“No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No; temed al que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la gehenna. ¿No se venden un par de gorriones por un céntimo? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo: valéis más vosotros que muchos gorriones” (Mt 10, 28-31).
El miedo es libre y a menudo se impone porque adelantamos acontecimientos desfavorables. Por el contrario, la certeza que da la fe de saberse en manos de Dios fortalece y libera del temor pusilánime.
Jesús nos asegura el cuidado providente. Si la naturaleza, y en ella los animales son especies queridas por el Creador, ¡cuánto más lo es el hombre, hecho a imagen suya! La sentencia “Valéis más que los gorriones”, debiera darnos confianza, infundirnos serenidad, rechazo del miedo y del temor.
En varias ocasiones, sobre todo en momentos de tormenta, el Maestro interpela a los discípulos: ¿Por qué tenéis miedo? ¿Dónde está vuestra fe? Y al demostrarles su poder de apaciguar las tormentas, los enfrenta con su falta de confianza y de abandono en las manos de Dios.
¿De qué tienes miedo?