Rusia-Ucrania: del justo victimismo al realismo pragmático
La guerra entre Rusia y Ucrania irrumpió, al menos para los ciudadanos, de manera un tanto inesperada en el corazón de Europa. La reacción humanitaria ante semejante ataque fue ponerse del lado de los más débiles: una vez más Goliath contra David. Durante los primeros meses los ucranianos sintieron la fraternidad mundial.
El conflicto entre Rusia y Ucrania ha evolucionado desde los primeros momentos de la contienda hasta nuestros días en todos los ámbitos, pero fundamentalmente en el militar, político y mediático.
En el tema mediático, la irrupción de la guerra entre Israel y Hamas, ha sido letal para el conflicto entre Rusia y Ucrania. Por una lado, las opiniones públicas han virado hacia Oriente Medio, y con ellas las clases políticas. A esto se añade un cierto cansancio mediático en el día a día de una guerra, que no ofrecía mayores novedades que las monótonas de los bombardeos y escaramuzas.
Los mandatarios de ambos lados, y particularmente Zelensky y sus apoderados deberían preguntarse, ya que Putin es un capítulo aparte: ¿Vale la pena seguir en una guerra malgastando sobre todo vidas humanas y medios que serán necesarios para reconstruir el país? ¿No es más inteligente parar la guerra y buscar una solución aunque no sea suficientemente satisfactoria? ¿En el fondo no se trata de una guerra que ganará el que más capacidad de resistencia tenga? ¿Es Ucrania, que está perdiendo apoyos en estos momentos, quien puede aguantar más tiempo? ¿El posible sentimiento de abandono -no definitivo- de los ciudadanos ucranianos de las regiones anexionadas por Rusia pues pesar más que el deseo de paz de todos?
Otra cuestión, independientemente del análisis político, es la magnífica y necesaria tarea humanitaria que la Hermana Lucía Caram, el Padre Angel y otras personas menos conocidas han y seguirán realizando para ayudar a los más necesitados de esa guerra tan injusta e innecesaria.
| José Luis Ferrando Lada
La guerra entre Rusia y Ucrania irrumpió, al menos para los ciudadanos, de manera un tanto inesperada en el corazón de Europa. La reacción humanitaria ante semejante ataque fue ponerse del lado de los más débiles: una vez más Goliath contra David. Durante los primeros meses los ucranianos sintieron la fraternidad mundial. Por una parte, se arbitraron medidas de todo tipo para apoyar a Ucrania y, por otra, para aislar a la pérfida Rusia. El presidente Zelensky inició una peregrinación mediática por los distintos parlamentos que solicitaron su presencia para explicarles su situación, entre ellos el de España. Putin presumía de su potencial para resistir los embates de las medidas sancionadoras y predicaba su mantra guerrero. Y la guerra, durante meses ha continuado y continúa, y poco a poco su protagonismo ha ido desapareciendo por muchas razones, como veremos. Por lo tanto, el conflicto entre Rusia y Ucrania ha evolucionado desde los primeros momentos de la contienda hasta nuestros días en todos los ámbitos, pero fundamentalmente en el militar, político y mediático.
En el primero, de acuerdo con las múltiples noticias sesgadas, la impresión es que después de una recuperación de Rusia parece que los frentes están más estabilizados y los avances son bastante exiguos, a pesar de las últimas escaramuzas. Según los expertos estamos ante una guerra de desgaste. Incluso se habla de un ligero repunte de los rusos. Rusia asegura que lleva la iniciativa de las acciones en todos los frentes, mientras que Ucrania declara que mantiene una "defensa activa" que contiene los avances de las tropas de Moscú. En este aspecto militar, la verdad es siempre la primera víctima…
En el ámbito político, aunque muy unido al mediático, la situación está cambiando tanto en Estados Unidos como en Europa. En Estados Unidos la administración Biden, ante unas elecciones presidenciales inciertas, ha pasado de un apoyo total e incondicional a tener problemas políticos en seguir apoyando del mismo modo a Ucrania, y en consecuencia a moderar su entusiasmo inicial. Aunque, Biden ante su electorado tiene más fácil apoyar a Ucrania, ya que detrás está Rusia, que a Israel, si no modera su estrategia actual. Por otro lado, si ganara las elecciones Trump, el escenario sería muy diferente, la ayuda prácticamente desaparecería. Y esto es una eventualidad muy plausible. Esto Zelensky lo sabe, y juega con apenas unos meses de margen para encontrar una solución política. Sin olvidar la merma del apoyo militar en la actualidad. En el lado europeo, las cosas no están mejor para Ucrania. La unanimidad de los 27 en este ámbito no ha sido posible por intereses políticos de algunos socios. En estos momentos, ante las elecciones europeas y algunos comicios más en el continente, está imperando la prudencia, ya que los políticos huelen el cansancio de sus electorados, y no entienden la prolongación de un conflicto excesivamente bloqueado, y sin aparentemente visos de una solución diplomática lo más justa posible para ambas partes. Esto Zelensky lo sabe y Putin también. En resumidas cuentas, los Norteamericanos y europeos, por las circunstancias mencionadas, del entusiasmo inicial ha pasado a posiciones más prudentes.
En el tema mediático, la irrupción de la guerra entre Israel y Hamas, ha sido letal para el conflicto entre Rusia y Ucrania. Por una lado, las opiniones públicas han virado hacia Oriente Medio, y con ellas las clases políticas. A esto se añade un cierto cansancio mediático en el día a día de una guerra, que no ofrecía mayores novedades que las monótonas de los bombardeos y escaramuzas. Lamentablemente esto es así de cruel. Este frío análisis, añadido a las imágenes que llegan todavía de Israel y Gaza, hace que empiece a ocupar menos importancia la guerra de Rusia y Ucrania en los informativos de todo el mundo. Y esto Zelensky, lo sabe y lo sufre, ya que también ha tenido como consecuencia la disminución de armamento y fondos, ya que hay que distribuirlos equitativamente y, de acuerdo con las prioridades y los momentos, tanto Estados Unidos como Europa. Y esto Putin lo sabe.
Ante este panorama, qué se puede hacer…Por supuesto, Rusia y Ucrania son libres de continuar una guerra mientras puedan. Y aquí, sin duda el que menos puede es Ucrania.
Desde mi punto de vista, Estados Unidos y Europa, por intermediación de Turquía -que está en la Otan y tiene buenas relaciones con China y Rusia- deberían empezar a pensar, con imaginación y creatividad en una solución diplomática global a este conflicto. Teniendo en cuenta que, aunque la guerra continúe, Rusia no puede perder, ni perderá militarmente. El coste político interno y en cuanto a estrategia geopolítica internacional sería tan grande que podría ser preocupante para el resto de la Humanidad. No lo olvidemos, Rusia es una potencia nuclear. En este sentido, sintiéndolo mucho el coste político de Ucrania sería menor. Por eso ya tardan todos los actores en buscar un pacto razonable para esta situación.
Algunos apuntes que deberían tenerse en cuenta en esa solución diplomática. Un alto el fuego total e indefinido entre los dos contendientes. La creación de un zona de interposición entre las dos partes gestionada, como sucede en muchos lugares del mundo, por las Naciones Unidas. Una comisión de mediadores internacionales propuestos paritariamente por ambas partes, que debería de establecer un calendario a largo plazo para explorar soluciones y ponerlas en práctica paulatinamente, garantizando la calidad de vida y las libertades de las poblaciones de esos territorios. Y, en consecuencia en cese del estado de guerra y la reanudación de una vida normalizada por ambas partes.
Los mandatarios de ambos lados, y particularmente Zelensky y sus apoderados deberían preguntarse, ya que Putin es un capítulo aparte: ¿Vale la pena seguir en una guerra malgastando sobre todo vidas humanas y medios que serán necesarios para reconstruir el país? ¿No es más inteligente parar la guerra y buscar una solución aunque no sea suficientemente satisfactoria? ¿En el fondo no se trata de una guerra que ganará el que más capacidad de resistencia tenga? ¿Es Ucrania, que está perdiendo apoyos en estos momentos, quien puede aguantar más tiempo? ¿El posible sentimiento de abandono -no definitivo- de los ciudadanos ucranianos de las regiones anexionadas por Rusia pues pesar más que el deseo de paz de todos?
Evidentemente, las respuestas a esos interrogantes son complejas y la la solución no es fácil, especialmente para Ucrania. Pero empeñarse en seguir la lógica de la guerra puede llevar a Ucrania a una catástrofe mayor a largo plazo; y a Zelensky a que la guerra se convierta en su guerra y arrastrar a sus ciudadanos a un desastre. Probablemente lo más pragmático e inteligente en este caso está reñido con lo más justo, pero la diplomacia es el arte de encontrar soluciones que aproximen ambos vectores. Si la guerra continúa en los mimbres actuales, vistos anteriormente, Zelensky pues perder el áurea mesiánica de los primeros tiempos y caer en desgracia ante su pueblo y la comunidad internacional. La población ucraniana también estará saturada y con deseos de hacer un alto en el camino para pensar y decidir, eso me cuentan amigos ucranianos…Esperemos que Zelensky no caiga en la tentación de prolongar la guerra para perpetuarse en el poder.
Otra cuestión, independientemente del análisis político, es la magnífica y necesaria tarea humanitaria que la Hermana Lucía Caram, el Padre Angel y otras personas menos conocidas han y seguirán realizando para ayudar a los más necesitados de esa guerra tan injusta e innecesaria.