Ciegos

Hay mucha gente en el mundo que está sentada al borde del camino de la vida, con un muro oscuro delante de los ojos y del corazón. Son los ciegos Bartimeos a los que nadie ve, envueltos en las oscuridad del abandono y la exclusión, camuflados obligatoriamente entre la basura y las cosas que molestan a la vista.

Pero de vez en cuando gritan y gritan, sin miedo a la condena, sin miedo a lo que intentan amordazarles, sin miedo a los que les redujeron al estado de la noche negra y sin fin de la desesperanza. Los ciegos se levantan, y saltan, y se arrojan al vacío esperando un milagro que les devuelva los colores y la libertad.

Y ¿cuál es el motivo de este salto paralímpico y valiente hacia un futuro incierto pero por fin posible?

Jesús; y en este tiempos “los de Jesús”.

Porque” los de Jesús” hacen ver a los ciegos paisajes y posibilidades ni siquiera soñadas, hacen reír y cantar a los mudos, resucitan a los muertos que dormitan los bailes de las boda de la vida, hacen escuchar a los sordos los clamores del pobre o las palabras a amorosas de Dios que te susurra ánimo constante…

Yo a veces me siento como el ciego del camino, invisible, sin saber por dónde tirar, con las sombras comiéndome el corazón cada noche. Por eso grito y grito silenciosamente, angustiosamente:“¡Jesus!¡Jesús! ¿Estás ahí detrás de ese muro oscuro de los días tristes?” No sé si soy tan valiente como Bartimeo, pero intento lanzarme esperando que sus brazos de Crucificado me sostengan y no me dejen perderme en el abismo.

También tenemos que intentar abrir los ojos para socorrer a los ciegos encallados en las veredas de la existencia. Como hacen los misioneros, gente con mucha vista, que se fijaron como María, en las tinajas vacías del vino de la alegría, y van haciendo milagros en nombre del Nazareno, para que las personas se vean como Dios las ve: dignas, buenas, felices, capaces de escudriñar el cosmos y construir un universo más fraterno.

En la vida a veces las cuestión es saltar hacia adelante, aunque no lo tengamos todo muy claro.  Sabemos que Dios no solo no nos dejará caer, sino que nos curaremos de la ceguera del alma.

Irte a vivir lejos, rodeado de peligros, en una vida humilde y dura, por trabajar por curar la oscuridad de los demás, es de verlo muy claro. Ser misionero no es una simple imagen idílica de un señor vestido de blanco con barba florida y curtido por el sol, o un miebro de una ONG que da de comer y construye hospitales y escuelas… Un misionero  lleva la luz de Jesús como el mayor de los regalos, para llenar esos mundo difíciles de calor, de esperanza y de verdad.

No te quedes sentado, abrumado por la oscuridad. Salta, grita su nombre y tus sombras se volverán mediodía.

"¡Jesús!"

AVISILLOS

En isntagram puedes ver mi última gran obra pictórica: tono_casado

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