El arzobispo de Lima a la Comisión para la Vida Consagrada Monseñor Castillo: "Que san José nos ayude a entrar en el proceso de una Iglesia fecunda "
La Comisión para la Vida Consagrada que preside Monseñor Juan José Salaverry, organizó recientemente un conversatorio virtual sobre «San José: Cuida de nosotros con corazón de Padre»
En este contexto, nuestro Arzobispo de Lima participó con una breve reflexión sobre los gestos sutiles de San José: "Estuvo presente y actuó permanentemente, desde lo callado, en la vida de Jesús, paternalmente"
Añadió: "Los problemas que tenemos en nuestra Patria vienen del desentendimiento de la complementación profunda que hay entre el hombre y la mujer"
"Es hora de que gocemos de la capacidad de generar y dar vida, de irnos en el momento indicado para dejar ser a las personas", subrayó.
Añadió: "Los problemas que tenemos en nuestra Patria vienen del desentendimiento de la complementación profunda que hay entre el hombre y la mujer"
"Es hora de que gocemos de la capacidad de generar y dar vida, de irnos en el momento indicado para dejar ser a las personas", subrayó.
(Arzobispado de Lima).- «Que San José, a través de su inspiración, su delicadeza y su justicia, nos ayude a todos a entrar en el proceso de una Iglesia fecunda y no estéril, una Iglesia que no repite por repetir, sino que sabe actuar oportuna y específicamente en cada caso, y por tanto, genera y regenera a la persona, porque la comprende en su singularidad y no olvida a nadie», fueron las palabras de Monseñor Carlos Castillo en el día que la Iglesia celebra a San José.
La Comisión para la Vida Consagrada que preside Monseñor Juan José Salaverry, organizó recientemente un conversatorio virtual sobre «San José: Cuida de nosotros con corazón de Padre», con las ponencias del Padre Luis Javier Quirós Piñeyro, SJ., y la hermana Sally Harper Majerus, CSJ.
En este contexto, nuestro Arzobispo de Lima participó con una breve reflexión sobre los gestos sutiles de San José: «estuvo presente y actuó permanentemente, desde lo callado, en la vida de Jesús. Sus actitudes también son un reflejo de la paternidad de Dios: trabajo humilde, sencillo, discreto, pero enormemente fecundo», comentó.
Monseñor Castillo explicó que, como parte de la tradición andina y española, hemos heredado una actitud de padre que se ha consolidado en nuestra historia por sus formas autoritarias, machistas y clericales: «nada de eso se ve en José, que suscita en nosotros la capacidad de entender la paternidad unida a la maternidad, con la firmeza de quien toma decisiones para responder a situaciones muy difíciles, pero también con la ternura para actuar según la voluntad de Dios, en la delicadeza del trato como lo hizo con María, no aplicando la ley abruptamente, sino realizando el verdadero sentido de la justicia, que implica un profundo respeto y amor, misericordia», expresó.
Los problemas que tenemos en nuestra Patria vienen del desentendimiento de la complementación profunda que hay entre el hombre y la mujer.
La capacidad de generar y regenerar la vida
Y recordando la reciente Encíclica del Santo Padre, Fratelli Tutti, el Arzobispo de Lima recordó que nuestra cercanía entre hermanos se basa en un Dios que genera y deja ser en libertad: «la generatividad es la capacidad de engendrar y dar vida, de cultivar, de sacar adelante a los seres humanos, para hacer posible que la vida de las personas sea reconocida en su calidad, en su propiedad, en su singularidad, acompañando sus procesos con alegría», añadió.
Carlos Castillo indicó que la posesividad moderna y el egoísmo histórico están destruyendo nuestra capacidad de ser fecundos como San José: «es hora de que gocemos de la capacidad de generar y dar vida, de irnos en el momento indicado para dejar ser a las personas», subrayó.
«La gran cuestión planteada en el mundo de hoy es nuestra capacidad de ser fecundos, no tanto de ser productivos – reflexionó Monseñor Carlos – lo que anhelamos no es que el mundo tenga una enorme productividad y ganancia, lo que el mundo necesita es generatividad para que las personas puedan crecer, y todo lo que ‘invertimos’ en la persona se vea en sus frutos que luego generan más cosas que la multiplicación de las ganancias».
Tenemos que saber compartir nuestros bienes para que, generando personas, se multiplique la capacidad de amar. La Iglesia, pastoralmente hablando, es generadora de vida porque ama como Dios ama.
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