El Patriarcado Latino de Jerusalén nace en 1099, cuando Jerusalén fue conquistada por los Cruzados. La historia posterior hizo que se sumergiera en sus avatares, hasta que en 1847 el Papa Pio IX decidió repristinar esta Institución, con un marcado carácter pastoral. Desde ese momento, los Papas, para evitar conflictos añadidos, nombraron siempre Patriarcas italianos hasta 1987, que Juan Pablo II nombra por primera vez un Patriarca palestino, Michel Sabbah.
El nombramiento de Pizzaballa como Administrador Apostólico del Patriarcado Latino de Jerusalén no es, sin duda una casualidad. Le conozco personalmente desde hace años, he seguido su tarea como Custodio y, por supuesto, afirmo claramente que
ha sido una elección directa del Papa Francisco. Doce años en el gobierno de la provincia más complicada de la Orden Franciscana le han dado una visión muy completa de la situación religiosa y política de Medio Oriente y, particularmente, del problema palestino israelí. Total, 25 años en aquellas tierras. Experiencia por lo tanto no le falta, como tampoco ambición para llegar a esta sede Apostólica tan relevante. Aunque su nombramiento es, en principio provisional, sin duda se confirmará la elección como Patriarca de Jerusalén. Después de dos Patriarcas árabes, viene uno italiano. Durante 29 años han dirigido la iglesia latina de Jerusalén, Michel Sabbah desde 1987 y el jordano Twal desde 2008 hasta ahora. Ambos han tenido que afrontar graves situaciones de la comunidades cristianas: Intifadas, ocupación de la Basílica de Bethlehem… También las visitas de los Papas: Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco. No es la primera vez que la Iglesia nombra un Custodio de Tierra santa como Patriarca de Jerusalén: en 1949, un período muy complicado de la historia de Tierra Santa, el Padre Alberto Gori recibió este encargo. Era, ni más ni menos, el momento del arranque del Estado de Israel, un momento muy álgido del conflicto entre israelíes y el mundo árabe.
¿Por qué el Papa ha elegido, justamente a Pizzaballa como Patriarca de la Iglesia Latina de Jerusalén? Es posible que algunos interpreten este nombramiento como un guiño al mundo judío. Sin duda, el Papa ha elegido a un hombre que no sólo conoce la lengua hebrea y la escribe y la habla como ellos, sino que conoce perfectamente su cultura y mentalidad. Eso le ha llevado a tener buenas relaciones con muchas personalidades de este lado.
El Papa Francisco no quiere intermediarios, desea un hombre que le sirva de puente directo con el judaísmo. Por otra parte, Pizzaballa, en los doce años de Custodio se ha dado cuenta también de la realidad de la Iglesia en Tierra Santa. Una Iglesia árabe desanimada y sin esperanza. Muchos jóvenes que dejan el país para buscar el futuro en otras tierras, a pesar de la magnífica labor de la Custodia de Tierra Santa y otras Órdenes Religiosas. Esta situación le ha dado la oportunidad de compensar y equilibrar su relación con el mundo palestino, con el que también tiene muy buenos contactos. Por lo tanto, el Papa Francisco ha nombrado un hombre joven, bien informado, bien relacionado y preparado para afrontar la complejidad de los conflictos en esas tierras tan fundamentales para todos los creyentes. Tierra Santa nos importa a todos los cristianos, lo que allí sucede y acontece nos afecta directamente.
¿Será capaz de mantener, Pizzaballa, la necesaria equidistancia entre palestinos y israelíes? No lo tendrá fácil, demasiados intereses por ambas partes. Hasta, ahora, lo ha logrado, aunque sabe muy bien que la diplomacia significa muchas veces ceder. En estos momentos, la Iglesia de Jerusalén necesita un Pastor que genere esperanza. Su buen amigo, el nuevo Custodio de Tierra Santa, Francesco Patton, también italiano, puede ser un buen aliado en esta tarea.