El arzobispo de Panamá habla de sus sensaciones en el Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular de Sevilla José Domingo Ulloa: "La devoción popular también se puede llevar a calles donde se malvive y hay prostitución"
José Domingo Ulloa participa estos días en el Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular. El arzobispo panameño afirmaba haber obtenido más conocimiento sobre la esencia de las hermandades, que en todas las explicaciones recibidas durante sus 67 años
"Este congreso ayudará a recuperar algo que tal vez con el tiempo la Iglesia ha perdido, y eso es el acompañar la religiosidad popular de nuestros pueblos"
Aquí se está demostrando que el papel del laico es esencial y, desde ahí, se debe dar otro salto. Este es el que nos propone el Papa a través de la sinodalidad
La Iglesia debe estar presente al lado de los migrantes, proporcionando lo mínimo necesario para su salud. A través de nuestra presencia, descubren que en ese caminar no están solo
"Hay que romper barreras y prejuicios que convierten al migrante en amenaza. Ningún migrante hace turismo"
Aquí se está demostrando que el papel del laico es esencial y, desde ahí, se debe dar otro salto. Este es el que nos propone el Papa a través de la sinodalidad
La Iglesia debe estar presente al lado de los migrantes, proporcionando lo mínimo necesario para su salud. A través de nuestra presencia, descubren que en ese caminar no están solo
"Hay que romper barreras y prejuicios que convierten al migrante en amenaza. Ningún migrante hace turismo"
"Hay que romper barreras y prejuicios que convierten al migrante en amenaza. Ningún migrante hace turismo"
| Xavier Pete, enviado especial de Flama/RD al Congreso de Hermandades de Sevilla
Hay un arzobispo que estos días se siente, en Sevilla, como en su casa. Es José Domingo Ulloa, nacido el año 1956 en Panamá, país del que es arzobispo metropolitano y cuya patrona es Santa María La Antigua, presente también en Sevilla. “La imagen de nuestra gran virgen que custodia la catedral de Sevilla es una preciosidad”, reconocía este religioso agustino que no se ha perdido ninguna de las ponencias que, hasta este viernes, se han impartido en el II Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular.
Conversando entre congresistas, el panameño afirmaba haber obtenido más conocimiento sobre la esencia de las hermandades que en todas las explicaciones recibidas durante sus 67 años. De este modo, pudo reconocer gracias a ponencias como la del pro prefecto del dicasterio para la Evangelización, Rino Fisichella, que el camino de las hermandades y cofradías “se puede insertar dentro del camino de la belleza, que ha sido percibida como un llamado a vivir de cerca la vía del cristianismo”. Y también fue conocedor, en palabras de Marcello Semeraro, prefecto del Dicasterio de las Causas de los Santos, de que “si en toda religión hay expresiones populares, hay que admitir, sin embargo, que en el ámbito cristiano lo que colorea la expresión cultural de la fe impresa en el corazón de los fieles es el misterio de la Encarnación”.
-¿Qué aspectos de la piedad popular en Sevilla considera que son las "grandes enseñanzas" que la ciudad y sus cofradías ofrecen a la iglesia universal?
-Este congreso ayudará a recuperar algo que tal vez con el tiempo la Iglesia ha perdido, y eso es el acompañar la religiosidad popular de nuestros pueblos. ¿Y qué mejor escenario que Sevilla para hacer esta convocatoria? Nos va a ayudar a las diversas diócesis a replantearnos la purificación de la importancia en la religiosidad popular en la vivencia de nuestra fe.
Una de las grandes enseñanzas que estamos recibiendo está en la parte organizativa. Aquí se está demostrando que el papel del laico es esencial y, desde ahí, se debe dar otro salto. Este es el que nos propone el Papa a través de la sinodalidad, descubriendo que en medio de las realidades de cada hermandad reside la Iglesia. Este congreso reconoce eso.
-¿Cuáles son las características de la religiosidad popular sevillana que le parecen más impresionantes o significativas?
-Lo más significativo de la religiosidad popular en Sevilla es la expresión espontánea que se tiene. Lo que más me llama la atención es el rostro de las propias personas cuando participan en las procesiones.
-Mencionó que la Semana Santa en Panamá se celebra con más fervor cada vez. ¿Cómo ha evolucionado esta celebración en su país en los últimos años?
-Sí. Cada año se celebra con mayor fervor. Sobre todo, hemos rescatado la Semana Santa en el casco antiguo, es lo más significativo.
-Usted promovió un viacrucis en calles donde se ejerce la prostitución. ¿Allí tiene más sentido el viacrucis?
-Hace años que instituimos el Viernes Santo y la mejor forma de hacer ese calvario que Jesucristo hace entre la gente de la calle es llevarlo a esos propios lugares donde se malvive, donde hay prostitución y donde hay sufrimiento. Ahí, para ellos también está la redención.
-Usted ha denunciado la dramática situación de los migrantes que atraviesan la selva del Darién. ¿Qué acciones concretas está tomando la Iglesia para ayudar a aliviar el sufrimiento de estas personas y garantizar su dignidad durante su travesía?
-Una de las primeras acciones ha de ser fortalecer la casa del migrante. Acogerlo, sobre todo. También es importante el diálogo con las autoridades e irlo acompañando, tanto en lugares de frontera como en el paso que hacen de Panamá hacia Estados Unidos.
-Ha mencionado que la fe sostiene a muchos de los migrantes en su camino. ¿Cómo cree que la Iglesia puede seguir siendo refugio espiritual para ellos, especialmente en momentos tan críticos y dolorosos?
-La Iglesia debe estar presente, a su lado, proporcionando lo mínimo necesario para su salud. A través de nuestra presencia, descubren que en ese caminar no están solos. Así lo creemos todos los obispos de frontera, es decir, los de Panamá, Colombia o Costa Rica. Creo que esto nos ayuda también para hacer ver a los migrantes que seguimos a su lado.
-A raíz de su experiencia, ¿qué consejos daría a Iglesias de otras regiones del mundo —como la de la Mediterránea— para sensibilizar a los fieles y agentes pastorales sobre la realidad migratoria, y cómo podemos superar estas barreras para integrar mejor a los migrantes en nuestras comunidades?
-El mejor consejo es descubrir que en cada migrante nos encontramos con el Señor. Hay que romper barreras y prejuicios que convierten al migrante en amenaza. Ningún migrante hace turismo. Como Iglesia, tenemos la responsabilidad de alzar la voz en los países de origen, ya que no existen condiciones mínimas para vivir con dignidad. Por su parte, la comunidad internacional mira para otro lado, pero su función también es exigir a los países expulsores que cambien condiciones para que los migrantes no se tengan que ir.