Denuncia de feligreses de Santa María del Camino ¿Siguen teniendo bula en Madrid movimientos como los 'kikos'?

(Antonio Aradillas).- El papa Francisco está en todo. O en casi todo. No obstante, ni están todavía, ni por ahora se esperen que estén, todos sus "vicarios", es decir, quienes por nombramiento, selección o "conquista", hacen sus veces, como los llamados precisamente "vicarios episcopales" desde las más altas esferas arzobispales hasta las más cercanas al pueblo.

Hace un breve puñado de días se dirigió el Papa a sacerdotes y obispos y, después de lamentar que "no pocos de ellos se han convertido en profesionales de lo sagrado", les urgió a que "se dejen aconsejar por el resto del pueblo de Dios al que sirven".

Tal es el eje, y la primordial justificación, de la información siguiente: Ella, la feligresa, se llama Mercedes Carrizosa. "Vocacionada al sacerdocio" desde los inicios de su capacidad de discreción, según sus reiteradas manifestaciones en público y en privado y, por tanto, en disconformidad con la disciplina canónica de la Iglesia, que no con ninguno de sus dogmas, hace cuanto está de su parte por inspirar actividades del laicado con influencias directas en la catequesis y reuniones parroquiales.

Para ello, cursó los estudios eclesiásticos correspondientes hasta alcanzar la licenciatura en Ciencias Religiosas en la Universidad Pontificia de Salamanca, con cursos complementarios en la Universidad de san Dámaso de Madrid. Por más señas identificativas, la nota media de los estudios universitarios fue exactamente la 6,9. Algunos dirán que no es excesiva, pero otros aseveraremos que sí que lo es, teniendo en cuenta las dificultades laborales y familiares que tuvo que conjugar al llevar adelante la dedicación a los libros de teología y otras asignaturas y prácticas. Lo que no tengo claro es si las notas de su párroco fueron superiores o inferiores y si además fueron universitarias.

Las parroquias madrileñas a las que sirve están bajo la advocación substantivamente religiosa de Santa María del Camino y de Nuestra Señora de la Palabra. Mercedes, y un grupo de 33 feligreses, con sus DNI identificadores, decidieron enviarle el día 4 de septiembre del pasado año 2017 una carta al "Eminentísimo Cardenal don Carlos Osoro, arzobispo de Madrid", con información "sobre la situación actual de la parroquia, y el creciente malestar que sienten muchos de sus feligreses, así como otros párrocos cercanos".

De la carta destaca el párrafo de que "todo ello comenzó con la llegada como párroco nuestro de don Augusto da Silva, un sacerdote fuertemente vinculado a las comunidades neocatecumenales, a las que les ha concedido prioridad absoluta. Desde entonces, año 2015, la única alternativa que nos ofrece el párroco es nuestra integración en una comunidad neocatecumenal. Además, esta comunidad se ha adueñado de toda la infraestructura parroquial como salones, espacios etc, desplazando de ellos a grupos ya existentes en la parroquia. Incluso se han efectuado reformas innecesarias en el templo, para adaptarle a la estética neocatecumenal, provocando malestar en una feligresía que no se siente integrada en este movimiento".

Los frustrados feligreses no neocatecumenales le adjuntan al Cardenal un amplio y detallado informe- rosario de reivindicaciones pastorales, que antes de la llegada de los referidos "kikos", promocionaban y atendían por exigencias de su fe. La referencia se concreta en apartados de catequesis de primera comunión, de los padres de estos niños, postcomunión, confirmación, postconfirmación, de adultos, prematrimonial, de enfermos, ancianos, grupos de cáritas, liturgia, coro litúrgico, consejo pastoral, cambio en la estética del templo..."

Con una especie de SOS pentecostal para unos, y apocalíptico para los más, la carta- información al arzobispo termina con estas palabras:" Como comunidad parroquial nos sentimos abandonados. No tenemos pastor. Nos da la impresión de que su presencia en la parroquia responde únicamente a la necesidad del uso de las instalaciones parroquiales para disponer de un sitio donde poder realizar sus reuniones y liturgias, actos a los que solo pueden asistir los miembros de la citada comunidad y no los feligreses".

Pergeñado tal panorama con los correspondientes DNI, y hasta con las partidas bautismales, los 33 firmantes de la carta y tantas otras personas, se formulan estas letanías de interrogantes: ¿Le llegó, o no, la carta al señor Cardenal? ¿Es posible que no seamos merecedores siquiera de una respuesta, al estilo del papa Francisco?

¿Tienen -siguen teniendo- "bula", los movimientos religiosos como el de los "kikos", forjando, e intentando llevar a la práctica, un estilo- tipo de Iglesia como la que ellos encarnan, con explícita exclusión-anatema de quienes no pensamos igual? ¿Puede consentir el Vicario Episcopal que muchos feligreses de toda la vida abandonen esta parroquia, buscando otros lugares para vivir y compartir su fe, al haber "conquistado" la comunidad neocatecumenal todo el espacio parroquial, desplazándonos al resto, sobre todo a los jóvenes? ¿Es explicable y cristiano experimentar la sensación de que en tal contexto "ejemplarmente " neocatecumenal, unos -ellos- sean parroquianos de primera categoría, y los demás, de segunda o tercera división?

Auscultado someramente el tema de tan singular relevancia diocesana, llegan a la conclusión de que el problema tuvo su origen en Galicia, concretamente en Lugo. Merced a las mercedes eclesiástico- roucovalerianas -tanto en su versión cardenalicia como episcopal -¡bendito y alabado sea el nepotismo¡-, al señor cura don Augusto da Siva, procedente de Brasil, había que ubicarlo canónicamente en la archidiócesis de la capital de España, siendo la demarcación elegida la patroneada por las advocaciones de la Virgen del Camino y de la Palabra.

Con esta información, me hago eco de la urgente necesidad que tienen los 33 feligreses, y más, de que les sea contestada su carta. "Parece mentira que no se nos haya dado explicación alguna y que el comportamiento de la jerarquía siga siendo así de "antifranciscano" y falto de respeto". Es el comentario que con razonamientos humanos y divinos se fraguan e hilvanan dentro y fuera de la Iglesia y con desesperanza. "Pese a todo, pretende ser nuestra intención favorecer la difusión del evangelio de la diversidad reconciliada, e invitar a beber en sus páginas".

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