Solo hay verdad delante de los ojos del Cristo que me mira Un Cristo enamorado de un leproso

Un Cristo enamorado de un leproso
Un Cristo enamorado de un leproso

Su amor inexplicable

Me saca de las brumas del desprecio

Y me da la tarea de intentarlo,

De ser en este mundo

Alguien que bese a otros leprosos

Me miro en el espejo y sé quién soy:

el leproso que anda solo por el camino.

Me arrastro por los días lamiendo mis heridas

Como un perro de nadie, solo, bajo la lluvia.

A veces los extraños me apedrean,

Pues estamos en tiempos

De fáciles patíbulos donde colgar a todos.

Leproso

Incluso los cercanos me cerraron las puertas

Y borraron mi nombre de su agenda

Y de su corazón

Por no poder soportar las espinas de erizo

Con las que a veces daño a los que amo.

Las noches se hacen largas,

Las risas se hacen cortas

Y tan solo te queda el consuelo de los recuerdos.

Los demás me contemplan en esta mascarada de vida que llevamos:

Algunos me subieron a las nubes

Y me llaman de don, y me piensan un ángel.

Otros también me arrojan

Al más profundo infierno.

Y así me encuentro cada día contigo, Jesús Nazareno.

leproso

No hay filtros que disimulen,

No hay pelucas que cubran o prótesis que engañen,

No hay cremas que me presten disimulo;

Solo hay verdad delante de los ojos

Del Cristo que me mira.

Y me quiere:

Un Cristo enamorado de un leproso.

Acaricias mis manos sin torcer la mirada,

Me revuelves el pelo,

Como hacen las madres de los niños

Cuando son puros y blancos y divertidos,

Almas de niños que todos manchamos

Y arrojamos al pozo del olvido.

Jesús me quiere,

Inexplicablemente.

El sabe de mis mierdas, perdonen la palabra,

El cuenta las arrugas de mi frente,

Las ojeras, las ganas imposibles

De salir de la cama muchos días.

Leproso

El sabe de mi lepra, la huele, la conoce y la toca.

Y solo su amor puro, solo sus ojos grandes y profundos

Me curan devolviéndome la luna

A mi piel arrugada.

Su amor inexplicable

Me saca de las brumas del desprecio

Y me da la tarea de intentarlo,

De ser en este mundo

Alguien que bese a otros leprosos.

Porque la lepra, amigos,

No es monopolio de nadie; es como el aire

Por todos compartido.

Cada día y cada noche

Me domina el asombro

Cuando Él vuelve de nuevo,

Y dándome  un abrazo me suelta ese “¡Adelante!”.

Ese es mi Cristo, un loco enamorado

De mí,

Un viejo, cansado, sucio y a veces trisite

Leproso.

Eso sí, con los ojos

Llenos de  Luz

Cuando me mira.

Leproso

AVISILLOS.

Gracias a todos por vuestros cariñosos saludos ante el fallecimiento de mi padre. Recemos por él, para que haya encontrado la Luz y la Paz.

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