajo decente para la persona trabajadora, que está por encima del capital (beneficio y ganancia), con sus derechos inherentes como un salario justo para el trabajador y su familia. Unas condiciones laborales humanizadas que posibiliten la vida familiar, cultural y espiritual. Techo para toda familia, el derecho a una vivienda digna y un hábitat saludable, que está por encima de las ganancias de los bancos con sus hipotecas abusivas y usureras.
Se realiza así, desde todo lo anterior, el verdadero cumplimiento de los derechos humanos y el bien común, el estado (con justicia) social de derechos con una democracia real. Esto es, los ciudadanos, familias y pueblos son los actores-gestores reales de la vida pública, social, cultura, política y económica. Lo cual haciendo veraz el principio de subsidiariedad. Es la auténtica caridad y santidad socio-política en una existencia austera y sobria. Es decir, la pobreza solidaria y fraterna (evangélica) en la comunión de vida, de bienes y lucha por la justicia con los pobres de la tierra; frente a los ídolos de la riqueza, de ser rico y del poder, de la vida del derroche, lujo y consumismo.
Es la vida buena que va logrando la felicidad y santidad desde este amor que se hace pobreza y pobre, iglesia pobre con los pobres, en la justicia liberadora de todo egoísmo e individualismo, de todo pecado y mal. Lo que culmina en la vida plena y eterna, en la comunión con Dios en Cristo cuando sea todo en todo. Con el triunfo del amor, de la justicia y de la vida. Frente a la geopolítica de la desesperanza y del miedo, que imponen estos poderes con dicho sistema e ideología, la fe nos abre a la confianza y esperanza que, en la lucha por la justicia, espera que el mal e injusticia irán siendo vencidos. Tal como nos enseña, todo lo dicho hasta aquí, esta enseñanza y DSI como nos está transmitiendo Papa Francisco. Gracias a Dios.