"Una poderosa invitación a redescubrirnos en el sacramento de mi hermano, de mi prójimo" Puerta Santa en la cárcel de Rebibbia: una apertura al más allá de la esperanza

Francisco, con los presos de Rebibbia
Francisco, con los presos de Rebibbia Vatican Media

"La puerta santa que se abre es el signo del paso salvífico abierto por Cristo con su encarnación, muerte y resurrección, llamando a todos a vivir reconciliados con Dios y con el prójimo"

"Es esta presencia natural e indispensable del más allá la que se percibe cada vez que se abre la Puerta Santa en un Jubileo. El más allá que conocemos entra en nuestra vida, en nuestro presente, cuando realizamos la simple acción de abrir la puerta de nuestra casa. ¿Y el otro más allá?"

"La apertura de la Puerta Santa, por ejemplo, en una cárcel, nos sorprende por el hecho mismo de ser un símbolo universal de apertura, la apertura de una puerta que indica ciertamente el más allá, mientras que en nuestra realidad sentimos más fácilmente la necesidad de levantar muros, de cerrar puertas"

Se ha abierto una puerta. Puede parecer un dato curioso, o irrelevante para no pocos… sino para muchos, incluso si añadimos que se trata de la Puerta Santa. Quienes no viven la fe, la vida eclesial, saben poco de los ritos y podrían desinteresarse u observar distraídamente. Sin embargo, quienes están en este mundo saben bien que, como explica la Santa Sede, la puerta santa que se abre es el signo del paso salvífico abierto por Cristo con su encarnación, muerte y resurrección, llamando a todos a vivir reconciliados con Dios y con el prójimo. Por eso, su paso evoca el paso que todo cristiano está llamado a hacer del pecado a la gracia… Éste es ciertamente el hecho eclesial relevante y poderoso.

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Pero el mundo secularizado, que no está necesariamente alejado o, peor aún, opuesto al mundo creyente, puede intentar vivir la apertura de la Puerta Santa también con una mirada y una mente ajenas a la Iglesia, pero partícipes de un acontecimiento dirigido también a ellos, como ciudadanos y por tanto conciudadanos de este mundo, conciudadanos de muchos creyentes.

Francisco, en Rebibbia

Cuando abrimos una puerta, especialmente la de casa, llegamos a un umbral que nos lleva al más allá. Más allá de nuestro espacio, nuestro entorno, es decir, nuestro presenteAbrir una puerta significa ir más allá, aventurarse hacia el más allá. Entonces regresaremos, seguro, volveremos a nuestro espacio, pero mientras tanto nuestra vida desde el umbral de la casa ya conoce un espacio diferente, al que otros entrarán al mismo tiempo y por tanto entraremos con otras personas en un más allá, que existe.

Es esta presencia natural e indispensable del más allá la que se percibe cada vez que se abre la Puerta Santa en un Jubileo. El más allá que conocemos entra en nuestra vida, en nuestro presente, cuando realizamos la simple acción de abrir la puerta de nuestra casa. ¿Y el otro más allá?

Francisco, entrando por la Puerta Santa

Basta, pues, ver la sencillez del gesto que hace el Papa Francisco al abrir la primera Puerta Santa: indica un más allá que ya está presente, y nos invita a cruzar el umbralLa práctica eclesial prevé también la demolición del muro, ese que superamos con la puerta y que hasta entonces esperábamos de lo que está fuera de nuestro espacio. Y esto se refiere a una idea universal, de apertura, de encuentro, de unión.

Imaginamos fácilmente el encuentro con el más allá cercano, nos parece ya conocido, familiar, tranquilizador, pero siempre es diferente, nunca imaginable en el rostro de los que encontramos en nuestro camino. Pero esta apertura nos parece normal, mientras que la apertura de la Puerta Santa, por ejemplo, en una cárcel, nos sorprende por el hecho mismo de ser un símbolo universal de apertura, la apertura de una puerta que indica ciertamente el más allá, mientras que en nuestra realidad sentimos más fácilmente la necesidad de levantar muros, de cerrar puertas, a causa de este miedo generalizado a lo que hay más allá de nuestras fronteras, de nuestro espacio, de nuestro presente.

La reducción del espacio del mundo, de su dimensión, de sus distancias, ya nos resulta familiar, con comunicaciones que borran distancias, con WhatsApp que nos permite hablar sin costes con el otro lado del mundo, con redes sociales que nos llevan y acercan al lado de cualquiera que esté a un tiro de piedra o a mil kilómetros de distancia. Sin embargo, esta cercanía se convierte en una enorme distancia tan pronto como abandonamos el espacio virtual y regresamos al espacio real: basta imaginar la otra orilla de nuestro mar mediterráneo para imaginar el espacio de una manera completamente diferente. ¿Es un mundo enemigo? ¿Un más allá aterrador? 

Rito de apertura de la Puerta Santa en Rebibbia

El rito católico de la "Puerta Santa" aparece trascendental y para todos a los ojos de quienes lo ven como el rito de una apertura: es entonces un rito revolucionario, mientras que por una razón u otra todos pensamos en cerrar puertas y ventanas, fronteras y límites, aduanas y torniquetes, cuentas y sitios en línea; todo esto en un mundo fracturado y pirateado parece o se vuelve indispensable para todos nosotros. Incluso la paz puede parecernos un mecanismo lejano de entendimiento impenetrable entre líderes y jerarcas en busca de nuevas fronteras o nuevas esferas de influencia. Una Paz que no tiene más allá.

El rito de la apertura de la Puerta Santa en San Pedro,…, o de la Puerta Santa en la cárcel de Rebibbia, de hoy jueves 26, incluso visto desde fuera pero con pleno respeto por el misterio y su verdadero significado para el universo creyente, puede convertirse en una poderosa invitación a redescubrirnos a nosotros mismos en la constante e indispensable necesidad de un más alláen el que habita el sacramento del hijo de Dios, de mi hermano, de mi prójimo.

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