En la síntesis sinodal, concluyen que "la Iglesia debe abrirse aún más a la diversidad" La Iglesia argentina toma conciencia del clericalismo, saborea la sinodalidad y pide acabar con el poder piramidal
"Un elemento transversal que recorre el documento de sínstesis es, diríamos, el asombro por el descubrimiento de la sinodalidad, algo que muchos ni conocían ni entendían, pero que parece haberles abierto las puertas a otra forma se ser y estar en la Iglesia argentina, algo que ha ocurrido también en otras Iglesias, y que quizás es ya el primer logro de la convocatoria sinodal del papa Francisco
"La escucha, el diálogo y la inclusión son reclamos para vivir dentro y fuera de la Iglesia, como necesidades cruciales de este tiempo. Otro tema fundamental es el clericalismo, que nos hace pensar en el manejo del poder en la Iglesia como una cuestión que amerita estudio, conversión y cambio en la cultura eclesial”, señala el documento de síntesis
Para “la gran mayoría” del 95% de las comunidades cristianas del país participantes en esta fase, “la experiencia de la escucha, del caminar juntos y de la celebración compartida en este proceso ha sido motivo de alegría, de encuentro y renovación"
señalan la importancia de “construir un modelo institucional sinodal como paradigma eclesial de desestructuración del poder piramidal que privilegia las gestiones unipersonales. Porque la única autoridad legítima en la Iglesia debe ser la del amor y el servicio, como lo hizo el Señor”
Para “la gran mayoría” del 95% de las comunidades cristianas del país participantes en esta fase, “la experiencia de la escucha, del caminar juntos y de la celebración compartida en este proceso ha sido motivo de alegría, de encuentro y renovación"
señalan la importancia de “construir un modelo institucional sinodal como paradigma eclesial de desestructuración del poder piramidal que privilegia las gestiones unipersonales. Porque la única autoridad legítima en la Iglesia debe ser la del amor y el servicio, como lo hizo el Señor”
| J. Lorenzo
“El proceso sinodal nos ayudó a despertarnos”. Es una de las frases que contiene la síntesis sinodal del proceso llevado a cabo por la Iglesia argentina de cara al Sínodo de 2020 en Roma, una experiencia que, para “la gran mayoría” del 95% de las comunidades cristianas del país participantes en esta fase, “la experiencia de la escucha, del caminar juntos y de la celebración compartida en este proceso ha sido motivo de alegría, de encuentro y renovación, dando origen a nuevos espacios de la experiencia eclesial y misionera”.
“Si tuviéramos que señalar los temas más importantes de la síntesis -apunta el documento que ha resumido las aportaciones-, señalaríamos los siguientes (el orden podría cambiar): la escucha, el diálogo y la inclusión son reclamos para vivir dentro y fuera de la Iglesia, como necesidades cruciales de este tiempo. Otro tema fundamental es el clericalismo, que nos hace pensar en el manejo del poder en la Iglesia como una cuestión que amerita estudio, conversión y cambio en la cultura eclesial”.
Mayor protagonismo de las mujeres
“Un tercer asunto fuerte, que está relacionado con el poder y la corresponsabilidad, es el protagonismo de las mujeres en la Iglesia: se trata de una cuestión de justicia y es también un reclamo fuerte en las comunidades”, añade el texto entregado por los obispos argentinos y enviado a Roma.
Importante en los debates han sido igualmente el tema de las celebraciones, que “se ansía que sean más festivas, significativas e inculturadas”, la formación de laicos y sacerdotes, la escasez de jóvenes en las comunidades, quizás porque “no sabemos recibirlos o bien los jóvenes no se acercan porque no perciben la acogida que esperan” y, finalmente, la espiritualidad sinodal, “transversal a todos los anteriores, entendida como el espíritu que nos anima a renovarnos y hacer los cambios necesarios para vivir una Iglesia más parecida a la propuesta de Jesús”.
Pero si hay también un elemento transversal que recorre el documento de sínstesis es, diríamos, el asombro por el descubrimiento de la sinodalidad, algo que muchos ni conocían ni entendían, pero que parece haberles abierto las puertas a otra forma se ser y estar en la Iglesia argentina, algo que ha ocurrido también en otras Iglesias, y que quizás es ya el primer logro de la convocatoria sinodal del papa Francisco.
“Comprobamos la alegría de muchos al sentirse escuchados y acogidos como miembros plenos del Pueblo de Dios. Señalamos de manera particular la importancia de escuchar a las víctimas de abuso sexual en la Iglesia y al personal docente y no docente de las escuelas católicas”. Pero esto, además, les ha abierto los ojos a lo que quieren como “una Iglesia más compañera, que sepa ponerse a la par de la sociedad, pero también se pide compañerismo al interior de las comunidades. Deseamos que ‘los sacerdotes sean verdaderamente hermanos’ y aspiramos a que, cada vez en mayor medida, ‘la Iglesia esté donde está la gente’”.
En este sentido, señalan la importancia de “construir un modelo institucional sinodal como paradigma eclesial de desestructuración del poder piramidal que privilegia las gestiones unipersonales. Porque la única autoridad legítima en la Iglesia debe ser la del amor y el servicio, como lo hizo el Señor”.
Desde ahí, “constatamos que uno de los principales obstáculos para la sinodalidad, es la cultura clericalista. Desafío pendiente que se refleja en: lucha y abuso de poder, estilo infantilizante de conducción, control y vigilancia, burocratización institucional, autosuficiencia autoritaria, auto-referencialidad, mentalidad de superioridad, autoridad no al servicio de los fieles, modelo de Iglesia centrada en los sacerdotes”.
Acompañar a los lacios en la toma de decisiones
“Deshacer este modelo eclesial no será posible si los seminarios y los ministros ya ordenados, no optan real y definitivamente por convertir la mentalidad para formarse en el ejercicio de un liderazgo sinodal. Es necesario “propiciar y acompañar a los laicos para que asuman protagonismo como pueblo de Dios en la participación y toma de decisiones”, inciden el documento de síntesis.
“El clericalismo -abunda el texto-, tanto de los clérigos como del laicado, ha llegado a ser descripto [en las reuniones de las asambleas diocesanas] como ‘...una autoridad que ahuyenta y que da miedo’. Como ejemplo se ha dicho: ‘cuando hay cambio de sacerdote en una parroquia, en lugar de éste iniciar un proceso de escucha y conocimiento de la historia de la comunidad, deja apagar o elimina procesos propios de la dinámica comunitaria’”.
Por ello, y sin querer buscar culpables, señalan que “todos estamos llamados a la conversión de conductas clericalistas, promoviendo en la conducción un estilo de participación y comunión que haga de los laicos no meros obedientes a disposiciones, sino verdaderos actores y protagonistas de la evangelización. Particularmente revalorizando el liderazgo “de la mujer en la Iglesia, los espacios que ocupa, su lugar en la toma de decisiones’”.
"Tensiones no resueltas"
Pero para este camino sinodal, encuentran “tensiones no resueltas” que lo entorpecen y, en este sentido, “nos entristece que en algunas comunidades se hable de violencia institucional, violencia de género, abusos de poder, abusos sexuales, como males de la sociedad que afectan también a la Iglesia, ‘Encontramos personas con baja autoestima, espacios súper controlados y vigilados por las mismas autoridades que llevan años en el poder y no dejan que sean reemplazadas, creyéndose que se saben todo, nos impide ser activos y generar espacios para replantear los paradigmas de la misión’”.
Abrirse a los LGTBI, separados, mayores, presos...
Igualmente, siente que “las transformaciones culturales y sociales” desafían la misión de la Iglesia en medio de la sociedad argentina manera urgente, por lo que “la Iglesia debe abrirse aún más a la diversidad, tanto desde la escucha como desde la acción pastoral. Escuchamos a personas del colectivo LGBTQI+ preguntarse: ‘¿Dios ha dejado de quererme porque tengo tal condición? ¿No puedo ser parte de la Iglesia por ser distinto? ¿Jesucristo no me incluye en el grupo por los que da su Vida?’. Reconocemos que nos falta crecer también en la inclusión de ‘otros grupos tales como los separados en nueva unión, los jóvenes marginales, las personas privadas de su libertad, los que no participan o no se muestran interesados, las personas de la tercera edad, las personas que están a favor del aborto, los adictos y sus familias y en general los que viven y/o piensan distinto”.
Ante toda esta situación, y después de haber probado esta experiencia sinodal, el documento concluye con un deseo: “Soñamos con una Iglesia más sinodal, más misionera, que pueda solucionar la falta de escucha y de participación, caminando juntos. Al hacer partícipe al pueblo, la experiencia sinodal es una alegría en sí misma. Requiere una conversión espiritual, intelectual y pastoral, porque la santidad es el horizonte de la sinodalidad”.
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