La gloria de tu reino
¡Feliz viernes! El mes de noviembre se estrena cuando nos acordamos de tantos santos que han vivido y, por qué no, que viven entre nosotros. Son los que han traído el reino de Dios a la tierra y del que tenemos la responsabilidad de llevarlo a los demás.
La música de hoy es de Tomás Luis de Victoria (h. 1548-1611), compositor español nacido en Ávila. Tiene a santa Teresa como paralela en cuanto a fervor místico. Es más, es muy posible que ambos se conociesen. Con este misticismo, el contrapunto que aprendió de Palestrina y su arte salió una música tan maravillosa que lo ha convertido en uno de los mejores compositores de la historia. La profundidad que alcanzó no ha sido igualada. No usó demasiado la técnica del cantus firmus en sus misas y tampoco la parodia; sobre todo era un maestro de todo aquello que fuese o se pareciese a un canon. A veces usa un ambiente tan vívido en sus composiciones religiosas que casi parecen un madrigal, enfatizando todo lo enfatizable y mostrando un curioso interés por el recitativo. También sacó mucho provecho de la técnica policoral que se desarrolló en Venecia. El contraste tonal en sus textos es tan intenso que nos hace preludiar el balance de tonalidad mayor-menor que aparecería más tarde y que sería característico del barroco.
Disfrutemos de su motete O quam gloriosum est regnum. Es concretamente una composición para el día de hoy, solemnidad de todos los santos. El abulense lo compuso mientras estaba trabajando en Roma: concretamente cuando era organista de la iglesia de Santa María de Montserrat. Es una de las composiciones más famosas del maestro y está llena de una gran fuerza y de un movimiento muy destacado, quizá para plasmar la gracia y el gozo de todos los santos. Su energía se detiene un poco cuando las voces cantan las palabras amicti stolis albis, desde decir, cuando describe a los amigos vestidos de blanco.
La partitura de la obra puede descargarse aquí.
La interpretación es del Coro de Cámara de la Universidad de Utah.