Un libro complejo y rico, de lectura difícil pero fascinante "Perspectivas del Absoluto", el ultimo libro de Javier Melloni

"Perspectivas del Absoluto", el ultimo libro de Javier Melloni
"Perspectivas del Absoluto", el ultimo libro de Javier Melloni

Javier Melloni es un teólogo y antropólogo bien conocido en los círculos de la teología y la espiritualidad;  no sólo por sus publicaciones, sino también por sus cursos y seminarios, ejercicios espirituales y charlas sobre espiritualidad, mística comparada y diálogo interreligioso

Javier Melloni es un teólogo y antropólogo bien conocido en los círculos de la teología y la espiritualidad;  no sólo por sus publicaciones, sino también por sus cursos y seminarios, ejercicios espirituales y charlas sobre espiritualidad, mística comparada y diálogo interreligioso. Contrariamente a los que ven las religiones como algo regresivo llamado a desaparecer por su lenguaje mítico obsoleto, porque someten e impiden que la gente piense por si misma… Melloni –aun siendo consciente de que estos están entre sus defectos– las ve como un fenómeno progresivo, un impulso hacia adelante, con un valioso legado de sabiduría y espiritualidad, de conocimiento humano del Invisible, que resulta insustituible, por lo que sería suicida abandonarlas. Ambos coincidimos claramente en ésto. Es lo que manifiesta su último libro Perspectivas del Absoluto. Una aproximación místico-fenomenológica a las religiones (Herder, 2018, 416 pp.). Un libro complejo y rico, de lectura difícil pero fascinante.

Perspectivas absoluto

La obra no es fruto de la improvisación, sino que es un libro maduro, como reconoce el autor en el Prólogo: “Lo que percibía vagamente hace unos años y que ya fue enunciado en obras anteriores, adquiere en esta una claridad mayor... Esta comprensión se ha ido sedimentando a lo largo de estos años”–.

La obra forma parte de una trilogía, como tercer volumen que se añade a otras dos anteriores: El Uno en lo Múltiple. Aproximación a la diversidad y unidad de las religiones (Sal Terrae 2003, un grueso volumen de 400 pp) y Vislumbres de lo Real. Religiones y revelación(Herder 2007).

Anteriormente, Melloni nos había ido dando otros buenos libros relacionados con estos temas: desde el primero Los caminos del corazón. El conocimiento espiritual en la Filocalia (Sal Terrae 1995), y otros como Relaciones humanas y relaciones con Dios (San Pablo 2006), El Deseo esencial (Sal Terrae 2009), Voces de la mística I- II (Herder 2009 e 2012), El Cristo interior (Herder 2010), hasta Hacia un tiempo de síntesis (Fragmenta 2011) y Sed de Ser (Herder 2013); sin olvidar el folleto de CyJ Los ciegos y el elefante. El diálogo interreligioso (2000).

Dios, hombre mundo

Hace ya una docena de años, el amigo Javier me escribía en uno de sus muchos correos en los que hemos compartido vida y pensamiento: “Para avanzar dentro de la misma teología hay que leer a los grandes pensadores y místicos de las demás tradiciones. Hay que hacer una metateología. Y eso no se improvisa” (Oct. 2007). En otra ocasión me escribía en la misma línea, diciéndome sobre mi libro Dios, Hombre, Mundo (Herder 2008): “Tu texto sobre Panikkar se centra en lo esencial: cómo reinterpretar la fe desde una perspectiva adváitica y retorno a una inocencia primordial”. “Hacer una metateología”, una teología que vaya más allá de las interpretaciones estrechas en los marcos de nuestros credos y nuestras religiones, aunque manteniéndonos en ellas y viviendo esa experiencia religiosa heredada y hecha propia; “eso no se improvisa”. Esta es la clave fundamental del libro que comentamos; que manifiesta largas lecturas de diversas tradiciones religiosas, experiencia y reflexión.

Para curarse en salud frente a los que lo han acusado de sincretista –esa fue una de las acusaciones que nos hicieron a ambos hablando de mi libro La búsqueda de la armonía en la diversidad(Verbo Divino 2014), para el que me hizo un magnifico Prólogo–, o desconfían de su “excesiva” empatía con tradiciones distintas de la cristiana, Melloni dice que su libro no se presenta “dentro del marco de la teología cristiana”, sino en el de la fenomenología de las religiones; e “no quiere polemizar ni poner en cuestión el contenido de la revelación dada en Jesucristo”. Cosa que, con ser en parte cierta, no quita que su libro sea realmente de teología y espiritualidad claramente cristiana, pero en diálogo con otras creencias, haciendo una metateología.

Yo también pienso que esta es la teología que debemos hacer hoy, y la que más está necesitando el hombree y la mujer de hoy. Un ser humano que sigue teniendo hambre de una transcendencia que está inmersa en su inmanencia: llegar al Absoluto ahondando en nosotros mismos, porque Dios está en el fondo de cada uno de nosotros y de toda la realidad. Esto es algo de hoy y de mucho antes.

Jualiana

Por eso, en el libro se citan constantemente los grandes maestres de la espiritualidad cristiana (desde Jesús de Nazaret y Pablo de Tarso a Dioniso Areopagita y Gregorio Palamás, el Maestro Eckhart, Hadewich de Amberes, Juliana de Norwich, Raimon Llull, Teresa de Jesús e Ignacio de Loyola, hasta Teilhard de Chardin) y grandes teólogos cristianos (desde Buenaventura y Tomás de Aquino, hasta Tillich, Rahner o Panikkar).

Junto con los maestros y sabios  de otras espiritualidades y culturas (Buddha, Bodhidharma, Dogen, Lao Tse, Zuanng Zi, o Muhammad, Ibn’Arabi, Rumi y Alce Negro).

Perspectivas del Absoluto es una aproximación a la realidad última, al Ser-más-allá-del-ser y el Ser más-acá-del-ser, el Deus absconditus, lo Inmanifestado, la Divinidad personal de las religiones teístas y la apersonal de las no teístas. El Absolutum presente en todas las tradiciones como horizonte último y primero, manifestado de forma relativa en cada tradición religiosa; una aproximación desde nuestras perspectivas relativas, nuestros ángulos particulares.

Esta aproximación se hace desde siete tradiciones religiosas: las cinco mayoritarias o más influyentes de nuestro mundo (judaísmo, cristianismo, islam, hinduismo y budismo), junto con el taoísmo y las tradiciones primitivas. “Desde cada perspectiva se accede al Absoluto e el Absoluto se da totalmente a través de cada perspectiva”, dice Melloni. Y se hace  con una aproximación concéntrica; partiendo de la comprensión del Absoluto como un gran círculo, buscando ir hasta el centro (lo Inmanifestado) desde tres niveles de manifestación:

virculo divino

a) El primero es el cósmico/histórico originario. En las tradiciones citadas: la naturaleza, la liberación de un pueblo y la Torá, la persona de Jesús de Nazaret, Muhammad y el Corán, los avatares que nos acercan a Brahaman, o Sidarta Gautama y o su camino. Es un nivel descriptivo y analítico, propio de los sentidos y la razón; en el que se habla de los relatos, textos, prácticas y rituales de las diversas tradiciones religiosas.

b) El segundonivel es el proceso revelatorio y la experiencia religiosa que lleva al plano transhistórico: visiones chamánicas, hombres inmortales y simbolismo de las letras, la fe en Cristo resucitado, los ishtadevata y el cuerpo de beatitud do Buddha. Es simbólico y alegórico; el mundo imaginario (arquetipos y símbolos) e imaginal (presencia e presencias), la imagen teofánica.

c) El tercerplano transciende aún más las categorías espacio-temporales, para adentrarse en las dimensiones metacósmicas, expresión de la totalidad de la manifestación en la antesala de lo Inmanifestado: el Chi primordial y el Yin-Yang, Adam Kadmón y la shekiná, el Cristo cósmico, el Corán como Libro eterno, la Trimurti e Ishwara, el Dharmakaya. Un nivel sintético y unitivo; el noûs platónico y el tercer ojo.

El libro se desarrolla en siete largos capítulos; ocupando el mayor espacio los tres primeros (primero, segundo y tercer círculo en un recorrido ascendente), por el amplio análisis fenomenológico hecho desde las siete tradiciones religiosas, que manifiesta un profundo conocimiento de ellas por parte de Melloni, y que nos ofrece muchas joyas de esa espiritualidad multirrelixiosa.

Al-haqq

A partir del cuarto, la perspectiva es diferente; pasamos de la dimensión afirmativa o catafática a la teología negativa o apofática, el Absoluto como Silencio, que supera las categorías de lo personal y lo impersonal:

4) “El centro, el Deus absconditus, lo pleno-vacío, el fondo sin fondo ni forma” (el Padre primordial de los aborígenes, YHWH y el Ein sof judío, la Trinidad ad intra cristiana, el Al-Haqq musulmán, el Brahaman nirguna y Saccitananda hindú, sunyata y el nirvana budista y la inasibilidad del Tao).

5) “Participación de toda la realidad en ese fondo”, pues “en el somos, nos movemos y existimos”, como dice Pablo en el Areópago, o “el Reino de Dios está en nosotros y entre nosotros”, que dice Jesús. “Si la Realidad primera y última es ese fondo sin fondo, el mundo manifestado no está sino en ese mismo fondo”, dice Melloni; lo más transcendente está en lo más inmanente, “lo-más-alá-de-todo está en lo-más-acá-de-todo” en una creatio continua.

6) “Cada ser humano es un mandala integral”; y el centro del mandala es el corazón humano. “Cada uno de nosotros es el lugar donde este recorrido comienza y acaba”, escribe Melloni, “el ser humano como receptáculo de toda la Realidad”, como manifestación del Absoluto: Tat tvam asi (“Tú eres eso”) dice el advaita; “El que mira al Uno se ve a sí mismo y ve todo a través del Uno”, dice Simeón el Nuevo Teólogo; “Alma, buscarte has en mi/ y a mi buscarme has en ti”, escribe Santa Teresa.

Ibn'Arabi

7) Recapitulación final. “Cuanto mayor es el adentramiento en el centro, mayor apertura a todas las formas religiosas”. En el centro están contenidas todas las formas religiosas; por eso, “quien tiene el corazón vacío y libre de toda forma, un corazón puro, puede acoger todas las formas, teofanías y creencias sobre Dios/el Absoluto”, dice Melloni glosando a Ibn’Arabi, el místico andalusí que es el autor más citado en el libro.

Esta es la conclusión del libro: cada tradición avanza hacia el centro por el camino que le fue mostrado; lo importante es llegar hasta él. Todas van al mismo lugar, pero no por el mismo camino; he aquí la pluralidad y unidad de las religiones. Para llegar a “adorar al Padre en espíritu y verdad”, como le dijo Jesús de Nazaret a la samaritana.

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