Fue pionera defensora del no nacido y de los derechos del niño El discurso provida de Clara Campoamor
Un discurso, hasta ahora desconocido, de Clara Campoamor, publicado en el periódico ‘El Socialista’, desmiente que la sufragista defendiera posturas abortistas
Lejos de dignificar, justificar o blanquear el aborto, fue pionera defensora del no nacido y de los derechos del niño
Clara Campoamor no propone cadalsos ni hogueras para la mujer que piensa en abortar, sino que piensa en ayudarla a no tener que hacerlo
Clara Campoamor no propone cadalsos ni hogueras para la mujer que piensa en abortar, sino que piensa en ayudarla a no tener que hacerlo
| Luis Español Bouché *
Un discurso, hasta ahora desconocido, de Clara Campoamor, publicado en el periódico ‘El Socialista’, desmiente que la sufragista defendiera posturas abortistas. Al contrario, lejos de dignificar, justificar o blanquear el aborto fue pionera defensora del no nacido y de los derechos del niño. Subrayemos que Clara Campoamor no propone cadalsos ni hogueras para la mujer que piensa en abortar, sino que piensa en ayudarla a no tener que hacerlo.
Clara Campoamor no era abortista. Sin embargo, algunas obras o artículos propagan la conjetura de que la campeona de los derechos de la mujer identificaba el aborto con el progreso o como solución a un problema. Por ejemplo, en la película de Laura Mañá (2011), basada en la pionera novela de Isaías Lafuente, el personaje de Clara Campoamor, refiriéndose a una representada, dice que “mientras no llegue el divorcio ni se despenalice el adulterio, es mejor que aborte”. Tenemos ahora una base sólida para refutar que Clara Campoamor pudiera pronunciar esas palabras.
Y es que el 25 de febrero de 1926, Clara Campoamor abogaba por la protección social al no nacido en una abarrotada Casa del Pueblo de Madrid. El periódico El Socialista, órgano de comunicación del Partido Socialista, ofreció una amplia reseña del acto, del que otros diarios también se hicieron eco. Así, El Liberal atribuía estas palabras a la sufragista:
“Cuando nace un pequeño, al que la desgracia ha perseguido antes de ver la luz, carece de nombre y no tiene, por tanto, el amparo y la responsabilidad que proporcionan un apellido legítimo. En el momento de abrir los ojos a la vida son muchos los enemigos que desde ese instante están dispuestos a darle la batalla, y entre ellos se encuentra su propio padre. Este, unas veces por un necio temor, otras por timidez estúpida, las más por conveniencia y egoísmo, procura a toda costa ocultar aquello que para él —a su escaso entender— constituye un deshonor, sin tener en cuenta que él lo lanzó al mundo, y que de no preocuparse ni velar por él será el día de mañana un hombre de cárcel” […] “Otro de los enemigos del recién nacido es a veces su propia madre, que, sin temor ni escrúpulos, pero sí con grandes prevenciones para que la sociedad no lo advierta, abandona a lo que fue fruto de un amor perverso y mal entendido. Pero sobre estos enemigos hay otro más poderoso, que es la misma sociedad, que al recogerlo en su seno no le brinda cuantos medios se precisan para averiguar en todo momento quiénes son sus verdaderos padres y, antes por el contrario, le hace su víctima, le zahiere con sus burlas y le mira con un recelo doloroso”.
El texto del Liberal coincide con lo que publicaron otros diarios en la misma fecha y es congruente con el discurso mantenido por Clara Campoamor a lo largo de toda su vida pública, en la prensa, ante los tribunales o en las Cortes, reivindicando la igualdad de derechos para los hijos naturales y exigiendo la investigación de la paternidad.
Protección social del no-nacido
Pero, y esto es crucial, la reseña más completa, la de El Socialista, se refiere a algo totalmente nuevo; se entiende que Clara Campoamor no pide sólo derechos para el nacido, sino la protección social del no-nacido. Extraemos los siguientes párrafos, modificando el orden de exposición:
“Una de las mayores riquezas, por no decir la verdadera riqueza de los pueblos, es el hombre, y la sociedad tiene la ineludible obligación de ocuparse del todavía no nacido, para que venga al mundo fuerte y vigoroso”.
“Si los padres no pueden amparar a sus hijos, la sociedad tiene la obligación de protegerlos. Hay que conseguir una legislación de protección a la mujer embarazada y para la investigación de la paternidad, y así evitaremos que nazcan niños débiles y que haya infanticidios, puesto que las madres no se verán abandonadas”.
“A la mayoría de los hombres se les haría reflexionar si por los actos que cometen se les exigiera responsabilidad. En este caso, la mujer no tendrá necesidad de pensar en provocar abortos o hacer cosas peores, por una mala entendida deshonra y por falta de medios económicos, pues está probado que un 90 por 100 de las mujeres que cometen estos delitos son pobres. Los móviles de estos delitos, en general, se pueden condensar en los siguientes: egoísmo, miseria, comodidad y miedo al deshonor”.
“Los Códigos penales de todos los países castigan estos delitos; pero sería más eficaz y humano evitar que se cometieran, protegiendo al niño antes de nacer”.
Y llega la propuesta más original de la abogada: “Debe establecerse como obligación que la mujer declare su estado al tercer mes de embarazo, y disponer de los oportunos medios que facilitaría la sociedad, para proteger al niño antes de nacer, para que este venga a la vida en perfecto estado de salud y no depauperado, como sucede ahora en infinidad de casos”.
Como colofón, añade: “El niño, sin distinción de clases, debe ser protegido y amparado, porque no viene a la vida a petición suya”. […] “La vida del niño es una de las cosas que más debe interesar en la actuación del Poder público, amparándola con una sabia legislación; […] Dignificando al niño, nos dignificaremos nosotros”.
Clara Campoamor no propone cadalsos ni hogueras para la mujer que piensa en abortar, sino que piensa en ayudarla a no tener que hacerlo. Algo en la línea de las organizaciones provida más modernas, que han sustituido el discurso penal por el social y prefieren brindar información y soluciones a dar lecciones
Proporcionemos algo más de contexto: un mes antes, Campoamor ejercía la acusación particular contra un joven médico, que tras haber dejado embarazada a una joven que servía en casa de sus padres, le provocó un aborto.
Subrayemos que Clara Campoamor no propone cadalsos ni hogueras para la mujer que piensa en abortar, sino que piensa en ayudarla a no tener que hacerlo. Algo en la línea de las organizaciones provida más modernas, que han sustituido el discurso penal por el social y prefieren brindar información y soluciones a dar lecciones.
Fundadora de La Cuna y el Madrinazgo del Niño
Toda su vida Clara Campoamor fue una defensora acérrima de los derechos del niño. En el seno de la Unión Republicana Femenina, fundó el comité La Cuna y el Madrinazgo del Niño, institución que regalaba cunas a las madres menos adineradas. Se conservan fotos de Clara Campoamor entregando cunas, rodeada de mamás con sus bebés.
Cuando estalló la Guerra Civil, estaba en prensa un estudio de Clara Campoamor titulado El Derecho del Niño, que no llegó a publicarse y que incluía, tres epígrafes, uno titulado ‘El primer derecho’, que podemos aventurar que se refería al derecho del no-nacido. Como seguramente se han perdido las galeradas, nunca llegaremos a saberlo.
En cualquier caso, hoy y ahora podemos afirmar que Clara Campoamor, lejos de dignificar, justificar o blanquear el aborto, se preocupó por los derechos del no-nacido y por el derecho de las mujeres a ser madres y a recibir amparo de la sociedad.
- Luis Español Bouché es historiador. Ha editado, traducido y prologado distintas obras de Clara Campoamor.
(Artículo cedido por el autor y publicado en ABC el pasado día 1 de enero)
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