Desde hace semanas en las sacristías y en las comidas de los lunes de los curas de la Diócesis de Valencia no se hablaba de otro tema. Unos y otros, por distintas razones, especulaban con la posible salida de don Antonio. La aceptación de la dimisión, por parte del papa Francisco, a unos les parecía inminente, mientras que otros la veían todavía lejana. Por fin, la incógnita se ha despejado, ya que se ha desvelado el nombre de quién le va a sustituir. Desde que se ha sabido la noticia, las reacciones han sido múltiples  Sin embargo, nos parece que ha sido en el momento oportuno, para una retirada digna, ya que ha realizado bien su trabajo, con sus luces y su sombras. Cada uno puede hacer su valoración.

Cañizares no sólo ha sido un personaje de la Iglesia Valentina, sino de la Iglesia española y universal. Los historiadores en su momento harán el oportuno balance de su actuación eclesial. Su figura merece una página de la Historia de la Iglesia en España.

En este artículo quiero reflejar algunas impresiones y experiencias personales y compartidas. Don Antonio, a pesar de la imagen que en su día se quiso dar de él, es una persona cercana, sensible y humilde. En la distancia corta existe una gran coincidencia…siempre ha intentado comprender y salvar a la persona. Nadie que le ha abierto el corazón se ha sentido defraudado por su palabra y afecto, a pesar de la aparente sequedad de su carácter. En cuanto a la humildad, me consta que en una peregrinación a Tierra Santa, su comportamiento fue el de un peregrino más, siempre accesible a cualquier persona que se le acercara, sin distancias, ni boatos.

Un misionero, no un príncipe

Me cuentan también que en su viaje a la selva amazónica del Perú, hace algún verano, a pesar de la dureza del clima y de los trasiegos, no rehusó adentrarse en la selva en transporte público (autobuses, barcazas..), como la gente del país, a pesar de las larguísimas horas de traslados y la inseguridad. No como otros prelados, que han exigido avioneta privada de ida y vuelta a Lima. Él tenía claro que no viajaba como un príncipe de la Iglesia, sino como un misionero más a visitar las misiones, al estilo paulino. Y, esta aventura le supuso un golpe de salud, que tuvo como consecuencia dos hospitalizaciones, como nos relataba en una de sus cartas. En fin, se trata de dos anécdotas muy significativas de su carácter…

Cañizares ha sido un hombre con responsabilidades en la Conferencia Episcopal en distintos momentos de la historia de la Iglesia en España. En su día tuvo que entenderse, en asuntos espinosos, con el gobierno de España. Supo sacar de sus interlocutores lo mejor de sí mismo para encontrar sin pastelear las mejores opciones para ambas partes. Es cierto que tuvo enfrente personas de firmes convicciones, como él; éstas son las mejores personas para entenderse en lo posible, sin renunciar a sus principios esenciales. Al final, consolidó una buena relación, incluso de amistad, con Fernandez de la Vega, Rubalcaba y Bono, entre otros. El secreto es que apreciaron esa capacidad de diálogo auténtico, sin ceder ni un ápice de sus posiciones, pero abierto a explorar las posibilidades de colaboración, sin confusiones. La Iglesia española le debe bastante a su tarea mediadora…

Hijo de la teología de su época

En cuanto a su Magisterio, Cañizares es hijo de la teología de su época. Bien preparado, pero excesivamente rígido en sus posiciones. Sin duda, anclado en la seguridad de sus raíces teológicas, le cuesta vislumbrar otros planteamientos. En los temas pastorales, probablemente a muchos sacerdotes de la Diócesis les estaba costando aceptar alguna de sus últimas propuestas, ya que les parecían poco realistas. Ahí quedará el intento…

En estos últimos tiempos se ha mostrado muy beligerante frente a las leyes gubernamentales, que ha calificado siempre de “inicuas”. En muchas ocasiones, la impresión es que se ha encontrado sólo, o lo han dejado sólo, frente al “Goliath” mediático. Sin duda, su imagen pública ha sido muchas veces y de manera excesiva,  vapuleada. Pero él ha querido ser siempre fiel a sus principios, procurando que afectaran lo menos posible a la Diócesis. 

Uno podrá estar o no de acuerdo con sus planteamiento, o matizar muchos de ellos, pero no dejo de admirar a un hombre coherente hasta el final con sus principios. Y esto no abunda entre los prelados de nuestro suelo patrio… que muchas veces no se sabe lo que piensan, ni se mojan en situaciones escandalosas de sus entornos.

Un buen pastor

“Tutto sommato”, Don Antonio Cañizares ha sido un buen pastor, preocupado siempre por sus ovejas, y un buen hombre, y muy cercano en la distancia corta. Le deseamos lo mejor en esta nueva etapa de su vida. Sin duda, le queda mucho por escribir, ya que es un gran trabajador…

Puede que muchos no estén de acuerdo con lo expuesto, pero personalmente me parecía justo expresar estas primeras impresiones antes de la despedida.

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