“El sábado salimos de la ciudad y fuimos a un sitio junto al río, donde pensábamos que había un lugar de oración; nos sentamos y trabamos conversación con las mujeres que habían acudido. Una de ellas, que se llamaba Lidia, natural de Tiatira, vendedora de púrpura, que adoraba al verdadero Dios, estaba escuchando; y el Señor le abrió el corazón para que aceptara lo que decía Pablo. Se bautizó con toda su familia y nos invitó: «Si estáis convencidos de que creo en el Señor, venid a hospedaros en mi casa». Y nos obligó a aceptar” (Act 16, 13-15).
Cuando se narra la predicación de Pablo en Filipos, junto al río, me viene a la memoria la visita que realizamos a ese mismo lugar durante una de nuestras peregrinaciones por las rutas paulinas. Actualmente, en conmemoración del bautismo de Lidia, muchas personas continúan acercándose para ser bautizadas con agua del mismo río, especialmente aquellas de las regiones vecinas.
Las referencias a la "sala de arriba", a hospedarse en una casa, a las brasas con un pez encima, y a la casa donde los apóstoles se reunieron y ofrecieron a Jesús un trozo de pez asado... Todas estas son alusiones eucarísticas, llamados a celebrar la comunión en el sacramento pascual por excelencia, la "fracción del pan".
Es sorprendente ver cómo en lugares donde hay mayor persecución a los cristianos, la fe surge con tanta fuerza. Una noticia que ha recorrido el mundo es: "Más de 700 personas bautizadas en Nigeria durante la Pascua de 2024, a pesar del aumento de ataques contra los cristianos".
¿En tiempos de incredulidad, das testimonio de tu fe en Cristo?