“La religión es también muchas veces completamente instrumentalizada para humillar y hasta para torturar al hombre (en el cuerpo y en el espíritu)” ¡Cuidado con los curas! (Domingo 32º TO B 07.11.2021)
Usan la oración como mercancía y con la gente socialmente más débil
| Rufo González
Comentario: “¡Cuidado con los escribas!... Ha echado más que nadie” (Mc 12,38-44)
Cruz y cara de la Iglesia.Los actuación de escribas (teólogos y dirigentes) y la pobreza de la viuda (pueblo sencillo y colaborador) siguen presentes en nuestra realidad eclesial. El evangelio de hoy denuncia y previene (¡Cuidado con los escribas!), y alaba la actitud generosa de la viuda(“ha echado... más que nadie”), como modelo de cristiano.
Hoy Jesús diría: “¡cuidado con los curas!”. Llevamos bastante tiempo epatados, quizá escandalizados, por la pederastia y otros abusos de algunos servidores de la Iglesia. Y por otros problemas aireados en la plaza pública: curas y obispos casados, desigualdad de la mujer, ausencia de participación comunitaria en elecciones de obispos, autoritarismo... Hoy Jesús denuncia algunas conductas de los dirigentes religiosos de su época, ajenas a su Espíritu: “pasearse con amplio ropaje” (lit.: “en estolaîs”: túnicas largas); “reverencias en las plazas” (lit.: saludos); “asientos de honor en las sinagogas” (lit.: “protokazedrías”: primeras cátedras); “primeros puestos en los banquetes” (lit.: “protoklisías”: lugares de honor). Estos signos separan, crean superioridad, ensanchan el “ego”, crean aureola de “casta”, predisponen a controlar, hablar sólo ellos, imponer sus interpretaciones... Esto enmascara la fraternidad. A principios de nuestro siglo XXI, una figura brillante de la Iglesia reconocía: “el vicio clerical por excelencia es la envidia. Otros pecados capitales fuertemente presentes en la Iglesia son la vanidad y la calumnia... ¡Que grande es la vanidad en la Iglesia! Se ve en los hábitos... Continuamente la Iglesia se reviste de ornamentos inútiles. Tiene esa tendencia a la ostentación, al alarde... Vicio del terrible carrerismo clerical especialmente en la Curia Romana, donde cada uno quiere ser más” (cardenal C. M. Martini, ex arzobispo de Milán, en La Repubblica, 5 de junio 2008).
Perversión estrictamente religiosa: “devoran los bienes de las viudas y aparentan hacer largas oraciones”. Lit.: devorando las casas de las viudas y como pretexto orando mucho”. Pervierten la oración para aprovecharse de las viudas, que con el huérfano y el extranjero son prototipo bíblico de desamparo y debilidad. Jesús resalta: “esos recibirán una condenación más rigurosa” (“perissóteron crima”: mayor juicio). Usan la oración como mercancía y con la gente socialmente más débil. Doble perversión.
Jesús convierte a la viuda pobre en signo de su propia vida. “Sentado enfrente del tesoro del templo(había buzones de ofrendas en las paredes del atrio de las mujeres), observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban mucho; se acercó una viuda pobre y echó dos monedillas, es decir, un cuadrante(un denario -salario de un día- tenía 64 cuadrantes). Llamando a sus discípulos, les dijo: «En verdad os digo que esta viuda pobre ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie.Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero esta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir»”. La viuda entrega de lo que necesita para vivir (“hólon ton bíon autês”: “toda su vida”). Es figura de Jesús que da lo que tiene, su vida. Las ofrendas a Dios son para que la comunidad cristiana realice el reino de Dios, la misma tarea de Jesús. Es la participación libre y responsable en los gastos comunes que lleva consigo la misión de todos. Entre las tareas eclesiales destaca la atención a los necesitados. Esta viuda es testigo evangélico: en esas monedas entrega su vida, su persona, a favor del reino. Esta mujer es signo de Jesús que da y se da gratuitamente. En la Iglesia hay personas así: catequistas, caritas, visitadores de enfermos,.. También sacerdotes “no gravosos en nada” como San Pablo (2Cor 11,9) que viven de un trabajo civil y dedican gratis unas horas al ministerio. Esto, en una comunidad participativa, podría ser lo más habitual.
Oración: “¡Cuidado con los escribas!... Ha echado más que nadie” (Mc 12,38-44)
Jesús, observador de la vida desde el Amor:
hoy, en el evangelio, nos ofreces una crítica realista;
desacreditas a dirigentes religiosos por su egocentrismo;
alabas a personas humildes, generosas, sinceras...
“¡Cuidado con los letrados!”, adviertes a la multitud:
con finura crítica, desenmascaras sus signos no evangélicos:
“amplio ropaje” que aparenta, distancia, enmascara la fraternidad...;
“reverencias” que significan autoridad, exaltación social...;
“asientos de honor en sinagogas y primeros puestos en banquetes:
control, hablar sólo ellos, invitados a vivir gratis...;
“devoran los bienes de las viudas y aparentan hacer largas oraciones”:
doble perversión: oración como mercancía y abuso de más débil.
Estos signos se perciben en toda organización humana:
surgen hermosas tareas, necesidades urgentes, objetivos plausibles;
se ofrece gente capacitada y con buenas intenciones;
hay que organizar y repartir responsabilidades;
hay que liberar a coordinadores, trabajadores a tiempo completo...;
se establecen normas para conservar el espíritu inicial.
Antes o después, brotan perversiones:
los que eran servidores intentan hacerse señores;
utilizan la comunidad para brillar, dominar, enriquecerse;
su saber y experiencia los usan para su encumbramiento;
buscan modos para afianzar su permanencia:
leyes interesadas, vestidos, títulos, reverencias, asientos, castigos...
El peligro es mayor en los profesionales de la religión:
así lo denuncia un eminente teólogo dominico del siglo pasado:
“Con el transcurso del tiempo, he aprendido por experiencia que,
si la religión es el mayor bien del hombre y para el hombre,
es también muchas veces completamente instrumentalizada
para humillar y hasta para torturar al hombre (en el cuerpo y en el espíritu)...
Si se da una religión que ofende y destruye al hombre y la dignidad humana,
se trata de una religión que se niega a sí misma.
Una religión que humilla al hombre es, por definición,
una forma equivocada de creer en Dios o, por lo menos,
una religión que ha perdido el sentido de su propia interpretación,
así como el contacto con sus raíces auténticas”.
(Schillebeeckx, E.: Soy un teólogo feliz. Madrid 1994, p. 124 y 95).
Tú, Jesús hermano, lo tenías claro:
“Vosotros nada de eso”;
“el grande” es “siervo vuestro”;
“no os dejéis llamar `maestros´, ni `jefes´, ni `padres´,
porque uno solo es vuestro Padre,
y todos vosotros sois hermanos” (Mt 23,8-11).
Jesús, “despojado de sí mismo... reconocido como hombre”:
que tu Espíritu nos ayude a eliminar de la Iglesia:
ropajes, reverencias, asientos de honor, comercio religioso...;
que nos inspire signos de humilde fraternidad y ayuda.
Preces de los Fieles (D. 32º TO B 07.11.2021)
Jesús mira y escuchar la vida real. Critica a los dirigentes religiosos (amplio ropaje, reverencias, asientos de honor, rezos interesados) y a los ricos (dan de lo que les sobra). Admira a la viuda pobre (ha echado más que nadie). Pidamos sentir con Jesús, diciendo: “La amistad con los pobres nos hace amigos del Rey eterno” (Ignacio de Loyola).
Por la Iglesia:
- que no viva de apariencia de poder, lujo y vana gloria;
- que no tome venganza, sino que espere como el Padre del hijo pródigo.
Roguemos al Señor: “La amistad con los pobres nos hace amigos del Rey eterno”.
Por las intenciones del Papa (noviembre 2021):
- que “las personas que sufren de depresión reciban apoyo de todos”;
- que “en su agotamiento extremo reciban una luz que les abra a la vida”.
Roguemos al Señor: “La amistad con los pobres nos hace amigos del Rey eterno”.
Por los servidores eclesiales:
- que sea su vida sencilla el signo más visible de su ministerio;
- que “su casa no esté cerrada y nadie, incluso el más humilde, tema visitarla” (PO 17).
Roguemos al Señor: “La amistad con los pobres nos hace amigos del Rey eterno”.
Por nuestra parroquia, comunidad, pueblo...:
- que nuestra relación no se base en la apariencia, en quedar bien...;
- que nuestra convivencia sea sencilla, limpia, servicial, humilde...
Roguemos al Señor: “La amistad con los pobres nos hace amigos del Rey eterno”.
Por los más débiles:
- que los valoremos como hermanos, dignos de respeto y ayuda;
- que alentemos sus talentos y afán de superación.
Roguemos al Señor: “La amistad con los pobres nos hace amigos del Rey eterno”.
Por esta celebración:
- que nos ayude a colaborar en la comunidad, como mejor podamos;
- que nos dé a sentir responsabilidad por los más débiles.
Roguemos al Señor: “La amistad con los pobres nos hace amigos del Rey eterno”.
Queremos, Cristo Jesús, vivir en verdad, en ayuda mutua, en alegría fraternal. Y ser así comunidad tuya, “perseverante en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en la fracción del pan y en las oraciones” (He 2, 42), por los siglos de los siglos.
Amén.
Jaén, 7 de noviembre de 2021