'Spotlight' denuncia el abandono de Evangelio Espiritualidad e Iglesia en el punto de mira de los Oscar 2016
(Peio Sánchez Rodríguez).- Que Spotlight de Thomas McCarthy alcance los premios a la mejor película y el mejor guión original supone colocar nuevamente la denuncia de la pederastia en el centro de la crítica a la Iglesia. El film, extraordinariamente bien narrado, es en primera instancia un elogio al periodismo de investigación y su tarea en la búsqueda de la verdad. En el centro de la denuncia se sitúan los mecanismos de ocultamiento, que en defensa de su imagen, realizó la iglesia de Boston en connivencia con una sociedad que defendía su status quo.
Para los católicos, lo más doloroso de los hechos que presenta Spotlight es el abandono de Evangelio, que defiende la atención preferente a las víctimas, frente a los intereses de una institución que se protege a sí misma. Es cierto que los protagonistas ocultos de la pederastia se sitúan preferentemente en el entorno familiar de las víctimas. También es cierto que es una manipulación informativa, que no es de recibo, endosar a los creyentes y al mismo Dios la pederastia. Pero la película muestra con objetividad la pesquisa, llena de obstáculos y encubridores, de unos periodistas que tratan de denunciar la situación de las víctimas de abusos sexuales por parte de sacerdotes.
Ante Spotlight y su repercusión social, lo urgente para los creyentes, es reconocer en qué medida, puede haber formas de funcionar de la Iglesia que retienen el Evangelio. Por qué donde se espera la bondad y la acogida se cobija el mal y la santidad y el pecado crecen juntos. Spotlight puede ser usada como arma arrojadiza contra la Iglesia pero también recuerda las palabras de Jesús: "guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía. Nada hay encubierto que no haya de ser descubierto ni oculto que no haya de saberse" (Lc 12, 1-2).
El renacido de Alejandro González Iñárritu también sigue la pista a la pregunta por Dios. El director, guionista y compositor mexicano por segundo año consecutivo, en el 2015 fue con Birdman, gana su cuarta estatuilla. Su película enmarcada por una puesta en escena magistral y una actuación de DiCaprio también oscarizada es una reflexión sobre el origen de la violencia. El relato, basado en un referente real, cuenta el camino de supervivencia y venganza del explorador Hugh Glass, que participa junto a su hijo mestizo Hawk en una expedición de tramperos que recolecta pieles y donde las circunstancias le conducen a perseguir a un compañero asesino.
La naturaleza bella y salvaje, los seres humanos que agresivamente luchan por sobrevivir y se enfrentan, la traición y la venganza muestran la condición ambigua en la que existimos. Nuevamente Iñárritu, como ya hizo en 21 gramos o Babel, se pregunta por la presencia de Dios. Lástima que haya proyectado la justicia humana sobre el nombre de Dios al que al final se le involucra en la violencia humana y sella el deseo de venganza con el marchamo de la justicia divina. Trágico este Dios de Iñárritu pero sugerente y brutalmente explícita la reflexión sobre la tendencia a derramar sangre de la humanidad.
En esta misma línea hay que situar El hijo de Saúl, el Oscar a la mejor película de habla no inglesa. El director húngaro László Nemes nos desciende al infierno de campo de concentración de Auschwitz. Saúl es un miembro de los 'Sonderkommando' judíos encargados de limpiar las cámaras de gas tras las ejecuciones.
Pegada la cámara a su nuca asistimos a las distintas tareas de estos desgraciados, que han de limpiar los restos de sus compañeros asesinados en masa. Pero la mirada del director deja en un doloroso segundo plano (desenfoques, gritos, fuera de campo) el holocausto para presentarnos a este muerto superviviente cuyo único objetivo es enterrar, según el rito judío, a un joven que adopta como su hijo.
En medio del aplastamiento del mal, Saúl busca, como nuevo Job, recobrar, aunque sea en una sola y última bocanada de aire, su dignidad. La teodicea radical nuevamente. Y allí una insignificante y leve apenas esperanza. Rotunda mirada a la noche a la luz de un rescoldo.
La actriz Brie Larson, que ya nos asombró con Las vidas de Grace, se lleva el Oscar por su interpretación de una joven madre secuestrada y sistemáticamente violada. La habitación de Lenny Abrahamson pese a la dureza es un canto a la maternidad salvadora y a la filiación agradecida. En medio del secuestro de la libertad en una habitación-cobertizo, madre e hijo sobreviven a la humillación, apoyándose mutuamente. El film aparentemente claustrofóbico se abre a un proceso de los personajes punteado por sorpresas y por la indagación interior. Una reivindicación de la fuerza de la vida que vence las circunstancias más difíciles. Donde la resistencia siempre necesita el rostro del otro.
El puente de los espías de Steven Spielberg se lleva el Oscar al mejor actor secundario, a Mark Rylance. Interpreta genialmente a un espía ruso detenido en EEUU durante la Guerra Fría y defendido por James Donovan (Tom Hanks), un abogado de Brooklyn que se ve involucrado en las luchas políticas entre el bloque occidental y el soviético. Donde los dos protagonistas quedan por encima de los sistemas y dignidad del encuentro tiene su base en el reconocimiento del otro, aunque sea calificado de enemigo.
La chica danesa, una película de Tom Hooper (Los miserables, El discurso de rey) accede de nuevo a los Oscar. En este caso a la mejor actriz de reparto para Alicia Vikander por su emocional representación de Gerda, una pintora sueca que se casa con el pintor paisajista Einar Wegener, que se terminará cambiando de identidad sexual. Gerda acompañará el proceso de su esposo hasta convertirse en Lili Elbe. Un extraño y sorprendente biopic con una historia de amor y fidelidad en identidades revueltas.
Como era de esperar Del revés, de la factoría Pixar Disney, se ha llevado la estatuilla de animación. Aclamada por crítica y público, realiza una inmersión en la psicología de las emociones destinada tanto a los más pequeños como a los mayores. Alegría, Asco, Miedo, Ira y Tristeza guían la vida de la pequeña Riley. Con ellas deberá enfrentar los recuerdos, la imaginación, las relaciones e incluso el duelo. Interesante indagación antropológica que resalta el valor de los sentimientos pero tiende a relativizar las creencias y la dimensión espiritual. En la marca Disney vende psicología pero apunta al reduccionismo de la espiritualidad.
Dejamos para el final Mad Max: Furia en la carretera, que ha recolectado 6 Oscar, entre ellos mejor montaje. En fidelidad a la saga a la que pertenece está destinada al público al que gusta la acción y las innumerables persecuciones. Pero también en ella está la historia de redención de Max y la impronta de la esperanza en los personajes femeninos. La aventura fantástica al servicio de la lucha contra una especie de Estado Islámico. Interesante reconocimiento.