Subir y Bajar. Barra libre en el Tabor Toño Casado: "Encuentra tu Tabor, donde sentir la presencia del Amor más puro, donde puedas descansar"

"Él iba con sus personas importantes para desde arriba mostrarse como verdaderamente era, lleno de Luz y de Paz, como en un chill out divino con barra libre y toldos blancos ibicencos de los que uno nunca se quisieran ir, como decía Pedro"

"El carpintero se vuelve poderoso Pantocratror custodiado por Moisés y Elías, dos guardaespaldas que avalaban su importancia, teloneros de pedigrí de Jesús"

"Arriba te sientes más tú que nunca, como si tu alma pudiese volar"

"Pero sube al Tabor, lo necesitas. A veces subir es el mejor camino, aunque cueste desprenderse del pasado y del pesado. Jesús te espera en el Tabor. ¡Arriba!!"

27.02.2021 Toño Casado

Paula Mara es una niña granaína que tiene mucho arte y yendo de paseo por las cuestas del Sacromonte exclamó con sabiduría milenaria “Hoy hemos descubierto que las cuestas son mejor para bajarlas que para subirlas”. ¡Viva el sentido común y la gracia andaluza!

Sin embargo, los buenos montañeros saben que para llegar a la cima hay mucho que sufrir. Ascender va en contra de nuestra naturaleza tendente a la hamaca, la fabada y la barriga cervecera. La gravedad nos arrastra hacia la comodidad del sillón o la comida preparada. Maleducamos a generaciones dándoles todo hecho, sumamente vulnerables a la frustración y al dolor. Recuerdo a mi madre cuando me acariciaba las manos en mis vacaciones del seminario; manos de estudiante en las suyas, manos curtidas por el estropajo y la lejía y el trabajo duro. (Aunque es cierto que después en mi vida he fregado kilómetros y kilómetros de pasillos y lavado muuuchos platos, eh). Lo que os decía; hay una tendencia al aprobado general, al consumo de imágenes estimulantes, a las ayudas del gobierno, “que me den una casa”, etc… Cuando una relación requiere esfuerzo, mejor lo dejamos y nos repartimos los recuerdos…

Ascender requiere programar el camino, buscar una ruta accesible, usar un buen mapa, ir preparado, llevar solo lo esencial y tener buenos compañeros de ruta que te echen un cable o mejor dicho una cordada, sabiéndoos unidos por alcanzar las nubes siempre al borde del abismo y de la posibilidad de avalancha o fracaso.

Pero cuando llegas arriba, las ampollas, el cansancio y las rozaduras ya ni las sientes; el aire es como un frío cuchillo que te llena los pulmones, la luz es tu uniforme, las nubes son tu alfombra, el cielo es tan azul como nunca soñaste, y todos los problemas del pequeño mundo que dejaste atrás se vuelven insignificantes como hormigas. Arriba te sientes más tú que nunca, como si tu alma pudiese volar.

Y así también un día Jesús y su amigos, Pedro Santiago y Juan subieron al Tabor, un monte no tan alto como los Alpes, pero monte al fin. Él iba con sus personas importantes para desde arriba mostrarse como verdaderamente era, lleno de Luz y de Paz, como en un chill out divino con barra libre y toldos blancos ibicencos de los que uno nunca se quisieran ir, como decía Pedro. El carpintero se vuelve poderoso Pantocratror custodiado por Moisés y Elías, dos guardaespaldas que avalaban su importancia, teloneros de pedigrí de Jesús, el número uno de la radio fórmula celestial al que todos deberíamos escuchar.

Despégate de tus problemas, sube, aunque te cueste. Busca compañeros que te ayuden a situarte desde una perspectiva de pájaro, donde el aire sea más puro y la Luz más clara. Encuentra tu Tabor, donde sentir la presencia del Amor más puro, donde puedas descansar, donde puedas descubrir lo verdaderamente importante. Despégate del móvil, olvídate de tu agenda, silencia tanto toques. Deja atrás tu pesado equipaje de personas y cosas que no necesitas. Es tu Tabor.

Ya vendrá la bajada directa a la rutina, las cruces, las traiciones, los amigos que no entienden nada, las luchas de cada día.

Pero sube al Tabor, lo necesitas. A veces subir es el mejor camino, aunque cueste desprenderse del pasado y del pesado.

Jesús te espera en el Tabor. ¡Arriba!!