Sancho Panza, exgobernador y burlador de quien inventó la burla del caballo Clavileño

Texto ilustrado por Gustave Doré: Sancho Panza se burla de quien inventó la aventura burlesca del caballo Clavileño. (Tema del burlador burlado)
"Sancho se le humilló, y le dijo {al duque}:
—Después que bajé del cielo, y después que desde su alta cumbre miré la tierra y la vi tan pequeña, se templó en parte en mí la gana que tenía tan grande de ser gobernador; porque ¿qué grandeza es mandar en un grano de mostaza, o qué dignidad o imperio el gobernar a media docena de hombres tamaños como avellanas que, a mi parecer, no había más en toda la tierra? "
El Q.II.42.1-2.
Comentario de la edición francesa:
[Tome II. Seconde partie. Fig. en bandeau du chap. XLII : Don Quichotte et Sancho Panza sur Clavilègne le Véloce.]
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Por burla de los duques aragoneses, como lo saben nuestros niños, que leen el Quijote sabiendo más que Lepe e incluso más que ciertos científicos que no lo han leído, don Quijote de la Mancha y Sancho Panza fueron obligados a subirse, vendados los ojos, sobre Clavileño, el caballo de madera volador, supuestamente pilotado mediante una clavija, haciéndoles creer que sobre sus duros lomos cruzarían regiones siderales hasta llegar al reino de Candaya.
El astuto Sancho, al relatar su viaje a la duquesa, pretenderá, jugando con un doble sentido, a la manera de su maestro don Quijote, que durante el vuelo anduvo en tratos con Las Cabrillas, esto es, no con sus cabras, por nostalgia de su pastoreo, sino con las siete estrellas de la constelación de las Pléyades, como quería que lo malentendiera su amo:
“Y sucedió que íbamos por parte donde están las siete cabrillas, y en Dios y en mi ánima que como yo en mi niñez fui en mi tierra cabrerizo, que así como las vi, ¡me dio una gana de entretenerme con ellas un rato...! Y si no le cumpliera me parece que reventara. Vengo, pues, y tomo, y ¿qué hago? Sin decir nada a nadie, ni a mi señor tampoco, bonita y pasitamente me apeé de Clavileño, y me entretuve con las cabrillas, que son como unos alhelíes y como unas flores, casi tres cuartos de hora, y Clavileño no se movió de un lugar, ni pasó adelante.”, II.41.64.
En un primer momento, don Quijote contradice a Sancho:
«estando la región del fuego entre el cielo de la luna y la última región del aire, no podíamos llegar al cielo donde están las siete cabrillas que Sancho dice, sin abrasarnos; y pues no nos asuramos, o Sancho miente, o Sancho sueña.», II.41.65.
Pero un poco más adelante, como remedio infalible contra los frecuentes momentos de duda de Sancho, don Quijote, que no era menos astuto que su escudero, le propondrá, sin dejarle alternativa, un cínico cambalache de creencias:
«—Sancho, pues vos queréis que se os crea lo que habéis visto en el cielo, yo quiero que vos me creáis a mí lo que vi en la cueva de Montesinos. Y no os digo más», II.41.76.
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clav-: clava: 1; clavadas: 1; clavado: 1; clavados: 3; clavar: 0; clavaron: 1; clavásedes: 1; claven: 1; claves: 1; clavija: 11; Clavijo: 6; Clavileño: 19; clavo: 1; clavó: 2; clavos: 1; clavósele: 1
clavar (doc. 1444, del lat. tard. clavare, der. de clavus 'clavo') v.tr. y prnl. 'introducir algo agudo en un cuerpo' µ 'fijar'
|| quiero que me le claven en la frente: loc.verb. para referirse a algo que se considera 'inexistente, imposible' ® quiero.
|| clavar los ojos: loc.verb. 'mirar con gran atención': ® ojos
|| Clavijo: (doc. s. XIII, ◊ del lat. claviculum 'llavecita' µ 'enclave :: fortificación', der. de clavis 'llave', de cuyo deriv. f. lat. clavicula 'llavecita' procede el cast. clavija, doc. 1490) m. 'fortificación': «Nombre propio de lugar, famoso por la gran victoria que cerca dél tuvo el rey Ramiro peleando contra Abderrahmán, segundo deste nombre, rey de Córdoba, en que murieron más de sesenta mil moros; fue el año de ochocientos y cuarenta y cuatro.», Cov. 325.b.47.
«Cuando los moros estaban apoderados de la mayor parte de España, siendo rey de Oviedo y de León Mauregato, les daba cien doncellas nobles en parias, cada un año… Finalmente, el rey don Ramiro, primero deste nombre, negándoles las parias les dio aquella famosa batalla de Clavijo, donde con favor y ayuda de señor Santiago los venció y mató infinidad de moros, quedando libre del tributo.», Cov. 483.b.5.
|| don Clavijo: El nombre es probablemente alusivo. La Trifaldi explica su historia de caballero particular que llega a rey:
«siendo yo la medianera, él se halló una y muy muchas veces en la estancia de la por mí, y no por él, engañada Antonomasia, debajo del título de verdadero esposo… Solamente hubo un daño en este negocio, que fue el de la desigualdad, por ser don Clavijo un caballero particular, y la infanta Antonomasia heredera, como ya he dicho, del reino.», II.39.24.
Clavileño (neologismo cervantino en 1615, del lat. clavis 'llave' + leño) m. 'de leño con clavija'.
Cervantes ha aprovechado la analogía compositiva con: «CLAVICORDIO. Instrumento de cuerdas de alambre, que se toca con unos clavetes o plumillas. Claviórgano, el que demás de las cuerdas tiene flautas o cañones que se tañen con aire. Clavicímbalo, otro instrumento, poco diferente del sobredicho; aunque difieren en forma, que el uno es más largo que el otro.», Cov. 325.b.65.
|| Clavileño el Alígero: «—Así es [no se llama Rocinante]—respondió la barbada condesa [a Sancho]—, pero todavía le cuadra mucho, porque se llama Clavileño el Alígero, cuyo nombre conviene con el ser de leño, y con la clavija que trae en la frente, y con la ligereza con que camina; y así, en cuanto al nombre, bien puede competir con el famoso Rocinante.», II.40.20 (tema del caballo de madera que vuela).
«Sancho subraya… la unicidad del contenido de la jamás vista aventura. De acuerdo con su tendencia a una creciente importancia y autonomía, Sancho desempeña con toda claridad el papel principal de esta escena. Sus numerosos comentarios y preguntas introducen un vivificante aspecto dialogístico. Y sobre todo estructuran la parte central del capítulo: el anuncio y la exposición de las propiedades de Clavileño, el caballo de madera que deberá transportar a los protagonistas por los aires al muy lejano reino de Candaya.», Heinz-Peter Endress, en Rico 1998 b, p. 179.
De la historia burlesca de la Trifaldi, la barbada condesa dolorida, se pasa a la burla con Clavileño. Esta aventura, desarrolla paródicamente un tema propio de novelas medievales: en su novela Cléomadés (±1285), Adenet li Rois, poeta de la corte de los duques de Brabante, cuenta que Marcadigás, hijo del rey de Castilla, se lanza en plena aventura montado en un caballo de madera que vuela por los aires, fabricado por el arte mágico del rey moro Comprars de Bujía.
El motivo parece tener su origen en uno de los relatos de las Mil y unas noches. Adenet li Rois confiesa que ha escuchado el asunto de boca de la princesa Blanca de Francia, viuda del príncipe don Fernando de la Cerda, heredero de la corona de Castilla; lo cual hace sospechar a MdeRiquer que el tema se divulgó por Europa a través de España.
Sin embargo la versión que conoció Cervantes deriva del texto francés del Cléomadés. Se trata, como lo piensa el mismo MdeRiquer, de la Historia del muy valeroso y esforzado caballero Clamades, hijo de Marcaditas, rey de Castilla, y de la linda Clarmonda, hija del rey de Toscana, Burgos, 1521. De Clamades y Clarmonda se dice explícitamente que ella «subió çaga dél», como Sancho, que se sienta paródicamente «a mujeriegas» sobre Clavileño (H-P.Endress).
«Este caballo mágico y su clavija se mencionaron por primera vez durante la conversación entre DQ y el canónigo sobre los libros de caballerías (I.49). ¿Ideó C. el episodio tras una relectura de este pasaje? Con la figura de Merlín, el constructor de Clavileño, y mediante el motivo del desencanto se establecen relaciones con la burla anterior, el desfile de Dulcinea.», Heinz-Peter Endress, en Rico 1998 b, 179.
|| viniese Clavileño… Clavileño viniese: ® viniese
|| viniese Clavileño… Clavileño viniese: Nótese la analogía morfológica entre las dos expresiones de la impaciencia de don Quijote durante su espera del caballo Clavileño. Ambas aparecen en dos capítulos consecutivos: la primera de ellas en estilo directo y la segunda, tres párrafos después, en estilo indirecto. Esta analogía nos permite resolver el problema de puntuación que plantea a los editores la primera de ellas:
1) «¡Ya viniese Clavileño, y ya me viese con Malambruno!, que yo sé que no habría navaja que con más facilidad rapase a vuestras mercedes como mi espada raparía de los hombros la cabeza de Malambruno», II.40.30.
2) «Llegó en esto la noche, y con ella el punto determinado en que el famoso caballo Clavileño viniese, cuya tardanza fatigaba ya a don Quijote», II.41.1.
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Contexto del texto ilustrado por Gustave Doré:
Capítulo Cuarenta y dos. De los consejos que dio don Quijote a Sancho Panza antes que fuese a gobernar la ínsula, con otras cosas bien consideradas.
1. Con el felice y gracioso suceso de la aventura de la Dolorida quedaron tan contentos los duques, que determinaron pasar con las burlas adelante, viendo el acomodado sujeto que tenían para que se tuviesen por veras; y así habiendo dado la traza y órdenes que sus criados y sus vasallos habían de guardar con Sancho en el gobierno de la ínsula prometida, otro día, que fue el que sucedió al vuelo de Clavileño, dijo el duque a Sancho que se adeliñase y compusiese para ir a ser gobernador, que ya sus insulanos le estaban esperando como el agua de mayo. Sancho se le humilló, y le dijo:
2. —Después que bajé del cielo, y después que desde su alta cumbre miré la tierra y la vi tan pequeña, se templó en parte en mí la gana que tenía tan grande de ser gobernador; porque ¿qué grandeza es mandar en un grano de mostaza, o qué dignidad o imperio el gobernar a media docena de hombres tamaños como avellanas que, a mi parecer, no había más en toda la tierra? Si vuestra señoría fuese servido de darme una tantica parte del cielo, aunque no fuese más de media legua, la tomaría de mejor gana que la mayor ínsula del mundo.
3. —Mirad, amigo Sancho —respondió el duque—: yo no puedo dar parte del cielo a nadie, aunque no sea mayor que una uña; que a solo Dios están reservadas esas mercedes y gracias. Lo que puedo dar os doy, que es una ínsula hecha y derecha, redonda y bien proporcionada, y sobremanera fértil y abundosa, donde, si vos os sabéis dar maña, podéis con las riquezas de la tierra granjear las del cielo.
El Q.II.42.1-3.
Texto ilustrado por Gustave Doré: Sancho Panza se burla de quien inventó la aventura burlesca del caballo Clavileño. (Tema del burlador burlado)
"Sancho se le humilló, y le dijo {al duque}:
—Después que bajé del cielo, y después que desde su alta cumbre miré la tierra y la vi tan pequeña, se templó en parte en mí la gana que tenía tan grande de ser gobernador; porque ¿qué grandeza es mandar en un grano de mostaza, o qué dignidad o imperio el gobernar a media docena de hombres tamaños como avellanas que, a mi parecer, no había más en toda la tierra? "
El Q.II.42.1-2.
Comentario de la edición francesa:
[Tome II. Seconde partie. Fig. en bandeau du chap. XLII : Don Quichotte et Sancho Panza sur Clavilègne le Véloce.]
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Fuentes:
Salvador García Bardón: Taller cervantino del “Quijote”, Textos originales de 1605 y 1615 con Diccionario enciclopédico, Academia de lexicología española, Trabajos de ingeniería lingüística, Bruselas, Lovaina la Nueva y Madrid, 2005.
Salvador García Bardón: El Quijote para citarlo, Skynet, 2005.
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