Monseñor Cristian Caro, el sostén de Barros Sosteniendo lo insostenible

(Reflexión y Liberación).- A raíz del impacto que tuvo nuestra editorial anterior: "Papa Francisco con obispos chilenos: ¿Fin a una crisis?", entregamos ahora un nuevo comentario no dedicado a lo que fue la audiencia del Santo Padre con el cardenal Ricardo Ezzati y el obispo Alejandro Goic -cuyos pormenores se mantienen en secreto-. Aunque es esperanzador el vocablo que usa el cardenal arzobispo de Santiago cuando dice en una entrevista reciente sobre la cita papal que: "se nos invitó a caminar y poner lo mejor de nosotros para ser una Iglesia Sinodal, que camina en comunión".

En este nuevo contexto eclesial, nos parece importante recordar lo que dijo el Papa Francisco en el último Sínodo en Roma sobre una Iglesia que escucha cum Petro et sub Petro: "en una Iglesia sinodal no es oportuno que el Papa sustituya a los episcopados locales en el discernimiento de todas las problemáticas que suceden en su territorio". Es alentador confirmar que desde Roma hoy viene la indicación papal de que por sobre todo está el Servicio en la Iglesia y que se estén "actualizando algunos aspectos del antiguo orden eclesiástico".

Ahora, compartimos con nuestros lectores el importante papel que ha jugado el arzobispo de Puerto Montt, don Cristián Caro Cordero, en la larga crisis que afecta a la diócesis de Osorno, como consecuencia del nombramiento del obispo Juan Barros en esa provincia eclesiástica del sur de Chile.

Lo primero que hay que decir es que el arzobispo Cristián Caro está bien posicionado en Roma desde hace años. Basta recordar que fue el invitado especial del cardenal Francisco Javier Errázuriz cuando fue convocado a la Santa Sede para ser investido cardenal de la Iglesia Católica en febrero de 2001. Ese mismo mes, sorpresivamente, es nombrado por Juan Pablo II, como nuevo arzobispo de Puerto Montt. Eran los tiempos del inefable don Angelo Sodano a cargo de la poderosa secretaría de Estado vaticano.

Desde su tiempo estudiantil en el colegio del Verbo Divino, hasta sus cuatro años cursados de medicina en la Universidad Católica, don Cristián demuestra un carácter fuerte y un cierto liderazgo que lo posiciona bien en diferentes ambientes de la elite santiaguina.

Esto lo percibe el cardenal don Raúl Silva Henríquez quien lo ordena sacerdote de la Iglesia en Puente Alto en diciembre de 1973. En esta misma línea de ascenso eclesial, el cardenal Juan Francisco Fresno le deja a cargo de la Vicaría zona oriente y en 1991, el nuncio en Chile le comunica al cardenal Carlos Oviedo que monseñor Caro es un nuevo Obispo auxiliar para la arquidiócesis de Santiago. Nuevo nombramiento para Caro marcado con la mano de don Angelo desde Roma.

¿Por qué Cristian Caro es el sostenedor de Juan Barros en Osorno?

Personas que le conocen desde hace años, indican que Cristián Caro era un asiduo visitante de la Parroquia El Bosque, de hecho había una amistad y cierta admiración por Fernando Karadima, el "padre santo" que tantas vocaciones entregaba a la Iglesia y hasta lograba que sus discípulos llegaran a la consagración episcopal. Conocida era la "oficina" de la Parroquia en que Karadima y el nuncio Sodano, revisaban las ternas de los candidatos a obispos que, luego, se enviaban a los dicasterios especializados en Roma para su final elección.

En los años 80, siendo Caro vicerrector del Seminario Mayor de Santiago, tenía una especial preocupación y cuidados con todos los seminaristas que llegaban de la Parroquia El Bosque, eran los "muchachos de Karadima" que tenían la vocación y el perfil ideal para que a futuro fueran obispos de diócesis chilenas. Y, así fue con los residentes e íntimos de Karadima; Andrés Arteaga, auxiliar en Santiago, Tomislav Koljatic, en Linares, Horacio Valenzuela en Talca, Juan Barros en Osorno y ¿por qué no, Cristián Caro de auxiliar en Santiago al arzobispado de Puerto Montt? Era el tiempo de la sólida y fructífera alianza entre Errázuriz en Chile y Sodano en Roma.

Todo lo expuesto anteriormente, ha sido profusamente comentado en su momento en diferentes ambientes eclesiales; en la Parroquia El Bosque, en la disuelta Pía Sociedad Sacerdotal fundada por Karadima, en congregaciones religiosas, en instancias laicales y en diversos medios de comunicación de Chile y Roma. El hilo conductor es que la hegemonía e influencia que logró por años en la Iglesia chilena Fernando Karadima, todavía no termina de dimensionarse en toda su real magnitud, además de los efectos colaterales que van más allá de la jurisdicción eclesiástica santiaguina.

Ante esta preocupante evidencia de poder y hegemonía del imperio Karadima al interior de la Iglesia, son muchas las personas e instituciones que hoy día están -desde las sombras- apoyando la accidentada gestión de Juan Barros en Osorno. No son solo los empresarios que hasta el fin estuvieron con su líder y protector, Karadima -basta ver la lista de empresarios que publicaron su adhesión en El Mercurio-, también hay sacerdotes esparcidos por el país y más de alguna Congregación femenina que le defienden al interior de sus casas religiosas o, simplemente, se distancian y callan frente a la heroica oposición no violenta de los laicos y laicas de Osorno que ya llevan un año denunciando un nombramiento turbio, inconsulto y que no cesaran hasta que Barros renuncie o se logre otra salida a este escándalo ya conocido internacionalmente.

En este enjambre de poder, secretismo e incoherencias, la palabra y acción del arzobispo Cristián Caro, hasta ahora, han sido determinantes. Es él quien ha coordinado un irrestricto apoyo a Juan Barros; escribió una carta pastoral justificando su nombramiento, alentó a otros hermanos en el episcopado para que asistieran a su toma de posesión en la Catedral de Osorno y mantiene un vínculo directo y permanente con la Nunciatura Apostólica, informando de todos los movimientos opositores al obispo impuesto.

Así fue desde el comienzo, también operó durante el Primer Encuentro de Laicos celebrado en Osorno en junio pasado e indagó el origen del saludo enviado por la Conferre y leído en dicho magno encuentro laical. También, Caro ha visitado en varias oportunidades la diócesis de Osorno, entrevistándose con el obispo, el clero y los laicos disidentes.

En esta cruzada de apoyo irrestricto y sistemático del arzobispo de Puerto Montt con el titular de Osorno, Caro no está solo, cuenta con una activa coordinación obispal compuesta por René Rebolledo de La Serena, Juan María Agurto de Ancud, Francisco Javier Stegmeier de Villarrica, Felipe Bacarreza de Los Angeles, Horacio Valenzuela de Talca y Tomislav Koljatic de Linares. Todo este "apoyo a Juan" tiene el respaldo diligente e incondicional del Nuncio, don Ivo Scapolo.

Finalmente y considerando lo que expresa el arzobispo Caro en su carta pastoral del 16/10/2015, referido a que los fieles "tienen el derecho, a veces incluso el deber, en razón de su propia competencia y prestigio, de manifestar a los Pastores sagrados su opinión sobre aquello que pertenece al bien de la Iglesia y de manifestarla a los demás fieles...", nos parece oportuno señalar la inquietud que vivió la arquidiócesis de Puerto Montt en algunos casos de conmoción publica: P. Nelson González (sept. 2004), Fray Domingo Faúndez (sept. 2007), P. Benedicto Piccardo (enero 2006), P. Cristian Fernández (abril 2009), Audín Araya (nov. 2009) P. Heriberto Becker (dic. 2013)...¿Se trataron estos delicados casos en la visita express que realizó desde Roma a Puerto Montt el cardenal Giovanni Battista Re, en noviembre de 2011, mandatado por la propia Santa Sede? No se sabe.

A pesar de todo esto, seguimos con Esperanza el devenir de nuestra Iglesia para el próximo tiempo en que vendrán nuevos nombramientos de obispos para Chile. No es bueno para nadie que la jerarquía católica se desentienda de los graves problemas que hoy la afectan, ello le restaría aun más la santidad y autoridad que les son propias. Aprendamos todos de Jesús que con "manso y humilde corazón" nos señala rumbos de entendimiento, caridad y servicio a todos sin distinción alguna.

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