Un enviado del Papa en la sede con mayor significado para la Cristiandad ¿Cómo interpretar el nombramiento de Pier Battista Pizzaballa como Patriarca de Jerusalén?
¿Qué ha pasado para que finalmente haya sido nombrado Patriarca de Jerusalén? ¿Promoción, degradación?
Hay que tener en cuenta que, en ciertos sectores franciscanos de Jerusalén, su nombramiento como Administrador Apostólico se interpretaba como provisional, y que vendría seguido del destino en alguna diócesis importante de Italia, como paso previo al Cardenalato, para sustituir a Sandri en las Relaciones con las Iglesias Orientales, por su larga experiencia en Tierra Santa
El Vaticano, finalmente, ha deshojado la margarita. La sede apostólica de Jerusalén, junto con la de Roma, probablemente sea la más conocida en la Iglesia Católica, pero el Patriarcado Latino, aunque se extiende por Jordania, Israel, Palestina y Chipre, tiene las dimensiones reales de una diócesis muy pequeña. ¿Qué ha pasado para que finalmente, Pier Batista Pizzaballa, haya sido nombrado Patriarca de Jerusalén? ¿Promoción, degradación?
Hay que tener en cuenta que, en ciertos sectores franciscanos de Jerusalén, su nombramiento como Administrador Apostólico se interpretaba como provisional, y que vendría seguido del destino en alguna diócesis importante de Italia, como paso previo al Cardenalato, para sustituir a Sandri en las Relaciones con las Iglesias Orientales, por su larga experiencia en Tierra Santa. Sin embargo, me consta que está realizando una muy buena labor entre los sacerdotes diocesanos, y que las dificultades y rivalidades con los franciscanos se han ido allanando. Pizzaballa ha trabajado mucho por una mayor comunión. Contando con estos datos de entrada, podía surgir la duda de cuál sería su destino. ¿Cómo no ha dado el salto a su tierra después de cuatro años provisionalmente en la sede de Jerusalén?
Me inclino por pensar que sí le han ofrecido algo en su Italia natal no le ha convenido. Salir de Jerusalén para recalar en una diócesis menor, probablemente no sería la mejor alternativa para él, una persona capaz y con gran experiencia. Tampoco creo que haya caído en desgracia en el Vaticano. Creo más bien que le han dado un voto de confianza por el trabajo que ha realizado hasta ahora, pero sobre todo por lo que queda por hacer en un futuro a medio y largo plazo.
En una reciente entrevista a la revista Tierra Santa (marzo-abril 2020) dejaba algunas perlas, que nos pueden ayudar a interpretar este nombramiento definitivo. El mismo nos señala el camino…
Ante varias preguntas sobre el impacto económico del COVID y sus consecuencias para las instituciones cristianas afirma:”…Enfrentaremos, y durante mucho tiempo, un problema económico. Por un lado, tenemos que ahorrar, no para salvar instituciones, sino para salvar a las personas. Por otro, no podemos dar lo que no tenemos…”. Más adelante afirma: “esta situación acelera el proceso de reflexión que hemos comenzado a llevar a cabo. No podemos depender exclusivamente de la ayuda externa; es parte de nuestra identidad, de nuestra historia, de la tradición, que la Iglesia Universal apoya financieramente a la Iglesia de Jerusalén. Pero la Iglesia de Jerusalén, con lo que me refiero a todas nuestras instituciones, debe organizarse para ser lo más autosuficiente posible”. “Es un cambio de mentalidad, y es muy importante hacerlo…El proceso, de alguna manera, empezará siendo muy doloroso, pero debemos esforzarnos por llegar a la autofinanciación. Esto significa que tendremos que hacer un discernimiento muy difícil para decidir qué es lo esencial y constitutivo de nuestra identidad, a lo que no podemos renunciar, y qué no lo es…”. Y finalmente dice: …”no se puede pretender que las personas ya no dependan de la Iglesia si no hay nada más. Si en Jerusalén nuestras instituciones colapsaran, la situación ocupacional vería un 50% más de desempleo. Para retirarnos tendríamos que crear una situación de independencia económica para nuestros fieles. ¿Y la Iglesia sola sería capaz de crear estas condiciones? No lo creo”.
Pizzaballa, en esta entrevista, demuestra que ha acrisolado su posición en Tierra Santa, que controla perfectamente las situaciones y los tiempos, y que sabe que tiene una tarea ardua e ingrata por delante, pero necesaria. Por esto su nombramiento es un voto de confianza, y que no le va a temblar el pulso cuando tenga que tomar decisiones de cualquier índole, si son necesarias para el presente y el futuro de la Iglesia en aquellas tierras.
Cuando afirma “no podemos dar lo que no tenemos” está demostrando un realismo muy acentuado. Si dice “un proceso de reflexión que hemos comenzado a llevar a cabo…” es porque no sólo está en marcha, sino que vislumbra hacia dónde va ese proceso. “Es un cambio de mentalidad” ¿Cuánto estará costando?
La permanencia de Pier Battista Pizzaballa en Jerusalén apunta en esa dirección. Y, por supuesto, puede poner buenas bases para una renovación de la Iglesia en aquella zona tan testimonial, significativa y, a la vez, conflictiva. Le quedan años…¡Buena suerte!