Héctor Marín entregó a Bergoglio una carta en nombre de los represaliados por la dictadura Las víctimas de Pinochet, al Papa: "En sus manos dejo la esperanza de encontrar a nuestros desaparecidos"
(J. Bastante/Agencias).- "En sus manos dejo la esperanza de encontrar a nuestros detenidos desaparecidos". Héctor Marín Rossel tenía 17 años cuando, el 28 de septiembre de 1973, vio como su hermano Jorge, de 19, era secuestrado y asesinado por los 'milicos' comandados por el general Augusto Pinochet. Ocurrió en Iquique, el mismo lugar donde, 45 años después, fue recibido por el Papa Francisco.
En la Gruta de Lourdes, adonde se dirigió después de celebrar la misa en el desierto, Bergoglio mantuvo un breve encuentro con Rossel y otra persona, que le hicieron entrega de una carta en la que se solicita la ayuda del Vaticano para esclarecer, en la medida de lo posible, las circunstancias de la desaparición de miles de personas en los duros años de la dictadura chilena.
"También le pido que haga un llamado a las fuerzas armadas y al gobierno de Chile a colaborar en esta cruzada humanitaria que nos permitirá tener la paz espiritual que tanto necesitamos", agregó.
Hace 31 años, el Papa Juan Pablo II 'bendecía' al régimen de Pinochet, presentándose junto a él en el balcón de la Casa de la Moneda. El respaldo de la jerarquía vaticana al general, basado en la amistad de éste con el entonces secretario de Estado vaticano (y ex Nuncio en Chile), Angelo Sodano, hizo mucho daño a los católicos chilenos. Una herida que, este jueves, el Papa Francisco ha ayudado a que empiece a cicatrizar.
Antes, en el aeródromo de Maquehue (Temuco), que sirvió como centro de detención y tortura durante la dictadura, el Papa celebró una misa que ofreció "por todos los que sufrieron y murieron y por los que cada día llevan sobre sus espaldas el peso de tantas injusticias'. El Papa pidió un momento de silencio por tanto 'dolor y tanta injusticia', en medio de la emoción que se palpaba en el ambiente.
Por otro lado, tras su última misa en Chile, Francisco se bajó del papamóvil que recorría las calles de Iquique para atender a una carabinera que cayó de su caballo cuando el Papa pasaba a su lado. Al parecer, el equino se asustó al paso de la comitiva, y tiró al suelo a la carabinera.
Francisco, al darse cuenta de lo sucedido, mandó parar el vehículo y descendió para informarse de las condiciones de la mujer y esperó a su lado hasta que llegó una ambulancia.
Los miembros de la seguridad se acercaron a ayudar a la carabinera y Francisco estuvo presente junto a ella mientras la atendían.
El portavoz del Vaticano, Greg Burke, explicó que la mujer estaba consciente y recibió palabras de consuelo por parte de Francisco.