La organización nacional de liturgistas corrige las medidas recomendadas por la Conferencia Episcopal Polémica en Estados Unidos por la reapertura de iglesias: comunión en la boca y autoprotección del sacerdote
La organización se ha visto obligada a hacer matizaciones respecto a las medidas de los obispos porque en algunos puntos se aprecia un enorme desencuentro
"La Sagrada Comunión no puede ser distribuida con guantes", ha publicado el episcopado estadounidense, que considera que llevarlos altera la sacralidad del rito, la misma razón por la que llama a la audiencia a usar mascarilla, pero no a los sacerdotes
Los funcionarios litúrgicos diocesanos alertan de la falta de prudencia de estos consejos, lo mismo que del de retomar la comunión en la boca, y recuerdan que "nuestra primera consideración debe ser la salud y la seguridad de nuestros feligreses y de aquellos con los que se encontrarán"
Los funcionarios litúrgicos diocesanos alertan de la falta de prudencia de estos consejos, lo mismo que del de retomar la comunión en la boca, y recuerdan que "nuestra primera consideración debe ser la salud y la seguridad de nuestros feligreses y de aquellos con los que se encontrarán"
La organización nacional de expertos litúrgicos diocesanosde Estados Unidos publicó ayer una serie de recomendaciones para prevenir el contagio del coronavirus al retomar las celebraciones, paralelas a las sugeridas por la Conferencia Episcopal estadounidense, que se hicieron públicas a finales de abril.
La organización se ha visto obligada a hacer matizaciones respecto a las medidas de los obispos porque en algunos puntos se aprecia un enorme desencuentro. Para empezar, la Conferencia Episcopal, que ha ajustado sus recomendaciones al programa de desescalada del gobierno de Trump, "sugiere que es posible la comunión en la lengua y el documento da una opción para la comunión después de la misa (con desinfectante de manos entre los comulgantes)", como explica la organización de funcionarios litúrgicos en su sitio web.
Sus representantes alertan de la falta de prudencia frente al contagio que supondría retomar la comunión en la boca, y recuerdan que "nuestra primera consideración debe ser la salud y la seguridad de nuestros feligreses y de aquellos con los que se encontrarán", y no la recuperación inmediata de ritos y costumbres.
Las directrices de esta federación afean, de la misma manera, que la Conferencia de obispos haya publicado en su documento que los feligreses deben llevar mascarillas, pero no los sacerdotes. "Nadie tiene derecho a poner en peligro la vida de otro, ni siquiera sin saberlo", denuncian.
Los obispos estadounidenses, a más de seis pies de distancia de la realidad
No sorprende que esta organización haya publicado su desacuerdo los las medidas preventivas que proponen los obispos estadounidenses, en el contexto de la lucha contra el coronavirus. ¿Por qué los fieles deben ponerse la mascarilla pero los celebrantes no? Los obispos han declarado que "la misa está imbuida de un poderoso simbolismo sacramental y litúrgico", por el que "usar una máscara y guantes sería un signo contrario perjudicial en este contexto, y no se justifica por consideraciones de higiene si el sacerdote se mantiene a una distancia adecuada de la congregación".
Después de que el cardenal Sarah haya considerado inapropiado portar las hostias en bolsas de plástico para abrir la posibilidad de comulgar a personas que se encuentren impedidas en su domicilio, los obispos estadounidenses piensan que llevar mascarilla en un altar ofende "el respeto de la materia y la forma de los sacramentos".
¿Cuál es la prioridad, entonces, de la iglesia frente al peligro de la propagación del coronavirus? La organización de funcionarios litúrgicos lo tiene claro: "el mejor consejo" hoy no lo aporta "la teología sacramental", sino la medicina. "Incluso ahora, algunas áreas del país continúan experimentando nuevos casos y mayores tasas de mortalidad", lamenta la organización en su comunicado.
Una visión que dista mucho de la difundida por la Conferencia Episcopal, que insiste, por último, en que "la Sagrada Comunión no puede ser distribuida con guantes, ni puede ser recibida en la mano si un miembro de los fieles lleva guantes".
Estas aseveraciones, clamorosamente alejadas de la realidad de la prevención del virus, han sido preparadas por un grupo de trabajo del Instituto Tomista que ha contado dos médicos y cinco sacerdotes dominicos, como afirma Josua McElwee en NCR.
Este "grupo de expertos", secundado por el arzobispo Leonard Blair, jefe del Comité de Obispos sobre el Culto Divino, ha detallado en su publicación la necesidad de "desinfectar los pasamanos y los pomos de las puertas de las iglesias después de cada celebración de la misa" o "mantener la decoración de la iglesia al mínimo, para no tener que desinfectar o lavar tales artículos con frecuencia". También especifica que las celebraciones se producirán gradualmente, primero para un aforo de 10 personas y después para 50. Que no habrá coros y que la audiencia deberá guardar una distancia "de seis pies entre sí"... Pero parece olvidar el peligro que supone tomar la comunión en la lengua y que el sacerdote oficie la misa sin la autoprotección básica.