“Creo que no hay una frase en el Evangelio que me haya causado más profunda impresión y haya transformado más mi vida que ésta: “Cuanto hagáis a uno de estos pequeños, a mí me lo hacéis” Jesucristo, Rey del Universo / A (22.11.2020): Examen de Reválida

El amor nos iguala en el trato y respeto con cualquier ser humano

Comentario: “venid vosotros, benditos de mi Padre” (Mt 25, 31-46)

Esta parábola del juicio final conecta con la “aparición del signodel Hijo del Hombre” para “reunir a sus elegidos” (Mt 24,30-31). Aquí llega para “reunir ante él todas las naciones” (25, 32). Narración espectacular: viene el Hijo del hombre en su gloria, se sienta en el trono, reúne ante él todas las gentes. Como el pastor al caer la tarde, separa las ovejas y las cabras. Éstas, más frioleras, tienen que ser protegidas.

Narración dialogal y simétrica: imperativos antagónicos (“venid-apartaos”), con explicación (“tuve hambre y me disteis de comer...”), pregunta (“¿cuándo te vimos con hambre...”) y respuesta (“cuando lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños”).El criterio decisorio para “heredar el reino” es que hayan socorrido a  los necesitados. Son ámbitos claves de la vida, sin los cuales no puede vivirse: nutrición (hambre-sed); salud (enfermo-desnudo), integración social (forastero-prisión).

El mensaje central está en la respuesta final. El amor práctico a los seres humanos es el valor más decisivo de la vida. Sin amor-ayuda a hambrientos, enfermos... no hay vida humana. La justicia de Dios responde al deseo del ser humano de vivir en verdad, en libertad, en justicia, en paz... El creyente hace suyo el amor de Jesús. “Lo que vale es la fe que actúa por el amor” (Gál 5,6).  Si no se ama, la fe amarga la vida, termina en increencia. La valoración definitiva, la “reválida” de la vida humana, depende de la actitud y actuación con los desvalidos. Esa es la categoría personal: tratar a los demás como queremos que nos traten. El amor nos iguala en el trato y respeto al ser humano.

“Creo que no hay una frase en el Evangelio que me haya causado más profunda impresión y haya transformado más mi vida que ésta: “Cuanto hagáis a uno de estos pequeños, a mí me lo hacéis”. Si se piensa que estas palabras son palabras de la Verdad increada, palabras pronunciadas por los mismos labios que dijeron: “Esto es mi cuerpo... ésta es mi sangre”, ¡con cuánta fuerza hay que tratar de buscar y amar a Jesús en “estos pequeños”, en estos pecadores, en estos pobres, haciendo confluir todos los medios materiales propios hacia el alivio de las miserias temporales!” (Carta del beato Carlos de Foucauld -01.08.1916-, a su amigo L. Massignon).

Oración: “venid vosotros, benditos de mi Padre(Mt 25, 31-46)

Esta parábola, Jesús, es  “examen de reválida de la vida:

este artificio literario nos atrae a lo mejor de nuestra conciencia:

al amor de hermano que sentimos en lo profundo;

al deseo de que todos vivamos sanos y nutridos;

al anhelo de vivir socialmente aceptados y valorados.

Venid vosotros, benditos de mi Padre:

tuve hambre y me disteis de comer,

tuve sed y me disteis de beber,

fui forastero y me hospedasteis,

estuve desnudo y me vestisteis,

enfermo y me visitasteis,

en la cárcel y vinisteis a verme”.

Quienes viven con lo mejor de su conciencia dirán:

“¿pero cuándo te vimos con hambre y te alimentamos

o con sed y te dimos de beber?

¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos

o desnudo y te vestimos?

¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel

y fuimos a verte?”

Tu respuesta, Jesús del amor, es clara:

os aseguro que cada vez que lo hicisteis

con uno de estos mis humildes hermanos,

conmigo lo hicisteis”.

Quienes desoyen su conciencia oirán tu voz apenada:

Apartaos de mí, malditos:

tuve hambre y no me disteis de comer...,

tuve sed y no me disteis de beber,

fui forastero y no me hospedasteis,

estuve desnudo y no me vestisteis,

enfermo y no me visitasteis,

en la cárcel y no vinisteis a verme”.

Y ellos también preguntarán:

 “Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed,

o forastero o desnudo,

o enfermo o en la cárcel y no te asistimos?”

Tu respuesta, Jesús del amor, es clara:

os aseguro que cada vez que no lo hicisteis

con uno de estos, los humildes,

tampoco lo hicisteis conmigo”.

La parábola termina con una sentencia fulminante:

Esos irán al castigo eterno y los justos a la vida eterna”.

Cristo del amor, ¿no habrá solución para ignorantes e inconscientes?:

para mediatizados y limitados por infinidad de condicionamientos;

para “quienes no hacían el bien que querían, sino el mal que no querían” (Rm 7, 19);

para los cargados de experiencias de injusticia que cerraron su corazón;

para los frustrados en sus pretensiones de amor y solidaridad...?

Desde nuestra fe en tu amor, como Pablo, nos atrevemos a decir:

Si Dios está con nosotros, ¿quién contra nosotros?;

El que no perdonó a su propio Hijo,

antes bien le entregó por todos nosotros...

¿Quién condenará? ¿Acaso Cristo Jesús, el que murió;

más aún el que resucitó, el que está a la diestra de Dios,

y que intercede por nosotros?...

Estoy seguro de que ni la muerte ni la vida,

ni los ángeles ni los principados

ni lo presente ni lo futuro ni las potestades

ni la altura ni la profundidad ni otra criatura alguna

podrá separarnos del amor de Dios

que está en Cristo Jesús Señor nuestro” (Rm 8, 31-39).

Ayúdanos, Cristo Jesús, a colocarnos entre “los pequeños”:

tu amor nos transformará “del modo sólo conocido por Dios” (GS 22).

Preces de los Fieles (Jesucristo, Rey del Universo A 22.11.2020)

La pretensión de Jesús, desde su fe en Dios Padre, era curar, compartir mesa, vivir en amor limpio (Mt 5-7; Lc 6, 12-49). Centrarse en ritos, dogmas, jerarquías, poderes.. es alejarse de su Espíritu. Pidamos amar como él, diciendo: que tu amor, Cristo,nos apremie (2Cor 5,14).

Por la Iglesia:

- que viva el mismo amor que vivió Jesús de Nazaret;

- que el Evangelio sea más importante que su Código de Derecho.

Roguemos al Señor: “que tu amor, Cristo, nos apremie”.

Por las intenciones del Papa (noviembre 2020):

- que “la inteligencia artificial” mejore nuestra sociedad;

- que “el progreso de la robótica esté siempre al servicio del ser humano”.

Roguemos al Señor: “que tu amor, Cristo, nos apremie”.

Por nuestro mundo:

- que cuidemos la naturaleza, madre común;

- que busque alimentar, curar, dar medios de vida a todos...

Roguemos al Señor: “que tu amor, Cristo, nos apremie”.

Por las religiones:

- que respeten al ser humano a quien Dios “amó primero” (1 Jn4,19);

- que trabajen por los derechos humanos más elementales.

Roguemos al Señor: “que tu amor, Cristo, nos apremie”.

Por los hambrientos, sedientos, desnudos, forasteros...:

- que se respeten a sí mismos y se den a respetar;

- que las autoridades les tengan cuidados preferentes.

Roguemos al Señor: “que tu amor, Cristo, nos apremie”.

Por esta celebración:

- que evangelio del amor nos alegre de verdad;

- que vivamos la presencia de Jesús en estos hermanos que nos rodean.

Roguemos al Señor: “que tu amor, Cristo, nos apremie”.

Señor, creemos que “es Dios quien hace crecer” (1Cor3,7) en el amor, sobre todo a los más necesitados. Bendice nuestras oraciones: que sean sinceras y comprometidas. Como la oración de Jesús, que vive por los siglos de los siglos.

Amén.

Leganés, 22 noviembre 2020

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